Un comunicado del Centro de arte Wifredo Lam, responsable de la organización de las bienales de La Habana, avisa que la próxima edición de la misma no sólo comenzará en noviembre de este año, sino que durará seis meses.
Ese largo período piensan dividirlo en tres partes que llaman "experiencias". La primera, cuyo inusitado título es "Preámbulo", contendrá la carga teórica del evento que versará sobre el futuro y la contemporaneidad, que es el tema de esta Bienal. Esta sección durará del 12 de noviembre al 5 de diciembre. Querrá que se reflexione sobre un futuro más inclusivo, dice la citada nota.
La segunda etapa estará reservada a las exposiciones de arte cubano. Se llamará "La Habana en la Bienal" y durará unos cuatro meses, del 6 de diciembre al 24 de marzo.
Finalmente, del 25 marzo al 30 de abril, transcurrirá la tercera parte llamada "Regreso al porvenir" cuya descripción es francamente vaga en la "Plataforma conceptual" que publica el equipo curatorial de la Bienal. Allí se lee que la "clave de inspiración para su nombre fue el aparente sin sentido temporal, e iniciará con la inauguración de una muestra curatorial compuesta por diversos proyectos, los cuales se sumarán a las dos experiencias anteriores".
La clave es el tiempo. Si vamos a preguntarnos por qué se ha divido así la alegre intensidad que tenía este evento durante un mes en La Habana, tendremos que pensar en la política. En especial si la idea proviene de las autoridades oficialistas de la cultura.
No es improbable que este alargamiento temporal que va a sufrir la 14 Bienal de La Habana (de uno a seis meses) esté relacionado con la Bienal paralela que el artista Luis Manuel Otero Alcántara tenía planeado hacer, que hace tres años se llamó Bienal 00 e invitó al arte independiente de la Isla.
Para la dictadura iba a ser una pesadilla que a la par de la famosa Bienal de La Habana, mezclándose con grandes figuras del arte, de la prensa internacional, estuviera transcurriendo un evento disidente alternativo con artistas desafectos al régimen. De manera que bien pueden haber elegido sacrificar la primera para ocultar la segunda.
Evidentemente, al extender de uno a seis meses el evento, lo primero que se va a perder es la intensidad del mismo. Ese mes de emociones, marchantes, artistas, periodistas, moviéndose de un lugar a otro, quedará diluido en unos largos seis meses donde alguien asistirá en un momento, alguien en otro a alguna exposición y la mayoría, llegado a determinado punto, va a olvidar simplemente que la Bienal de La Habana no ha terminado todavía. Pero ya se sabe que con tal de silenciar al otro, el régimen está dispuesto a todo.