La Galería Taller Gorría (GTG) acoge desde el pasado 28 de julio la más reciente muestra personal de Arturo Montoto (Pinar del Río, 1953).Los anfitriones de dicho espacio, enclavado en la calle San Isidro 214 entre Picota y Compostela, Habana Vieja, exhiben las nuevas producciones de un artífice que desde hacía seis años no se mostraba en la Isla.
Con Dark, Montoto exorciza su ausencia del ruedo artístico nacional. Y para sorpresa de sus seguidores, gira 180 grados y del día se sumerge en la noche.
Acostumbrados a sus coloridas pinturas, los espectadores recibieron con cierto asombro una selección de obras en las cuales predomina el negro. Envueltas en la oscuridad, las piezas no son un reflejo directo del estado de ánimo de su creador, como pudiera pensarse, sino un ejercicio consciente de provocación conceptual e intelectual. Arturo Montoto hace un viaje a los extremos opuestos de las representaciones pictóricas que le han hecho famoso, la migración se hace más evidente en la serie de lienzos expuestos.
En obras como "Discurso primario", "Conjuros", "La muerte del behíque" o "Vértigo de mediodía", todas pintadas con acrílicos y de igual formato (200 x 200 cm), se sumerge una vez más en la realidad fragmentada de los pequeños detalles. Aquí, elementos naturales como plantas, frutas o el capullo de una mariposa conviven con otros étnicos de nuestra cultura y enseres cotidianos. A Montoto le sigue importando el contexto y la puesta en escena; la teatralidad del hecho no es captada esta vez desde la visión académica, sino desde la sinuosa abstracción informalista. El terreno no es nuevo para él, la pintura abstracta es una de sus grandes pasiones.
Pero si bien en las telas prevalece el misterio como discurso visual, en las esculturas de gran formato, elaboradas con resina y fibra de vidrio policromada, los espectadores se reencuentran con elementos simbólicos trabajados en muchas de sus obras marcadas por ese aire teatral. Así, en "Sutura" utiliza una pelota de béisbol, en "Dividendo" reproduce una rodaja de sandía, un huevo en "Mal de ojo" y un canasto para "Agua y Carbón". Todas las piezas son representaciones fieles, de gran realismo, en cuanto a las formas y texturas de los objetos representados; el artífice subvierte la escala, los colores y el contexto. Las esculturas no están situadas en los espacios arquitectónicos desgastados que el pintor suele elegir: ahora utiliza el vacío, el escenario lo elige el espectador. Sobre las cuatro obras el negro se expande sin freno, podríamos pensar equívocamente en la descomposición; sin embargo, cada una de ellas irradia belleza, frescura y cierta pureza.
Puede que el simple carbón despreciado hoy por muchos, pero empleado por artistas y en la industria, esté presente en el imaginario reflexivo de Arturo Montoto. Este elemento mineral o vegetal puede atrapar toda la luz en su interior sin permitir refracción alguna. Al día de hoy, en minas de Brasil, se le sigue extrayendo bajo régimen de semiesclavitud, en canastos similares al recreado por el cubano en una de las esculturas expuestas. Quizás en su búsqueda por tierras quemadas Montoto haya encontrado un nuevo renacer en sus orígenes como pintor de caballete; con el paso del tiempo y el oficio conquistado enciende nuevas brasas sobre los negros carbones de la contemporaneidad, intentando arrojar algo de luz en las tinieblas.
En una de las paredes del fondo de la sala, también parte de la muestra, se proyectó un audiovisual que recoge los distintos procesos creativos llevados a cabo por el genio plástico y sus asistentes para la elaboración de las piezas montadas.
La presentación de la muestra estuvo a cargo del escritor Leonardo Padura, y de Jorge Perugorría, actor, director, artista plástico, fundador del espacio en 2015, quienes acompañaron al creador. La afluencia de público, seguidores y admiradores fue notoria. Sin lugar a dudas, Dark, abierta hasta el próximo 28 de agosto, es una acertada propuesta curatorial de David Mateo, investigador, crítico, editor y director de la publicación digital Artcrónica.