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Cine

Kiarostami: 'No se puede negar una imagen'

El cineasta iraní Abbas Kiarostami habló ante público y cineastas acerca del trabajo con actores, la poesía y la censura.

La Habana

Con la entrega del Premio Tomás Gutiérrez Alea por parte de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y una amplia retrospectiva de su obra —11 títulos, cinco de ellos estrenos absolutos en el país—, las autoridades culturales agasajaron al afamado cineasta iraní Abbas Kiarostami, quien visitó Cuba para impartir un taller de diez días a los estudiantes de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, en su recién estrenada Maestría de Cine-Ensayo.

El director de El sabor de la cereza (1997), Palma de Oro en Cannes, Five (2003), con más de 70 premios internacionales, o la censurada en su nación Copia certificada (2010), Palma de Oro para la actriz Juliette Binoche, tendría su primer contacto con el público cubano al presentar en la Cinemateca uno de sus filmes. De hablar pausado, en farsí, explicó su trabajo de más de 20 años  con niños y adolescentes en el Centro para el Desarrollo Intelectual de Niños y Jóvenes Adultos en Teherán, lugar donde ha creado una sección de cinematografía y donde comenzó su carrera de cineasta a los 30 años, con el corto de sesgo neorrealista El perro y el callejón (1970).

Y aunque le llamara la atención que un taxista (de almendrón) le hablara de sus filmes y los conociera, el encuentro de dos horas sostenido a teatro lleno con los estudiantes de la EICTV (no solo de su taller),  críticos, realizadores y profesionales del cine de todas las categorías, sería para él sorprendente en el sentido de revisitación de su propia historia fílmica, al ser confrontado con algunos clips de obras que hacía más de 17 años que no veía y, sobre todo, al ser interrogado por motivos, técnica, efectos perseguidos con los planos en cuestión y no menos con el cuidadoso registro de sonido, tan característico en sus filmes.

"Después de muchos años he vuelto a realizar cortos", dijo. "Nunca he estudiado cine, sí pintura en Bellas Artes. He fracasado en la pintura y salido airoso en el cine. Era más valiente cuando hacía cortos, hacía lo que quería. Echo de menos esa época y por ello, desde hace cuatro años solo realizo cortos de cuatro minutos y medio de duración. He realizado 24 de estos cortos de cuatro minutos y medio, en completa libertad".

A la pregunta de su anfitrión en la velada, el poeta, crítico y traductor Jorge Yglesias, acerca de su relación con la poesía, confesó: "Escribo de vez en cuando poesía, la recito, la publico, pero no me considero un poeta. La poesía es una parte de mis inquietudes (Kiarostami es fotógrafo, artista gráfico, realiza instalaciones para museos y exposiciones), y es parte de la cultura iraní. A veces la palabra tiene una carga que no puede soportar una imagen".

"Así, poesía de imágenes en palabras son mis dos libros traducidos por Clara Janés y Ahmed Taherí (edición bilingüe) Compañero del viento, de 1999, y reeditado en 2006. Es poesía breve, cual haikus, y la escribo para no tener la tentación de llevarla a imágenes: es difícil llevar a imágenes algunas palabras. Primero dicen, fue el Verbo, ¿pero el Verbo sin imagen es posible? No se puede negar una imagen, aunque la verdad resida en la palabra".

En este punto se dirigió a los estudiantes: "Hay que separar esto, hay ideas muy buenas, pero deben preguntarse: ¿qué puedo hacer con estas ideas? En el guion, las palabras  parecen estar muy bien, pero es a la hora de llevar estas ideas a la pantalla cuando todo se complica. Hay mucho de inconsciente en lo que hacemos, esa parte inconsciente es nuestro ser, nuestro intimidad y tenemos que creer en ella".

Kiarostami ha sostenido que el arte gráfico es el padre de todas las artes. "Creo en la gráfica porque está relacionada con la geometría, que es una manera de relacionarse con seres y cosas de forma clara, con el mínimo de elementos. El minimalismo del arte gráfico está también en la  buena poesía: se simplifica la complejidad y vas por el camino más corto para llegar a donde se necesita".

Fue proyectado un clip de una obra no exhibida en Irán, por contener un plano que se consideró erótico. Se trata de una escena en una aldea. Llega un hombre a solicitar leche del ordeño y se encuentra en el establo con una muchacha pueblerina. El hombre se atreve a insinuarse a la chica, habla de besar sus labios. A la chica no se le ve el rostro, solo medio plano, de la cintura para abajo, ambos están rodeados por la penumbra, y el diálogo o lo que dice el hombre domina la escena, donde solo se ven la manos, las cubeta del ordeño.

"Estas cosas pasan", comenta irónico Kiarostami de la censura. "Lo más importante es que la imagen quedó, no así lo que decían, el diálogo desapareció. Cuando algo se crea no desaparece para siempre. Me ha gustado verlo de nuevo. Estoy feliz de que la chica no mostró su rostro. La oscuridad, el pudor quedan evidenciados. Si no experimentas eso, entonces estás ante un reportaje".

Sobre la relación entre ficción y documental, dijo: "Mis obras no están basadas en novelas, en escritos. Solo miro alrededor, leo los sucesos en el diario, escucho los problemas que tienen mis amigos. Siento curiosidad ante lo cotidiano, ante el alma inquieta del ser humano, algo que se puede ver en cualquier lugar, no solo en Irán. La base de mis obras es la realidad de mi vida rutinaria, la de mis allegados. Así, comenzamos con la realidad pero no nos quedamos en ella, hacemos cambios en el proceso de realización: echamos un cable a la verdad a partir de esta realidad. Yo no creo nada, solo recolecto cosas, reúno a las personas".

Preguntado acerca de cómo dirige a sus actores, contestó:  "He trabajado 20 años con los niños y para los niños. La primera obra que hice (El perro y el callejón), era acerca de un niño que tenía miedo de un perro en el camino cuando iba a comprar pan. No podía pedir al perro o al niño profesionalidad. Así que los puse en situación, uno frente al otro. Esto se convirtió en una regla para los filmes siguientes: entrego el papel a la persona que tiene que ver con el rol, no me preocupo del maquillaje, del vestuario, no me interesa cambiar a la persona, debe ser lo más cercano al papel.  No dirijo profesionales ni aficionados: solo capto sus miradas, esos momentos en que son ellos mismos".

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