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Música

Meme Solís en otro amanecer

Su talento como compositor, pianista y cantante, demuestra que la censura y el odio de los represores no prosperan en la memoria ni conocen el pulso de la nostalgia.

Madrid

Su talento como compositor, pianista y cantante, así como los azares de la vida de Meme Solís (Mayajigua, 1939), uno de los más grandes músicos cubanos que respira hoy en el mundo, demuestran que la censura y el odio de los represores no prosperan en la memoria ni conocen el pulso y las serventías de la nostalgia.

El hombre era una leyenda en los años 60 en su país y la gente se enamoraba con sus canciones, las fiestas privadas se animaban con las melodías del llamado Cuarteto de Meme, donde estaba, por cierto, Moraima Secada, y sus piezas eran himnos particulares o emblemas de la cubanía como la que todavía identifica los espectáculos del cabaret Tropicana.

Solís, que se había iniciado como pianista acompañante de otro mito, Elena Burke, tenía un programa musical diario que se escuchaba en todo el país con porfía de radionovela, y El Patio, del hotel Habana Libre, el sitio donde trabajó hasta 1969, era una especie de santuario para los jóvenes que iban a escuchar todo el recital convencidos de que, al final, podrían corear con Meme la balada "Otro amanecer", una obra que las nuevas generaciones se aprendieron en las tertulias familiares y en los discos y grabaciones particulares que nadie podía prohibir, aunque se debían oír con el volumen lo más bajo posible.

La ofensiva del régimen contra el compositor se desató el mismo día que el hombre anunció que quería salir de Cuba. Deseaba irse a vivir y a trabajar a otros sitios y, de inmediato, se censuró su música en los medios, se extendió entre los artistas el miedo a pronunciar su nombre y Solís fue enviado a trabajar como obrero a una fábrica de cajas de cartón con un salario mínimo. Más tarde, gracias a la gestión de un amigo, lo mandaron a trabajar a una oficina de estadísticas y después en pequeños clubes de las Playas del Este de La Habana hasta que "la Revolución decida cuándo se puede ir".

El artista no dejó de escribir su música, y algunas cantantes como Elena Burke y Ela Calvo se atrevían a incluir con discreción sus repertorios. Solís se convirtió en un compositor fantasma para otros artistas que cantaban sus piezas sin mencionar al autor y para el público que no lo volvió a ver en la televisión ni a escucharlo en la radio y se tenía que conformar con las noticias de que alguien lo había visto en Cienfuegos o pasar por una calle de Santa Clara. De alguna manera continuaron en el aire canciones como "Orquídea", "Traigo mi voz", "Destino de los dos", "Estos días de lluvia" y "Amor ayúdame", entre otras.

En la etapa final de los casi 20 años que Solís vivió ese insilio especial, se le permitió actuar en cabarets y teatros hasta que salió para España en 1987. Y aquí está otra vez, ahora acompañado por Malena Burke, para tener con los madrileños una Cita en Navidad, el día 11 de diciembre en el teatro Santiago Rusiñol.

Solís viene a cantar libre, seguro de que nada se puede olvidar y con estas palabras que dijo cuando hace unos meses lo invitaron a recibir un homenaje en su país: "No creo que vaya a Cuba mientras esté ese gobierno. Una cosa es que mi música se ponga allí y otra que yo vaya… Yo mismo sabré si algún día regreso a Cuba, eso será de acuerdo con mis convicciones".


Cita en Navidad. Meme Solís en concierto, con la actuación especial de Malena Burke. Cercle Català de Madrid, Teatro Santiago Rusiñol (Plaza de España, 6, Madrid). Viernes 11 de diciembre, 8:30 pm. Reservaciones: 618237526.

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