Conocí a Carlos Varela el día que ganó el premio al mejor actor en un festival de teatro preuniversitario. Actuó tan bien que sus amigos de reparto no le perdonaron que los abandonara para estudiar, seriamente, el oficio de actor, a la vez que se sumergía dentro del universo de la canción trovadoresca.
Somos amigos, no existe secreto que no hayamos compartido, salvo los que revelan el amor perdurable o inmaduro por una mujer; en este sentido somos, literalmente, dos hombres del siglo XX. Disfruto conversar con él la infinita y llevadera curiosidad a que el rigor de la lectura nos incita, a veces, pasando de lo humano a lo divino sin cortapisas, sin dormir, aferrados a la pasión por comprender cómo hemos terminado viviendo en esta mala comedia de país que avanza proa hacia el Medioevo.
Culto, educado, hombre sin violencias y de un sentido del humor muy refinado, es el más internacional de los trovadores cubanos de mi generación, el que tuvo la lucidez de componer "Guillermo Tell", marca generacional que todavía revela la radiografía política de cualquier sociedad.
Como buen hombre del siglo XX has sido víctima de las redes sociales. ¿Les temes o las controlas? ¿Te adaptas o las manejas?
Ni les temo, ni las controlo, en todo caso, trato de usarlas en el trabajo. Probablemente, ellas controlen a los que se pasan todos los días expuestos a las vidrieras que ofrecen. Por eso las manejo con cuidado. Hay mucha noticia falsa, mucha distracción y mucha manipulación dando vueltas.
Tampoco me gusta, ni me interesa, mostrar mi vida privada. Hay mucha gente que escribe desde el respeto y la admiración, pero también hay quién se siente a gusto provocando, creando mentiras, difamando o insultando de manera despiadada y cruel. Pero no hay que dejarse provocar, al final terminas enfrentándote solo a una enorme pelota de nieve.
Me preocupa más la gente que prefiere tener amigos virtuales que amigos reales. Eso si es un espejismo peligroso.
¿Continúas diseñando hasta el mínimo detalle tus discos y presentaciones o se lo dejas a un equipo de colaboradores?
Tú sabes que yo vengo del mundo del teatro, de manera que para mí un disco o un show es una obra con un concepto, una dramaturgia, y esto incluye lo poético, lo musical, los arreglos, el sonido, el diseño, las fotos y las obras incluidas, así como el acople y el orden de cada tema. También aprendí que para que el escenario funcione como quiero, tengo que ocuparme de todos los detalles, claro, siempre rodeado de gente talentosa que me aporten ideas, mientras asumo el riesgo de decidir con cuáles me quedo y con cuáles no.
¿En tu obra están el amor y la incertidumbre del sí mágico: así transita tu vida?
El sí mágico también me sirve para soñar. Es una herramienta maravillosa que aprendí en el teatro y me ha servido para escribir muchas canciones. Me invento historias para decir lo que pienso. El objetivo es que cada canción te deje algo y si es posible te sacuda los huesos.
Te he visto en Facebook bromeando con tu caricatura. ¿Sueñas como un gnomo o como Carlos?
Suelo soñar como Carlos. El gnomo es solo una careta teatral, un personaje que surge de mi caricatura y que yo asumo, pero antes de dormir me la quito.
¿De quién fue la idea del sombrero?
Comencé a usarlo en mi etapa de estudiante del Instituto Superior del Arte. En ese tiempo, en la escena musical trovadoresca nadie los usaba. Con el calor que hay en esta ciudad, ir vestido de negro y con sombrero chaplinesco provocó que comenzaran a decirme gnomo, por eso cuando decidí asumir y aceptar que cada vez me parezco más a mi caricatura escribí la canción "Soy un gnomo".
Has compuesto música para cine, teatro y televisión. Tu obra ha influenciado a artistas de diferentes manifestaciones. Dentro de tu estética, ¿qué tipo de show te falta?
Hace mucho tiempo que sueño hacer no solo un concierto, también un disco con orquesta. Algunos arreglos ya están terminados, así que en cualquier momento te sorprendo.
También quiero hacer un disco solo de música, porque pienso que a veces la música dice más que las palabras. Desde hace años tengo a un Ennio Morricone viviendo dentro y cuando toco la guitarra me imagino una sinfónica detrás.
Tu canción "Guillermo Tell" ha trascendido varias generaciones. Continúa siendo de las que más te piden en los shows. ¿Por qué esa?
Creo que la razón fundamental es que mientras existan un padre y un hijo, existirán conflictos generacionales, así que el espíritu de Guillermo Tell es para rato, aunque las canciones suelen tener vida propia y no pude imaginar, o predecir, lo que sucede con ella.
Siempre es un misterio. Hay canciones que nacen y canciones que mueren. Hay canciones que resucitan y de vez en cuando se te aparecen cuando menos las esperas. Yo creo que "Guillermo Tell" es, como decía Santi Feliú, de esas canciones que, antes de salir al escenario, te dan masajitos en la espalda.
Gran parte de tu repertorio son temas relacionados con el amor, sin embargo, no se te conocen aventuras sentimentales. ¿De dónde sacas la inspiración?
La inspiración me viene de todo lo que vivo, sueño, leo y escucho. Muchas canciones nacieron de una experiencia personal, pero también me gusta contar e inventar historias. Una canción puede nacer de una mentira que pudo ayudarme a comprender mejor una verdad.
¿Y qué tipo de canción prefieres?
Me gustan las que contienen pensamientos filosóficos por muy simples que sean. También soy un apasionado del oficio al que le gusta estudiar los laberintos por los que puede transitar el arte de componer.
¿"Alma mía" o "La Era"?
Me quedo con las dos. En cualquier escalera todos los escalones son importantes.
¿Después de casi 40 años de carrera consideras que has aprendido algo?
Claro, tantos años no pasan por gusto. Dijo Chaplin que al final solo somos unos eternos aficionados, así que siempre me quedará mucho por aprender.
¿Te has vuelto una convención tras 40 años de escenario?
Nunca he dejado de ser yo y creo que la esencia está en las canciones que escribo, más que en como salgo vestido al escenario. En ese sentido prefiero sorprender con la nueva música que hago, por eso entre tema y tema de lo viejo, suelo intercalar algo nuevo para no aburrirme y para no aburrir.
De ser un ídolo y buen caminante de la noche, has pasado a un encierro voluntario. ¿Aburrido o necesitas desconectar de la sociedad?
Me fui aburriendo de ver más y más de lo mismo. Con los años uno va cambiando al igual que la realidad. A casi todos mis amigos de generación les pasa lo mismo. Uno va necesitando tener algo más de tiempo con los suyos y con su trabajo. Esto no significa que me vuelva aburrido, en todo caso, me he vuelto más selectivo.
Me gusta mucho estar con la gente que quiero y conozco, generalmente, tienen una energía positiva y creativa donde me siento a gusto compartiendo. Ya no me interesa estar tan expuesto al azar y a lo que te puedas encontrar en una noche de bares. Con los años aprendí donde quiero y donde no quiero estar.
El mundo ha cambiado, ¿te propones acompañar los cambios con tus canciones?
Siento que mi nuevo disco El grito mudo está conectado con estos tiempos y con lo que estamos viviendo. En ese sentido creo que mis canciones también se han ido renovando con los cambios. Tampoco me interesa estar a la moda, me interesa más bien renovarme dentro de mi propia burbuja y escribir canciones que me toquen el alma y me sacudan los huesos. Si un tema no me sorprende, ni lo grabo, ni lo canto.
Cuéntame un poco más de El grito mudo.
Son 13 historias poéticas y filosóficas en las que predominan las guitarras eléctricas y acústicas buscando un sonido más cercano al mundo del rock, el blues y la fusión.
¿Cuándo sale?
Tenía previsto estrenarlo en una gira promocional por varias ciudades de EEUU y Europa, pero la pandemia nos obligó a posponerla para el próximo año. Pero el disco se consigue en todas las tiendas y plataformas de streaming.
Tu padre fue ingeniero y tu madre ama de casa. ¿Dónde te sitúas tú?
Mi padre era un ingeniero eléctrico. Un gallego de carácter muy fuerte que hablaba con la zeta. En cambio, mi madre era una mujer muy dulce que siempre estaba encerrada en la casa escuchando música clásica. Mi padre absorbía todo su tiempo, era el centro de la familia, muy dictatorial, quería que fuéramos ingenieros. Yo estaba en el centro entre mi madre y él. Después que murió mi mamá comenzó a comprender mejor y a disfrutar la verdadera pasión de sus hijos, la de mi hermano el teatro y la mía la música.
¿Qué valores te aportaron?
La disciplina del estudio y la curiosidad del conocimiento. Mi hermano y yo siempre estudiamos mucho y eso se despierta en el seno familiar. Tengo que reconocer que también me aportó muchos valores el hecho de vivir rodeado de teatristas, pintores, cineastas, actores, bailarines, trovadores, músicos, escritores y filósofos. Tú fuiste parte de ese grupo y vivimos juntos grandes debates sobre muchos temas existenciales. Esa fue una verdadera gran escuela. También mis tíos fueron parte fundamental de mi educación y formación cultural. Por supuesto, extraño mucho a mi madre, a la que le he dedicado tres canciones: "Monedas al aire", "Más allá" y "Adiós", la canción que cierra El grito mudo.
¿Alguna vez dudaste entre ingeniero o trovador?
No, para nada. Entré a estudiar en la Facultad de Electrónica para complacer a mi padre pensando que me iba a relacionar con equipos electrónicos de sonido, cables, etc. Como no vi nada de eso, terminando el segundo año hice el examen de Teatro, me aprobaron y me cambié al Instituto Superior de Arte. Los dos años que estuve estudiando Ingeniería me pasaba las noches junto a Santi Feliú, Tosca, Gerardo y Frank cantando por ahí. Esa era mi verdadera pasión.
Define tu profesión.
Mi profesión es comunicar a través de la canción y la palabra. Transmitir un sentimiento primero y una idea después. Se puede contar la historia de un país a través de las canciones cuando se capta el sentimiento de distintas épocas y generaciones.
¿Te pasó como a Lord Byron que se despertó una mañana y era famoso?
Más que famoso, creo que soy algo conocido. No me pasó como a Lord Byron, pero sí desperté una mañana del año 88 y me enteré que yo estaba totalmente prohibido hasta en los centros espirituales de mi país por lo que sucedió en aquel concierto en el cine 23 y 12 de La Habana. Yo solo escribí las canciones, pero fueron otros los que tratando de borrarlas las pusieron en el mapa. Ese camino no se lo deseo a nadie.
¿Te sientes cómodo con ese discurso del todes y todxs?
Entiendo la intención de algunos defensores del lenguaje inclusivo. Una vez leí en el diario El País que la Real Academia decía que no era realmente necesario el uso de la "e" en vez de la "o" para que en los plurales estuvieran siempre incluidos los hombres y las mujeres. Creo que la Academia dijo algo así como que no era necesario confundir la gramática con el machismo.
¿Crees en el pluripartidismo?
Sí, aunque no creo ni me gustan los políticos de ninguna parte. Un pueblo son millones de cabezas con ideas diferentes y ya sabemos que, históricamente, los sistemas donde rige un solo partido suelen degenerar hacia posiciones dictatoriales. Progresivamente se transforman en gobiernos autoritarios que persiguen a todo el que contradiga al sistema.
¿Qué le falta y qué le sobra a la sociedad cubana para entrar de lleno en el siglo XXI?
Le falta perder el miedo a cambiar y también le falta fe. Le sobra desilusión.
Si sales a la calle en cualquier esquina o en cualquier casa escuchas a gente quejándose en voz baja. Ser crítico en la sociedad en la que uno vive tiene que ser un derecho de todo ciudadano. Si a todos los que tengan ideas críticas, opuestas y diferentes los tratan como una amenaza y terminan siendo censurados, regulados, expulsados de su trabajo, multados o satanizados por sus creencias, entonces terminas cortándole las alas a la libertad de expresión, a la libertad de pensamiento y a la libertad individual que es un derecho fundamental de todo ser humano.
¿Qué le falta al Gobierno cubano y qué le sobra para abandonar completamente el siglo XX?
Le falta entender que mucha gente quiere un cambio real. Entender que en este país no todos piensan como ellos y eso no significa que sean mercenarios. Este pueblo quiere y merece tener el derecho a elegir. Los pueblos se fatigan, se desilusionan, y también se largan.
Les sobra el inmovilismo, la inercia y el mismo repetido discurso triunfalista. La economía es un desastre, los salarios no alcanzan, los noticieros de televisión parecen ciencia ficción. Como dice la canción "allí no falta nada y no hace falta el dinero". Alguien dijo una vez que el socialismo cubano era un maravilloso guion con una desastrosa puesta en escena.
¿Eres partidario de la cultura institucional o de la cultura independiente?
Soy más partidario de la cultura independiente. Entiendo que en muchos países varios proyectos e instituciones culturales están subvencionados por el Estado como es el caso de algunos museos, bibliotecas, escuelas, academias, teatros, orquestas sinfónicas, etc., pero el resto de los proyectos y los artistas suelen ser completamente independientes y funcionan perfectamente bien sin ser un apéndice o una carga para el Estado.
¿Quién envejeció: ellos o nosotros?
¡Envejecieron ellos! Tú y yo seguimos siendo los mismos chamacos ingenuos que aún sueñan y creen que se puede cambiar el mundo con libros y canciones.