El Centro Cultural Cubano de Nueva York invita a una presentación única sobre el cine de rumberas, que convirtió la rumba, la danza popular cubana, en un melodrama, y lanzó las carreras de las rumberas cubanas Ninón Sevilla, María Antonieta Pons y Amalia Aguilar, entre otras. Será este 6 de febrero y correrá a cargo del periodista y productor cultural Armando López.
Con el paso del tiempo, estas películas de los años 40 y 50 se convirtieron en filmes de culto, en Festivales de cine de Francia, España, Brasil y Alemania. En 2016, la rumba cubana fue definida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Bajo el título de "Mujeres de fuego: las rumberas del cine de oro", López hablará de los orígenes de la rumba, con proyecciones de los bailes de yuca, el yambú, la columbia y el guaguancó. Así como con vídeos de los grandes rumberos cubanos, Ignacio Piñeiro, Malanga (Union de Reyes llora porque Malanga murió), y Gonzalo Asencio (Tío Tom), el indiscutible Rey del Guaguancó.
"Cuando el Centro Cultural Cubano de New York me pidió charlar sobre las rumberas del cine mexicano, pensé en Ninón Sevilla, pobrecita, como sufría en sus películas, yo no sé como podía llorar y después bailar rumba con una jaula de pájaros en la cabeza", reflexiona López, quien tenía 9 años cuando se escapaba del colegio "a rumbear al patio de nadie (no tenía cercas), donde negros y blancos, en cajones, cencerros, guatacas, y cuanto hierro encontraban, sonaban y cantaban guaguancós".
"Entonces, comencé a preguntarme ¿qué cosa era la rumba? ¿Si las coreografías que hacía Ninón en sus películas, o la otra rumba, la que sonaba en el patio de nadie?", escribe López.
"Quién iba a decirle a la rumba, el ritmo fiesta que nació en los patios de nadie, en las cuarterías y solares, que la vestirían de lentejuelas en los cabarés, que a golpe de tumbadoras, la aplaudirían en el teatro Alhambra, que los años 30, la famosa vedette francesa Mistinguett la disfrazaría de plumas en París, para escándalo de pintores como Picasso y escritores como Apolineire, que el sonero mayor Ignacio Piñeiro, compusiera una rumba sacrílega, Sobre una tumba una rumba, y nos dejara con la boca abierta, al declarar 'sin rumba no hay son'."
"Por esa época, un españolito, que su madre soltera envió a La Habana, crecería en el barrio habanero de Jesús María, asomado a los cabarés, mirando a las bailarinas encuerarse. Boxeador, torero, actor, y hasta aprendiz de cineasta, se empató con una blanca que bailaba durísimo, María Antonieta Pons, y le dirigió la película Siboney, nada menos que con rumbas de Ernesto Lecuona: Y nació el cine de rumberas", señala.
"El cine de rumberas sería una mina para los artistas cubanos. Cuba pondría las vedettes, las parejas de baile, los músicos, los coreógrafos. México la industria cinematográfica", explica, y nos recuerda que en el cine mexicano nació la popularidad de las rumberas cubanas Ninón Sevilla, Amalia Aguilar, Rosa Carmina, y muchas otras, pero también del mambo de Pérez Prado y Beny Moré, de los boleros de Olga Guillot, de las guarachas de Celia Cruz con la Sonora Matancera.
Para los cubanos decir "se formó la rumba", es decir comenzó la fiesta. "Pero la rumba es mucho más que fiesta, es catarsis, es desprejuicio, es liberación", y de esa liberación, surgida en los barrios bajos y trasladada a los cabarés de todo el mundo y la gran pantalla, de esa rumba "sandunguera y altamente contagiosa" que "pasó del negro a los blancos, hasta convertirse en puente entre razas", nos hablará Armando López en el Instituto Cervantes de Nueva York.
Este evento se llevará a cabo en español con traducción simultánea en inglés a través de auriculares. El acto será a las 7PM en el Instituto Cervantes (211 East 49th Street, apuesta. 2da y 3ra Aves., NYC) , entrada: $ 10 para el público general, gratis para miembros de CCCNY o IC.