Los rinocerontes tienen una visión muy escasa, aunque son capaces de distinguir si una persona esconde algo si la tienen delante. Su oído es muy fino, similar al de alguien invidente y las orejas son de tipo tubular, es decir, que se mueven rápidamente en la dirección de donde proviene el sonido. Pero su sentido más desarrollado es el olfato; la cantidad de tejido olfativo en el hocico supera al tamaño de su cerebro.
Oscuros rinocerontes enjaulados… muy a la moda fue la tesis de graduación del director y guionista, Juan Carlos Cremata Malberti, estudiante de la primera generación de la Escuela Internacional de Cine y Televivisión (EICTV) de San Antonio de los Baños.
De Cremata había visto su opera prima de largometraje Nada, estrenada en la Quinzaine des Réalisateurs en el Festival de Cannes en el año 2002 de la que pensé sin conocerlo: el director de esta película debe ser un tipo muy libre. En el mundo monocromático de Nada siempre había objetos que sin explicación tenían color. Creo yo que este este guiño le recordaba al espectador la existencia de toda una gama de colores que el cubano había dejado de ver. Pero no fue hasta que vi Oscuros rinocerontes… que pude entender mucho mejor Nada y el cine que haría Cremata a continuación.
Oscuros rinocerontes… cuenta la historia de una seño de limpieza que al descubrir el secreto sexual del jefe de su oficina, destapa las intimidades de todo su entorno laboral. Una caja de Pandora que trae consigo el caos y con él la liberación de estos rinocerontes enjaulados. Lo que empieza siendo una máxima que diría algo así como: "Todo cubano debe saber actuar, aunque sobreactúe", finalmente termina contraponiéndose a esta idea y dejando claro que si ese es el camino que se adopta hay muchos placeres que vamos a privarnos de experimentar.
La doble moral es uno de esos monstruos que ha padecido la sociedad cubana desde su génesis y que alcanzó su máxima expresión durante el proceso revolucionario. Cremata, observó que esta doble moral se convirtió en una navaja suiza versátil que los cubanos utilizan diariamente para sobrevivir en una realidad en la que cada vez la simulación se impone con más fuerza. Al inicio se lee: "Esta película es una comedia. Para su mejor aprovechamiento usted deberá reír al encenderse la señal roja a izquierda de pantalla. Gracias. La ADMON". Desde el minuto cero Cremata está parodiando el absurdo de este tipo de prácticas totalitarias, del didactismo que pretende controlar incluso nuestras propias emociones.
Oscuros rinocerontes… es una orgía visual de estéticas altamente promiscua, un verdadero orgasmo de imágenes y sonidos que paradójicamente se concibió gracias a ese otro orgasmo colectivo que los cubanos vivimos fingiendo desde hace muchos años. En Oscuros rinocerontes… pueden verse muchas cosas, podría ser desde un autorretrato inconsciente de la mente fértil que posee Cremata, hasta una carta de amor a esa otra alma libre del cine experimental canadiense que influyó en su formación, Norman McLaren. Oscuros rinocerontes…es un secuestro premeditado por un secuestrador nato —lo haga en forma de cine o en el tú a tú— como solo Cremata sabe orquestar.
En esa oficina estatal abarrotada de documentos y penes pintados en los baños, se escucha a Elvis Presley, David Whitaker, Eugen Jochum, Pérez Prado, Rita Pavone, entre otros artistas, que componen una banda sonora exquisita en géneros musicales y diversionismo ideológico que me gustaría sugerir a Cremata que rescatara en una playlist.
Los que se asomen a la sección "Cine Cubano en Cuarentena" para ver Oscuros rinocerontes… por primera o por décimo novena vez saldrán satisfechos. Hay que abrir los ojos, los oídos y dilatar los poros con agua caliente para estar receptivos a esta obra que exuda libertad. Nos alerta que reprimirse solo puede generar a mediano o largo plazo un quiste, un cáncer o un tumor maligno.
Oscuros rinocerontes… es una lección de vida de un artista que arrancó su carrera en el cine con una fuerza descomunal. Con un elenco encabezado por Paula Alí y junto a un equipo técnico que se lució enormemente, quisiera recomendar esta obra de Juan Carlos Cremata Malberti, un artista consagrado que estaba muy claro desde sus tiempos de estudiante que los buenos orgasmos, como las grandes películas, no pasan de moda.