Interrumpida en marzo por la pandemia, Zona de silencio, la nueva pieza de El Ciervo Encantado, ha vuelto al proscenio en este octubre abierto.
Se trata de una performance que pertenece más al registro conceptual que tan bien domina esta versátil agrupación. Una performance silente, como sugiere su nombre, llevado a cabo de manera precisa por la actriz Mariela Brito, quien una vez más tienta los límites de sus capacidades corporales y de concentración.
Todo lo que produce El Ciervo Encantado vale la pena verlo porque siempre hay una reflexión larga que lo avala, siempre indaga sobre el mismo código que utiliza (lo que para muchos teóricos olvidados fuera el signo de lo artístico) y siempre es riguroso. Aunque esta vez la envergadura de la obra es menor en comparación con otras de sus clásicos (Lecciones de Cubanosofía, Arrival/Departure, etc.), también se trata de un producto severo, animado por esa sincera inquietud sobre las cosas que caracteriza el quehacer de El Ciervo Encantado. Este grupo de teatro constituye (¿quién lo duda?) lo mejor de la escena contemporánea cubana y esta obra lo ratifica.
La escenografía es bella. Elevada por un juego de luces que tiene lugar al principio de la obra, se convierte ella misma en pieza independiente, en una instalación que bien pudiera exhibirse en cualquier galería. Sobre su dificultad Nelda Castillo comenta que el grupo mismo tuvo que fabricar el alambrado que requiere. "De hecho —nos dice— fue una de las cosas más difíciles de la pieza, porque en La Habana no hay manera conseguir alambre de púas. Así es que tuvimos que sentarnos como 20 personas a torcer alambre".
Sobre la concepción integral de la pieza como una obra de arte en la que el artista se encarga de cada elemento, Mariela Brito comenta que generalmente son ellas mismas quienes realizan la escenografía, el diseño, el montaje, etc., pues no se trata de un teatro convencional.
Zona de silencio versa sobre el lenguaje, sobre las palabras que nos han quitado a la fuerza o que excluimos nosotros mismos del espacio público por equivocada herencia. Es una declaración de un trauma colectivo y, como tal, convoca a la audiencia a que participe.
Cuando Mariela Brito termina su evolución, la obra no se acaba, sino que la directora llama al público presente a que se acerque a la instalación y complete la obra. Es así que cada cual se encontrará de pronto ante la disyuntiva de enfrentar sus palabras o su zona de silencio. Hay quien tendría que empezar desde cero a recorrer el camino que vence la protagonista durante la obra, hay quien ya habrá ganado parte de la trayectoria en su vida íntima, hay quien lo habrá conquistado casi todo y estará ansioso de exhibir su victoria en esa zona.
Ninguna variante está exenta de riesgo. Nos queda, entonces, a nosotros mismos, elegir el peligro con el que podemos.
Zona de silencio se presentará hasta el 1 de noviembre en la sede de El Ciervo Encantado, sábados y domingos a las 8:30PM.