En su sede de Línea y 18, en el Vedado habanero, El Ciervo Encantado no hace un teatro convencional. Tampoco un teatro que busque agradar a las masas. Sus presentaciones son polémicas, transgresoras al abordar los problemas de la sociedad, en especial la cubana.
Para Nelda Castillo, directora de esta compañía teatral, "el arte no es realismo ni naturalismo, es una esencia que hay que investigar para ver la realidad. Miramos, pero no vemos, y entonces el arte es eso, atrapar lo que tenemos delante".
El pasado 10 de octubre, El Ciervo Encantado festejó sus 24 años de trabajo. Con la celebración coincidió el regreso a escena de la obra Zona de silencio, después de varios meses de confinamiento por la pandemia de Covid-19.
El nombre El Ciervo Encantado "proviene de un cuento de Esteban Borrero Echeverría que es una analogía de la Guerra de Independencia. Él fue teniente coronel en el ejército mambí y (…) expresaba que la independencia no se lograba por la desunión que existía entre los cubanos", recuerda Castillo. "No fue la intervención de los americanos, sino la desunión de los cubanos, decía Borrero Echeverría. Con ese cuento nosotros comenzamos la búsqueda de la memoria sumergida de la nación", explica.
A lo largo de estos 24 años, la compañía ha logrado implantar un sello en el teatro cubano con las temáticas que trata, la utilización de la performance y la visualidad propia en sus espectáculos.
"Buscamos en la memoria y en lo que está sumergido en el cuerpo de actor", dice Castillo sobre el proceso creativo. "Comencé este tipo de investigación en el grupo de teatro Buendía, en el entrenamiento actoral, con una búsqueda profunda de nuestra identidad que es cambiante e inatrapable, y emerge de la memoria del cuerpo. De ahí se vincula con la memoria de la nación. Nuestra búsqueda no solo concierne a la memoria del pasado, sino a la memoria del presente y el futuro".
La performance Zona de silencio está protagonizada por Mariela Brito y dirigida por Castillo. La obra ha estado en escena durante octubre, todos los viernes, sábados y domingos a las 8:30 de la noche. El cierre está previsto para el 1 de noviembre.
Zona de silencio es una obra con la que, sin decir palabras, la compañía intenta mostrar la realidad del mundo en estos momentos. La escenografía es un cuadrado de arena cubierto de alambrada, con la representación de un campo minado entre la arena, que a la vez funciona como iluminación del espacio.
En el transcurso de la obra Mariela Brito se introduce desnuda entre el laberinto de alambres para desenterrar 20 carteles que representan una parte de las problemáticas de hoy en día.
"Este performance no se ensaya", comenta la actriz. "Hubo un proceso de siete meses donde ha ocurrido todo lo que sabemos a nivel económico, de salud, el encierro, en fin, la pandemia y todo su paquete, junto a nuestra pandemia particular que también tiene sus características. Estas fuertes experiencias de vida, más la parálisis del trabajo, algo duro y difícil de procesar en un momento en que esta obra comenzaba, fue bastante traumático y todo eso nos ha pasado por el cuerpo, por la mente, por la emotividad".
La idea, según la propia Brito, "surge a partir de una referencia a un sitio que existe al norte de México, en el desierto, llamado la 'zona de silencio', donde hay ciertas condiciones naturales por las que el sonido no se escucha".
"Ese fue el pretexto para comenzar a pensar en esa frase y qué zonas de la realidad están musitadas o en silencio. Son temas también conflictivos y por eso la escenografía tiene esta representación de la alambrada y el campo minado, que son bombas que hay que desenterrar y, bueno, poner al público a completar la pieza, pues temas hay muchos. Estos son simplemente los que nosotros proponemos".