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Entrevista

Una pareja de artistas cubanos en Nueva York y el festival online que están armando

William Ruiz Morales y Gabriela Burdsall, dramaturgo y bailarina, desarrollan el festival de artes online 'Living Away'.

Madrid
William Ruiz Morales y Gabriela Burdsall.
William Ruiz Morales y Gabriela Burdsall. Gillian de la Torre

William Ruiz Morales y Gabriela Burdsall son una pareja de artistas cubanos residentes en Nueva York que combinan la creación artística con el activismo cultural. Dramaturgo y bailarina, en conjunto con un equipo de colaboradores, desarrollan "Living Away", un festival de artes online que combina disimiles manifestaciones artísticas donde, desde el día 20 al 26 de julio, se darán cita creadores del mundo para celebrar la movilidad humana más allá de las limitaciones de las fronteras y las nacionalidades.

Desde el epicentro de la pandemia en EEUU estuvimos conversando.
 
¿Qué los motivó a impulsar un proyecto con estas características?

El motivo fue la necesidad de crear una plataforma que respondiera a las necesidades de un grupo de artistas en Nueva York y otras partes del mundo. La idea es que no estábamos interesados en la luchita personal por acceder a espacios de programación en la ciudad. Nos interesaba más generar nosotros mismos esos espacios y compartirlos con una comunidad de personas que frecuentemente no cuenta con la posibilidad de acceder al trabajo de creadores que pueden estar cerca de ellos en términos de cultura, nacionalidad o intereses.

¿Por qué "Living Away"?

Lo de "Living Away" viene en principio por nombrar una circunstancia que comparten los artistas que participan en la plataforma. Nosotros estamos interesados en apoyar sobre todo a artistas que de alguna manera están viviendo lejos de  su lugar originario. Igual, creo que el concepto es una idea móvil que se va adaptando a la naturaleza de los proyectos que vamos desarrollando.
Ahora mismo, por ejemplo, tiene que ver con la circunstancia de la distancia por todas partes. Creo que la idea es tan amplia que puede integrar la variación de esas circunstancias.

En la edición de este año, hay una gran representación de artistas cubanos de nuestra diáspora. Gente que sigue trabajando en Londres, Berlín, Madrid, Miami, Chile y Nueva York, claro. Pero también hay artistas como las coreógrafas Naima Mazic (Austria) y Kim-Sahn Chau (Canadá), que han desarrollado un trabajo profundamente internacional.

¿Cuándo comenzaron a trabajar en su producción?

Empezamos a trabajar en esto a principio del año pasado. La idea se desarrolló orgánicamente a partir de que nos visitaron dos amigos artistas cubanos (Adriana Jácome y Kiko Faxas) y a partir de ahí, en plan avalancha, fuimos sumando otros.

Finalmente, lo que resultó fue un festival de artes vivas que hicimos en Brooklyn. Hubo arte contemporáneo, comida, bebida y bailoteo final, por supuesto. Eso lo hicimos sin fondos. Vendimos unas entradas y con eso logramos cubrir los gastos del evento mismo, pero los artistas financiaron sus propios proyectos porque creíamos que era importante realizar un primer evento.
Después, ya con la seguridad de que tenía sentido para nosotros y para el público, decidimos buscar apoyos para hacer un segundo evento.

¿Cómo se las ingeniaron para financiarlo? ¿Decidieron que fuese online antes o después de la pandemia?

Envíamos algunas solicitudes a fondos locales y finalmente nos apoyaron del Upper Manhattan Development Zone y de Lower Manhattan Cultural Council. Nuestro proyecto se iba a desarrollar en vivo en el mes de mayo, pero entonces apareció el coronavirus, como se llamaba en aquellos lejanos tiempos de enero y tuvimos que reimaginar el Festival y trabajar desde el confinamiento.

Entonces vino la idea de tirarnos contra el internet, que no era el territorio de nuestro mayor agrado ni familiar, pero era la opción que teníamos para poder compartir el trabajo de varios artistas que ya habían comenzado a desarrollar proyectos especialmente para el Festival.

Con el mismo método avalancha, otras personas se fueron sumando. Incluidos Cifarra (Liliet Reyes/Alejandro Medina), DSafía (Claudia Olivera), Electric Light Studios, Lisett Ledón, Daniela Friedman y Reynier Rodríguez, que se empezaron a encargar de proyectos específicos dentro del evento.

¿Qué beneficios les reporta que sea online?

Irnos a online es un experimento, una manera de explorar otras vías de comunicación. No creo que para nosotros sea peor o mejor, es simplemente un espacio distinto. Lo que más nos preocupa de esta versión es la espalda del espectador. En esta prehistoria tecnológica que vivimos, los medios digitales lo obligan a uno a un encorvamiento muy incómodo. Por eso también estamos tratando de presentar proyectos que cambien un poquito la manera en que el espectador participa de los trabajos. Desde clases de danza hasta clases de cocina, hay ideas que buscan liberar al espectador de la silla y la pantalla.

¿Cómo se puede participar en "Living Away"?

El proceso de selección para "Living Away" siempre ha sido poco ortodoxo. No hemos hecho nunca una convocatoria abierta, sino que nos interesa ir conectando personalmente con los artistas a partir del crecimiento orgánico de nuestra red. Sucede un poco como: mira, está este artista que creo que está conectado con lo que ustedes están pensando… y a veces realmente funciona y otras veces no.

Quizás eso cambie en el futuro, ya veremos. El resultado entonces es una especie de curaduría blanda que, por supuesto, no significa sin sentido.

No nos interesa tomar la posición de un curador que trabaje con intereses limitados por su propio gusto, sino que tratamos de estar abiertos a formas diversas de creación. Yo creo que hasta ahora hemos logrado contar con artistas que trabajan con ideas contemporáneas de arte y que producen obras muy interesantes y novedosas. Ese crecimiento orgánico (piensa en un cangre de yuca, donde cada yuca tiene derecho a ser de la forma que le de la gana) también facilita que el programa de nuestros eventos sea coherente. Nuestra visión es que las artes contemporáneas son un medio que no discrimina en términos de formas.

Me gustaría que me comentaras sobre algunos de esos artistas que participarán en esta edición.

Este año tenemos una compositora, Nina Fukuoka, que está trabajando en una instalación sonora interactiva online; Jadele McPherson, una artista interdisciplinaria que trabaja con reinterpretaciones de tradiciones afrocaribeñas; el trabajo del colectivo de nueva música Down the Rabitt Hole que, en colaboración con Yiran Zhao, han adaptado una pieza para ser ejecutada por el público desde su casa; la arquitecta Daniela Friedman que, en colaboración con el evento, desarrolló un sistema de instrucciones para recorrer la ciudad siguiendo la idea de los mapas mentales, y un larguísimo etcétera de proyectos híbridos de danza, cine, performance, prácticas de lo real…

Me encantaría haber podido nombrar a todos los artistas porque cada uno de ellos le aporta al evento ideas muy únicas y personales. Por eso es por lo que seguimos insistiendo que esta es una oportunidad única para explorar formas de arte que quizás no son muy comunes y que a la vez están diseñadas tomando muy en cuenta la experiencia del espectador.

¿Qué busca "Living Away" más allá de la realización del evento?

Una cosa que es importante en la ética del proyecto es que nos interesan las comunidades y no los networks. Alguien el otro día me lo definió como que los networks son transaccionales y las comunidades colaborativas, si mal no recuerdo. Nos interesa cada vez más fortalecer esas redes, muchas veces también afectivas, y ahí ir construyendo la solidez del proyecto.

Nuestra propuesta de ayudar en el desarrollo de proyectos de arte está basada en nuestra voluntad de compartir experiencias. A partir de haber llevado un trabajo ya de algún tiempo en el desarrollo de proyectos artísticos y de plataformas, queremos abrirnos a la posibilidad de ayudar a artistas que a lo mejor se sienten un poco perdidos en como articular sus ideas. Sobre todo, a artistas que, por una condición migrante u otra razón, están en contextos que le son ajenos y no saben bien por donde entrarle a la actual estructura de producción de arte.

Lo pensamos como colaboración, no como imposición de nuestros puntos de vista.

¿Creen que los deseos de realizar "Living Away" se remonten a sueños que en Cuba no pudieron materializar?

Una fuente de inspiración que acompaña la idea de "Living Away" es el trabajo creativo que hice junto con mi abuela [de Gabriela] Lorna Burdsall, bailarina, profesora y coreógrafa norteamericana y precursora de la danza moderna y contemporánea en Cuba. En los 80 Lorna fundó "Así Somos" un grupo de teatro y danza experimental, creado con artistas de distintas disciplinas. Esta agrupación abierta para todo el que quisiera participar sin importar de donde vinieras y cuál era tu práctica, fue un poco la respuesta de querer generar un espacio de creación, lejos de las formas y mecanismos institucionales que existían en Cuba y con las cuales ella había trabajado por mucho tiempo.

Haber crecido en un espacio como este, en una plataforma innovadora para su tiempo y alrededor de personas distintas que hoy son como familia, hacen que piense y apoye la idea de "Living Away" como un lugar de colaboración.

¿Cómo se sienten siendo artistas cubanos en New York?

Hay una obra de Yali Romagoza, una artista cubana que ha estado con nosotros en las dos ediciones del evento, donde ella presenta una maleta. Cuquita, "The Cuban Doll", el alter ego de Yali, se sienta en silencio por largo tiempo junto a una maleta abierta que contiene objetos personales y escrituras que cuentan un viaje de migración personal. Es la maleta la que cuenta la historia, y Cuquita está ahí como sujeto y testigo de esa narración, sin necesidad de decir nada más. Lo que yo he sentido es que a uno le dan ganas de mostrar esa maleta con la que uno viene, y que claro, es más compleja que lo que el yuma espera.

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