Liliane Hasson, una de las más relevantes traductoras de literatura cubana al francés, murió el pasado 25 de enero y fue sepultada este martes en el cementerio de Pantin, en las afueras de París, según informó el estudioso de la música cubana Marcel Quillévéré.
Hasson fue quien más hizo por la difusión de la cultura cubana del exilio en Francia y en buena parte del mundo al traducir obras de los escritores Reinaldo Arenas, Virgilio Piñera, Carlos Victoria, Guillermo Rosales, Zoé Valdés y Antonio José Ponte, entre otros.
Como destacó Jacobo Machover, "no fue la única" en llevar al francés esta literatura, "pero fue quien le puso toda su alma y su talento".
"Al principio, ella trabajó sobre la revolución cubana desde un punto de vista más bien de simpatía. Hasta que vio y no pudo aceptar las mentiras castristas", destacó Machover en una semblanza muy personal que publicó en su perfil de Facebook.
"Ese sentido de la justicia le vino sin duda de su infancia, cuando tuvo que esconderse de la persecución nazi y de la policía colaboracionista francesa en Niza, en la misma época que el abogado Serge Klarsfeld y la inmensa Simone Veil, quien fue deportada a Auschwitz. Esa fue su escuela de vida, la que conservó en su espíritu para siempre, contra todas las tiranías", añadió.
Machover recordó que Hasson fue objeto de "ataques despiadados con argumentos seudocientíficos" por parte de académicos franceses procastristas.
"Estuvimos los dos colaborando en un libro colectivo sobre La Habana, cuya publicación dirigí, entre 1994 y 1995. Liliane fue quien hizo saltar a la fama mundial a Reinaldo [Arenas], a quien ella quería con locura, a través de la publicación, en diciembre de 1990, de una larga entrevista en el diario Le Monde", añadió.
"Ella logró difundir ese texto, titulado 'Cuba por Reinaldo Arenas', pocos días después de su muerte", y cuya salida a la luz Machover describe como "uno de los golpes más fuertes propinados a la tiranía castrista".
"Vi nacer esa hazaña intelectual en su casa, en medio de la tristeza por el fallecimiento de uno de los más grandes escritores exilados, que ni ella ni yo ni el cineasta argentino Gualberto Ferrari, que estaba con nosotros, lográbamos contener", añadió.
"Hoy estoy inmensamente triste por Liliane. Su obra merecerá ser reconocida en Cuba por todos los amantes de nuestra mejor literatura", concluyó Machover.