El régimen cubano quiere apropiarse de la figura y legado del jazzista Bebo Valdés, a quien obligó primero al exilio y lo mantuvo después durante más de 50 años en la lista negra de los censurados en la Isla.
En un artículo del diario Granma, órgano del Partido Comunista de Cuba (PCC), a propósito de los 100 años del genial músico, su autor reivindica que "Ramón Emilio Valdés Amaro es de Cuba" y que "ni las décadas en que habitó bien lejos (…) dejó de ser nuestro ni de promover la música cubana".
"Bebo ocupa un lugar al que una y otra vez habrá que volver para hallar las claves de la altura alcanzada por la música insular y su proyección continental en los años 50", escribe Pedro de la Hoz sobre el talentoso pianista que fue perdiendo sus lugares de trabajo a causa del choque entre su repertorio, considerada creación imperialista, y las disposiciones del recién instaurado castrismo.
"La marca de Bebo fue la orquesta Sabor de Cuba, con la que trabajó en el cabaré Tropicana, alternando con la de Armando Romeu, entre 1949 y 1957 y grabó sesiones memorables, amén de acompañar a primeras figuras cubanas y extranjeras, entre ellas Rita Montaner y Nat King Cole", recuerda el medio oficial.
"En 1952 creó el ritmo batanga, cuyos planteos renovadores no fueron descifrados por la industria del disco y el espectáculo, pero cuyas huellas se convirtieron en una referencia de mucho de lo que ha sucedido después tanto en la evolución del jazz cubano como de la timba (…)", añade.
"A México fue a parar en 1960, donde colaboró un tiempo con el chileno Lucho Gatica, a quien conocía de La Habana. Luego se instaló en Europa. Dejó atrás a su familia y fundó otra en Suecia", sostiene el Granma, como si se tratara de un emigrante económico más.
Para el periódico oficial, Bebo "nunca entendió los cambios que tuvieron lugar en su país natal. Pero ni en los días de ganarse la vida en restaurantes y boites suecas dejó de pensar la música en términos cubanos (…)".
Sin embargo, el músico cubano sí tenía claro lo que sucedió tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959. En unas declaraciones ofrecidas al diario español El País en una ocasión dijo: "Habíamos salido de Batista, que era un dictador de derechas, y caímos en el de izquierdas, que también oprime al pueblo. ¡Que se vayan al carajo todos los dictadores!", afirmó.
Por eso, en una entrevista posterior en 2005 con el periódico Dagens Nyheter, Bebo Valdés dijo que no volvería a Cuba porque no soportaba "las dictaduras" y atribuyó sus deseos de "soñar un poco todavía y hacer más música" a la circunstancia de que su abuela viviera 109 años.
En su artículo dedicado este martes al músico exiliado, Granma celebra que Bebo Valdés "comienza a cabalgar de nuevo, a los aires del jazz latino", con discos como Bebo rides again y películas como Calle 54, "su fabulosa unión al cantaor Diego el Cigala y el reencuentro con su hijo Chucho Valdés en el álbum Juntos para siempre".
Concuerda con la investigadora Rosa Marquetti en que "sería un error capital reducir la importancia de Bebo Valdés en la música cubana, al boom internacional que alcanzó su revival con el disco Lágrimas negras. En todo caso, el reconocimiento mundial alcanzado en la última década del siglo XX fue merecidísimo colofón de una carrera que atraviesa transversal y exitosamente toda una centuria y más en la música cubana".
También coincide con Marquetti en que "tiene su propio y destacado sitio entre los mejores directores de orquestas, compositores y pianistas de trascendencia, y milita entre los más creativos arreglistas en toda la historia de nuestra música".
Para De la Hoz, "ese es el Bebo que en su centenario le gustaría fuese recordado". El periodista oficial insiste en que "sin lugar a dudas, por encima de lo anecdótico, legítimamente nos pertenece".
En 2013, en una especie de perdón público, el Gobierno le dedicó a Valdés un homenaje durante el Festival Internacional Jazz Plaza organizado con la venia del Ministerio de Cultura. Los primeros elogios al músico en la prensa estatal solo aparecieron después de la muerte del pianista exiliado en marzo de 2013, como sucedió con otras figuras también condenadas al ostracismo por décadas como José Lezama Lima o Virgilio Piñera.
En 2009, tras ganar hijo y padre el Grammy por el disco Juntos para siempre, los medios oficiales editaron la noticia y ocultaron el nombre de Bebo. Solo reflejaron el de Chucho Valdés.
"Estoy indignado", dijo entonces Chucho Valdés a El País. "Siento una gran frustración. No entiendo cómo se puede omitir un nombre que ha dado tanta gloria a Cuba. Y además es mi papá... No lo voy a tolerar".
En otra oportunidad, en la que señaló que el Gobierno de "Cuba le debía un tributo especial" a su padre, recordó que en vida de Bebo, ganador de siete premios Grammy, los medios cubanos nunca hablaron de él.