El congreso "Antonio Benítez Rojo. 'La isla que se repite': 30 aniversario" examinará el legado de uno de los autores cubanos más importantes del exilio el próximo 3 de noviembre en la Universidad Internacional de la Florida (FIU, por sus siglas en inglés).
El encuentro académico contará con intervenciones de los profesores de Literatura Latinoamericana y Caribeña Yolanda Martínez-San Miguel, de la Universidad de Miami, y Enrico Mario Santí, de Claremont Graduate University; Jorge Duany, director del Instituto de Estudios Cubanos de FIU, y Erik Camayd-Freixas, profesor de Estudios Hispánicos de la propia institución.
Los estudiosos, en un panel moderado por el docente Medardo Rosario y dedicado al ensayo de Benítez Rojo La isla que se repite, abordarán la importancia de ese texto para la comprensión de la cultura del Caribe.
Según los organizadores, el texto, publicado en 1989 y traducido al inglés en 1992, "representa un parteaguas en la conceptualización de la cultura caribeña. Aquí, la insularidad se inscribe como una de las matrices de interpretación cultural del Caribe, que permite reexaminar y ampliar la cadena de significantes que históricamente ha definido la región".
"Para Benítez Rojo, el archipiélago antillano emerge como un puente fragmentario y contingente que conecta geográfica y simbólicamente el norte y el sur de las Américas. La isla que se repite es un libro de imprescindible lectura para comprender el Caribe", subrayan.
Patrocinado por el Centro de Estudios Cubanos y el Departamento de Lenguas Modernas de FIU y la revista Rialta, el congreso incluye además la presentación de la tetralogía de filmes La isla que se repite, realizada por el cineasta cubano Eliecer Jiménez Almeida.
Compuesta por los filmes Semiótica de la mentira (2012-2019), Entropía (2013-2015), Isla (2022) y La isla que se repite (2022), se trata de una interpretación personal del concepto de entropía en el ámbito de lo cubano-caribeño.
Jiménez Almeida, quien trabajó durante diez años en el desarrollo de esta serie, ha dicho que la lectura de La isla que se repite fue determinante para concretar este ensayo cinematográfico.
Antonio Benítez Rojo (La Habana, 1931–Massachusetts, 2005) fue catedrático de Literatura Latinoamericana en Amherst College, en Massachussets, y profesor visitante en las universidades de Brown, Emory, Harvard, Miami, Pittsburgh y Yale.
En 1969, obtuvo en Cuba el premio Casa de las Américas por su colección de cuentos Tute de reyes, y el Premio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) por su segunda colección de cuentos, El escudo de hojas secas. También fue el guionista del filme Los sobrevivientes (1978), dirigido por Tomás Gutiérrez Alea.
Su novela El mar de las lentejas (1979) fue elegida por The New York Times como uno de los libros notables de 1992. Antes de su salida de Cuba en 1980, dirigió tres secciones de Casa de las Américas: el Centro de Investigaciones Literarias (1970-1971), el Departamento Editorial (1974-1980) y el Centro de Estudios del Caribe (1979-1980).
Tras su salida de Cuba, su nombre fue borrado y sus libros dejaron de circular. No obstante, su obra consiguió traducciones a nueve idiomas y fue incluida en medio centenar de antologías publicadas en todo el mundo.
Entre sus libros están también Los inquilinos, Heroica, Antología personal, Mujer en traje de batalla y El enigma de los esterlines.
"Discreto, mordaz, siempre atinado y agudo, era un maestro del relato corto y otro maestro, o el mismo, a la hora de redactar las páginas de sus apasionantes libros de ficción o sus ensayos lúcidos y coherentes", lo definió el poeta cubano Raúl Rivero.
El crítico peruano Julio Ortega lo calificó así unos años antes de su muerte: "Antonio Benítez Rojo no solo es el más importante escritor cubano vivo, sino también el primero libre de la herencia traumática de la historia de una isla donde José Lezama Lima creyó que podría 'mamar el cielo', y Virgilio Piñera entendió había que sobrellevar 'en peso'. No en vano hasta la fecunda herencia de Lezama Lima se extravía disputada por autoridades del reproche. Contra esa genealogía, Benítez escribe con simpatía, goce y claridad".