Él ya escribía como si estuviera en Nueva York antes de vivir allí (como ahora). Su apellido delata el parentesco con un poeta cubano (que es su padre Ramón), pero su escritura no guarda relación con esta conexión familiar: "En mi literatura no reconozco ningún elemento de su obra. Tenemos referentes comunes, eso sí. Y quizá mi sensibilidad literaria se la deba, pero seguimos caminos diferentes", explicó en una ocasión Abel Fernández-Larrea (La Habana, 1978) a Diario de las Américas.
Narrador, editor y traductor, Abel es graduado de Estudios Socioculturales, luego hizo un Máster en Lingüística Aplicada. En la Universidad de La Habana impartió Redacción, Análisis de textos y Literatura medieval española. Su background académico se refleja en su obra, cargada de referentes literarios e históricos; su literatura es cubana porque su autor lo es, pero busca y encuentra lo universal. Abel es "un escritor separado, un escritor más allá de las modas y que está libre de las frases hechas", opinó el escritor Alberto Garrandés.
Ganador de varios reconocimientos en la Isla y del Premio Novelas de Gaveta Franz Kafka 2016, con el libro Shlemiel. Aventuras y desventuras del señor Mostaza, "Abel Fernández-Larrea nos recuerda que los límites de lo que nombramos literatura son siempre débiles y confusos; que una narración puede no conducir a ninguna otra parte que no sean el asombro y la extrañeza", señaló Kelly Martínez-Grandal sobre esta obra.
Desde 2016 Abel no vive en la Isla. Tras un tiempo por Miami, ahora fija su residencia en la ciudad de Nueva York, desde donde contesta a nuestras preguntas, como parte de la serie de entrevistas a jóvenes escritores cubanos que ya no viven en Cuba.
"Como preámbulo, solo quisiera decir que me choca un poco eso de responder a una entrevista a jóvenes escritores cubanos. Yo cada día me siento menos las tres cosas", advierte el escritor.
¿Cuáles son los temas que más te interesa abordar?
Creo que los temas de siempre. Los grandes temas. No sé, Eros, Thanatos, Theos… esas cosas. Y, al mismo tiempo, las pequeñas vidas de la gente. O sea que, en resumen, me interesan los grandes temas en las pequeñas vidas.
En tus libros hay personajes soviéticos, judíos, neoyorquinos, universales en resumen, pero ¿encontraremos algún día personajes e historias cubanas en tu literatura? ¿O (cubanos) de Miami?
Miami fue una circunstancia necesaria y breve, pero no niego la posibilidad, como tampoco niego la posibilidad de que Cuba o un personaje cubano aparezca alguna vez en un texto mío. En cualquier caso, será si y solo si la historia lo requiere. Nunca me interesó narrar el metro de La Habana.
En otras entrevistas has afirmado no sentirte parte de la llamada Generación Año Cero, aunque pueden verse puntos en común entre tu obra y la de algunos creadores englobados bajo esta etiqueta, por ejemplo: el abordaje de temas distantes al contexto real de la Isla como una especie de válvula de escape literaria y un deseo de alcanzar lo universal, ¿crees que el desarraigo es la marca de esta no-generación?
Puede ser. Cada generación intenta castrar a la anterior, si esta no la engulle primero. Creo que ya se había hablado demasiado de enfermos de sida, balseros y jineteras. Salir a explorar otro(s) mundo(s) era la única opción. Hay otros rasgos, menos analizados, como la supremacía de referencias de otros medios (no literarias), como el cine, la música o la televisión. La literatura de Año Cero suele ser más audiovisual que literaria.
¿Dónde y en qué horario prefieres escribir? Cuéntanos de tu rutina de trabajo… (soporte, contexto, ¿¡manías, fetiches!?)
Bajo ninguna circunstancia escribo descalzo y de pie por las mañanas. No tengo rutinas de trabajo. Escribo cuando no puedo hacer otra cosa, cuando no puedo evitarlo. Eso ha significado levantarme a las tres de la mañana a escribir, porque ya no podía seguir dando vueltas en la cama. Igual, manías sí tengo. Por ejemplo, crear siempre tres carpetas antes de comenzar a escribir un libro: en una, irán entrando los capítulos o cuentos ya terminados; en otra, los que están en proceso o requieren reescritura; en la tercera, toda la documentación (por ejemplo, referencias, artículos, pesquisas) que utilizo para construir las historias. Otra cosa que suelo hacer es generar un bloc de notas con una lista de títulos. Por lo general, esa lista termina siendo la de capítulos o cuentos del libro en cuestión. Muchas veces, he creado el texto a partir del título, porque este me ha sugerido la historia.
¿Qué autores son un referente para ti?
Chéjov, Dostoievski, Bulgákov, Solzhenitsin, Nabokov, Cortázar, Onetti, Rulfo, Kafka, Döblin, Mann, Joyce, Proust, Beckett, Grass, Bashevis Singer, Bellow, Wiesel, Heller, Auster, Mailer, Salinger, Roth…
¿Qué libro estás leyendo ahora?
Ahora mismo estoy en plan manga, leyéndome la serie Kaze no Tani no Naushika, de Hayao Miyazaki.
¿Qué es lo peor y lo mejor que te ha ocurrido en el exilio?
¿Exilio? ¿Qué es eso?
¿Qué repercusión ha tenido en tu escritura vivir fuera de Cuba?
Volvemos al principio. Cada día me siento menos joven, menos escritor y menos cubano. También siento que vivir en Miami, aunque haya sido Miami Beach, me atrofió un poco. Quizá Nueva York me lo cure pero, en cualquier caso, últimamente me siento más inclinado a crear en otros medios y formatos. Cada día la literatura me parece menos interesante.
No tener el respaldo del país de origen, ¿qué impacto ha tenido en tu trabajo?
¿País de origen? ¿Respaldo?
¿Trabajas actualmente en algún proyecto?
Ahora mismo no. Tengo inéditas una novela terminada y otras cinco empezadas, pero no creo que haga nada con eso. Abel Fernández-Larrea murió hace años. Yo, que ya no soy él, me decanto más por otros medios y otras lenguas.
Volverías a vivir en Cuba si… (o no)
No lo creo. Cuba fue una circunstancia. Un poco como Miami Beach.
¿Qué es Cuba para ti? (en una frase)
(Creo que ya te lo respondí antes, pero…) Una (maldita) circunstancia.
¿Qué es lo que más te gusta del país y la ciudad donde vives?
El país no me gusta demasiado, más allá de que es grande y contiene algunos lugares hermosos, ha producido muchas cosas que me gustan y es el primer lugar que atacarán los marcianos y el último que se hundirá en un cataclismo. La ciudad me gusta porque me deja ser yo, porque le pertenezco y ella me pertenece, porque estamos hechos el uno para el otro. Lo único que no me gusta de ella es que, desde que vivo aquí, he dejado de soñarla.
Abel Fernández-Larrea tiene publicados los libros de cuentos Absolut Röntgen (Caja China, 2009; Beca de Creación Literaria El Caballo de Coral 2008), Berlineses (Ediciones Matanzas, 2013; Premio Fundación de la Ciudad de Matanzas 2012), Los héroes de la clase obrera (Unión, 2013; Premio de Cuento Luis Felipe Rodríguez), Trilogía sucia de Manhattan (Abril, 2015; Premio Calendario de Narrativa 2014) y Los macabeos (Ediciones La Luz, 2015; Premio Celestino de Cuento 2014).
También ha publicado las novelas Buenos días, Sarajevo (Bokeh, 2015) y El fin de la inocencia (Bokeh, 2015).
De su novela Shlemiel. Aventuras y desventuras del señor Mostaza puedes leer un fragmento aquí . También hay cuentos suyos en la revista cubana La Noria y en la revista digital Sampsonia Way, editada por City of Asylum, en Pittsburgh.