Joaván González Agramonte (Copán) es un tatuador y artista plástico cubano que a sus 39 años de edad traza una línea particular en las artes visuales contemporánea insular. Entre el tatuaje y obras que transitan por la instalación y la performance, Copán ha creado un sello propio que lo identifica dentro de la plástica cubana.
"A los tres o cuatro años de edad empecé a dibujar y eso ha continuado hasta la actualidad. Era muy intranquilo y mis padres para mantenerme controlado me daban lápices de colores y papel. Ahí poco a poco fue que comenzó mi interés por el dibujo al punto de ser todo para mí", cuenta.
"A los siete años tuve la oportunidad de tener a un vecino —Jochi— que estaba pasando el servicio social en San Alejandro como profesor. Él me vio las actitudes y comenzó a tutorearme. En sus tiempos libres hacía tatuajes a muleta. Jochi y Agustín Mederos fueron mis primeros impulsores y ahí comenzó toda esta historia", recuerda
¿Eres de formación empírica o de academia?
Yo me proclamo empírico. Aunque he pasado por escuelas, insisto en verme como empírico pues todo me ha salido de las venas. Parte de la academia la he adquirido con los artistas que he conocido en el camino. Estos me han servido de profesores y me han enseñado muchas cosas.
Muchas personas creen que la mayoría de los artistas del tatuaje en Cuba se dedican a esto por la solvencia económica que genera el tatuaje. ¿Qué te llevó a ti a convertirte en tatuador?
El tatuaje como tal da dinero, pero yo no me metí en el tatuaje por dinero. A mí siempre me han interesado todas las ramas del arte y he querido estar activo en las que pueda. A mí el tatuaje me impactó desde que lo descubrí y me di cuenta que también era arte. También eso de ver la sangre en la piel me asombró mucho. Ver que esa sangre se convirtiera en una obra. Y ya llevo 20 años tatuando.
A las personas que van a tatuarse contigo, ¿le ofreces diseños hechos por ti o estas van con sus ideas preconcebidas?
A las personas que vienen a mi estudio a tatuarse con la idea de lo que quieren intento complementarle algo mío para que se vean mis rasgos. Tengo gente que se han hecho trabajos personales míos que forman parte de mi obra como tal. A muchos los he tratado de integrar en performances.
¿Cómo hace un tatuador en Cuba para conseguir los materiales que necesita para trabajar?
Siempre ha sido un dilema, y más en estos días, que han subido tanto los precios. Aquí no venden nada, todo es importado y se dificulta mucho conseguirlo. Hay que estar pidiéndoles a clientes que están en el exterior, a familiares o a los proveedores que viajen.
Los insumos más esenciales, al ser importados, se dificultan y salen mucho más caros que en cualquier otra parte del mundo. Si las cosas se siguen dificultando vamos a tener que empezar a tatuar de nuevo como empezamos, con pico y pala.
Durante mucho tiempo el tatuaje en Cuba fue visto como algo de presidiarios o de marineros. ¿En estos momentos cómo es acogido este arte entre la población cubana?
El tatuaje en Cuba siempre ha sido un tabú en todos los ámbitos. No solo en Cuba, en el mundo entero. En estos momentos cada día que pasa el tatuaje sobrepasa las barreras del arte. Ya cualquiera se hace un tatuaje y esos tabúes aunque todavía quedan, se están desvaneciendo. Porque ya cualquiera se hace una imagen que se convierte en arte.
Además de tatuar he visto que tienes obras en otros formatos como lienzos o instalaciones. Háblame de esos trabajos.
Mi obra puede observarse en lo que sea, lienzo, madera, metal y en la piel. De muy chama mi abuela me metió en la cabeza eso de aprender a patinar, ella fue quien me enseñó con nueve años. Los patines a mí me marcaron mucho, llegué a ser patinador de acrobacia con piquetes callejeros de aquí de la Habana que nos volvíamos locos.
Con el tiempo mi obra se vinculó a ese mundo de las ruedas y las cajas de bola, porque antes de patinar monté mucha chivichana como cualquier niño cubano. Ahí me hice como vocero de una realidad que vivimos hoy en día, a través de esos elementos significativos en mí.
Háblame de las colaboraciones que has hecho en audiovisuales con artistas del rap.
Desde muy joven anduve con muchos raperos. Siempre ese género me marcó al igual que el rock. Grafitié un poco en mi tiempo y por ello tenía ese ímpetu de estar protestando. Yo soy un poco protestón a veces, y esas protestas trato de plasmarlas en mi obra.
Cuando fui entrando en la adultez me encontré con personajes que hacía años no veía y otros que empecé a conocer. Entre ellos conocía a Maykel Xtremo "El Nevero del Trazo", a Silvito El Libre, a Bárbaro El Urbano Vargas, La Alianza. También conocía a los pioneros que eran la gente de EPG, el John, el Viti, Amenaza, Yotuel, Pando, Irán Riveri Medina, El Ruso.
Hacer la performance del video "Fatalidad Política" de Maykel Xtremo fue algo que me conmovió. Esas expresiones de la realidad plasmadas en un beat me marcaron mucho al punto de querer complementarlo con mi obra.
¿Logras vender tus obras o exponerlas en galerías?
Tanto vender mi obra como exponerla en galerías se me ha hecho un poco difícil. Mucha gente me ha cerrado puertas por lo que expresa mi obra. Venderlas también se me ha hecho difícil porque me han hecho propuestas y no me han conmovido, porque las veo como mis hijos. No es fácil soltarlas. Otras las he regalado, donado o vendido pero nunca ha sido en galerías. Mis galerías han sido las performances y los trabajos visuales que he hecho.
¿Qué crees que le falta en estos momentos al tatuaje en Cuba para alcanzar mayor calidad y prestigio?
Darse a conocer internacionalmente. Para el tiempo que lleva internet en Cuba ya se ha logrado dar a conocer un poco más y han venido artistas como Amy James a interesarse por los tatuadores cubanos y donarles insumos y conocimientos que nos hace falta.
Somos también respetados pues hemos logrado obtener el conocimiento a pico y pala, sin recurso ninguno. Prácticamente hemos logrado el mismo nivel que otros tatuadores del mundo, con la diferencia de que nosotros no hemos tenido todas las herramientas. A pesar de las carencias, estamos a un nivel increíble.
El arte cubano es muy fuerte. Tenemos una mezcla de tantas raíces que eso nos ha convertido en unos seres tan extraños y tan locos que, de forma empírica, hacemos cualquier cosa. Muchas veces nos hacemos profesionales por necesidad. A los cubanos nos hace falta viajar y conocer otros países, otros caminos y otros mundos.