Cuatro largometrajes de ficción estrenados en el recién finalizado Festival de Cine de La Habana, todos ellos en fase de estreno comercial en las principales salas de cine del país, marcaron un 2017 nada esperanzador para la filmografía cubana.
La crítica, hasta ahora, ha hecho silencio en relación a la muy publicitada ¿Por qué lloran mis amigas?, de Magda González Grau, mientras muy poco o casi nada se ha hablado de los aportes estéticos de Los lobos del este, el más reciente largometraje de Carlos Machado Quintela que tendrá otra presentación especial en la 17 Muestra de Cine Joven de La Habana, a celebrarse del 3 al 7 de abril próximos.
Mientras, ya es noticia el inicio del rodaje en locaciones del Camagüey de la superproducción del ICAIC, El mayor, sobre la vida y hazañas militares del héroe camagüeyano Ignacio Agramonte, líder de la insurrección independentista en la región contra el colonialismo español. El filme será dirigido por Rigoberto López (Yo soy del son a la salsa, Roble de olor, Vuelos prohibidos), y requirió prácticamente de casi todo el presupuesto que el Estado tenía destinado a la pasada edición del Festival Internacional de Cine.
Es esta un tipo de película por encargo que el Gobierno tiene destinada a homenajear el 150 aniversario de la Guerra de los Diez Años, pero lo que preocupa ahora es ese guion muy denostado por algunos críticos que han tenido acceso al texto. Y sobre todo, de las potencialidades del director para hacer del proyecto una película a la altura de, por ejemplo, José Martí: el ojo del canario, de Fernando Pérez.
Las comparaciones entre ambas películas resultan inevitables, máxime cuando El mayor será protagonizada por el joven Daniel Romero, el mismo actor que interpretara al Martí adolescente en el filme de Pérez.
Hasta el momento, en Camagüey se ha realizado un riguroso trabajo de dirección artística con la construcción de escenarios y campamentos militares, tanto cubanos como españoles, que servirán de locaciones para el rodaje en exteriores. Se ha ejecutado además un importante proceso de casting, y hasta algunos estudiantes chinos de los que estudian en la Universidad de La Habana fueron llamados para participar como extras voluntarios en el filme. (En la tropa de Agramonte hubo muchos mambises chinos.)
La película abordará la vida del mayor Agramonte desde tres líneas fundamentales: su relación amorosa con Amalia Simoni, su esposa, su desempeño como estratega militar en la región del Camagüey, y su antagonismo con Carlos Manuel de Céspedes. Esto último será seguramente lo más polémico del filme. El actor Rafael Lahera asumirá el rol de Céspedes, y el filme contará con la fotografía de Ángel Alderete y la música de José María Vitier.
Hasta el momento la producción ha movilizado una cantidad impresionante de extras, animales, pirotecnia, y las primeras secuencias ya grabadas del filme fueron divulgadas en un pequeño reportaje en la televisión cubana, quizás con la intención de contrarrestar los juicios críticos y los comentarios de pasillo, muy negativos, que cinéfilos e intelectuales han venido cocinando desde su anuncio en diciembre de 2017, al menos de manera extraoficial.
Junto a las expectativas, para bien y para mal, generadas por esta nueva producción cinematográfica, el anuncio de que Blanca Rosa Blanco se estrena como directora de cine con su largometraje El regreso (y las actuaciones de Carlos Enrique Almirante, Rafael Lahera y ella misma en los principales roles) y la censura a un polémico filme del joven Yimit Ramírez —Quiero hacer una película— que fue vetado en la Muestra Joven a celebrarse, centra la mirada de la opinión pública sobre el ICAIC.
Por lo visto este año tendremos no solamente estrenos, sino también un escándalo que acaba de destaparse.