La joven realizadora Laura Roque compite en la Muestra Joven del ICAIC con su documental Destiempo: la crisis y la prensa (2018), un filme que atiende a la importancia de evaluar el legado cultural de la prensa en Cuba, sobre todo en la época del llamado Periodo Especial.
El interés investigativo de Roque hace uso de la observación documental, repasa las fuentes hemerográficas que hoy se archivan en la provincia de Cienfuegos para comprobar de qué modo el periódico local 5 de Septiembre comporta un carácter utilitario, en tanto registro testimonial de una época.
Las conclusiones a las que llega confirman la inutilidad del ejercicio periodístico en Cuba al apuntalar una política de espaldas a la realidad social del país. Ramón Barreras Ferrán, corresponsal del periódico Granma en Cienfuegos durante los años 90 y presidente de la UPEC en la provincia entre 1993 y 1995; Héctor Castillo Toledo, reportero de temas económicos en 1993; y Omar George Carpi, miembro del Consejo de Dirección Nacional de la UPEC en 1993 conforman el grupo de entrevistados por Roque en su propósito loable de debatir un tema silenciado en el discurso oficial de la Isla.
Resultan interesantes los criterios de estos periodistas, los cuales parece compartir, por momentos, el punto de vista de la realizadora. Castillo Toledo confirma que en el legado del periodismo de los tiempos del "Periodo Especial" prevalece "un periodismo acrítico, un periodismo en el que prima la autocensura, un periodismo gris (…) fue, como para toda la sociedad, un periodo de subsistencia (…) mi conclusión, sería que… la prensa no mostró toda la realidad, o sea, todos los matices de una realidad rica en matices".
Barreras Ferrán y George Carpi resultan más categóricos: "Yo creo que los periódicos nunca se van a poder utilizar para hacer esos estudios… no solo los del Periodo Especial, ni los de antes del Periodo Especial ni los actuales (…) Cuando alguien vaya a consultar dentro de 20, 30, 40, 50, 60 años los periódicos (…) no va a encontrar la realidad cubana".
A mi juicio, nada de esto resulta novedoso. El documental de Laura Roque —con una idea espectacular que necesitó casi media hora para llegar a estas conclusiones—, da la impresión que descubre el agua fría.
A Destiempo… le falta firmeza en su propósito de hurgar en la historia del periodismo insular, marcado por la demagogia, la manipulación política, el consignismo patriotero y la crítica a los síntomas de resquebrajamiento social que ya afloraban tras las medidas del Gobierno que intentaron paliar la situación de crisis: la despenalización del dólar, la apertura a las inversiones extranjeras que motivó el éxodo de profesionales de la educación y a la salud al sector del turismo, la corrupción político gubernamental en todas las esferas de dirección del país, la prostitución, el incremento del tráfico y consumo de drogas, así como los niveles de pobreza y marginalidad en la población, por solo mencionar algunos de los males escapados tan pronto fue destapada nuestra caja de Pandora.
Mientras se asiste a este documental el espectador queda esperando que la realizadora nos diga por qué se evitó tanto nombrar en nuestra prensa la palabra "crisis", cuáles fueron los nexos entre la prensa y el poder; y por qué no solo la autocensura, sino la censura oficial, estableció una política de mordaza contra las posturas disidentes, incluso en las filas mismas del periodismo.
No comparto la opinión de los entrevistados respecto a que la prensa, en su ejercicio crítico, tenía que asumir el papel de una pitonisa que augura el futuro. Tanto a los entrevistados como a la realizadora les faltó nombrar las cosas por su nombre, asumir el compromiso moral de ser críticos, primero, con ellos mismos.
Parece de risa que este trabajo de Roque, en su interés de indagar en los meandros de la censura periodística, caiga ella misma en su propia trampa. Por eso calla y prefiere un repaso a la historia epocal, como si el espectador de ahora estuviera muy alejado de esos difíciles años 90 o como si no los hubiera vivido.
Es por eso que, a pesar de la importancia del tema que nos trae, es este un documental fallido, que para completar su desatino de deslices, no consigue tampoco convencernos con su recreación del ambiente de caos económico, con imágenes francamente pedestres que intentan todo el tiempo pasar gato por liebre.
Tenemos, por ejemplo, que se habla de mercados agropecuarios, cafeterías y otros lugares en Cienfuegos "en opción cero", personas sin tener qué comer, etc., y la producción apela a tomas donde vemos un bando de gente degustando de deliciosos emparedados y refrescos embotellados en merenderos, o muchos pies deambulando en ferias agropecuarias con las bolsas bien surtidas. El disparate mayor es que intenta imprimir esa noción de carencia con restos de basura, con cajas vacías sobre camiones o listados de productos donde solo se venden boniatos.
No creo sea culpa de su edad. Laura Roque, que tenía cuatro años cuando la debacle inició —al menos reconoce que esa crisis aún no termina—, como buena periodista que pretende ser debió tener el sentido común del rigor y la honestidad intelectual que exigía una investigación como esta. Hablo del buen tino de un periodismo comprometido consigo mismo, con la verdad, no importa a quién le duela.