Por estos días, tanto los medios de prensa independientes como los periodistas que en ellos laboramos somos objeto de regocijo para el régimen cubano.
Quienes están al tanto de las noticias de las últimas tres semanas saben el por qué.
En mi caso particular, como reportero de DIARIO DE CUBA me corresponde poner en su lugar a quienes celebran un "apagamiento" de DDC que, dicho sea de paso, no ha ocurrido. Nadie podría apagar un medio de prensa independiente que lleva 15 años en el cajón de bateo.
Cómo llegué a DDC quizá responda a los curiosos y a los que celebran un presunto y mal conjeturado "apagón periodístico".
Entre los años 2010 y 2013 dirigí dos revistas subordinadas a la estructura del Ministerio de Cultura: Esquife, apadrinada por la Asociación Hermanos Saíz, y Movimiento, subvencionada por el Instituto Cubano de la Música.
En 2010 me fue otorgado el premio nacional de Publicaciones Digitales, Palma Digital, por mi trabajo en Esquife.
Es decir, para el Ministerio de Cultura, en aquellos años yo era un periodista o, en su defecto, un redactor en jefe. De hecho, me pagaban un salario por ambas publicaciones. Incluso me pagaban por mi columna de reseñas literarias "Deshojando el Calendario", que publicaba en la página web de la Asociación Hermanos Saíz.
Repito, fui legitimado como periodista o redactor en jefe en mi tránsito por las mencionadas instituciones.
Luego, en 2014, cuando comencé a trabajar en DIARIO DE CUBA, dejé de ser periodista o redactor en jefe para convertirme en un "mercenario asalariado por el imperialismo estadounidense".
Así es como funciona la lógica del régimen cubano. Una lógica que estableció Fidel Castro en 1961, con aquella dictatorial sentencia: "dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho".
Llegar a DDC supuso para mí la apertura hacia un mundo donde el talento personal no es subutilizado ni censurado.
Baste con recordar que, gracias a los entrenamientos en DDC pude realizar pasantías en medios de prensa como La Estrella de Panamá y Diario Las Américas, y trabajé como reportero del medio de prensa español ABC.
Solo la libertad, y no el mercenarismo que supone el régimen cubano, hizo posible que alcanzara la posición y el prestigio que hoy me precede. Y punto.
Para mí DIARIO DE CUBA es mi orgullo. Más que mi trabajo, DDC es mi casa y mi familia. Tal relación está forjada por diez años de cultivar lo que me gusta describir como "la poética de la complicidad".
Dice un proverbio samurai que los dos momentos más importantes en la vida son el día en que naces y el día en que descubres para qué naciste.
Con DIARIO DE CUBA descubrí para qué nací.
Mi palabra y mi lealtad no son volubles. Así que, para los que hoy celebran un ficticio apagón: Guarden ustedes esos documentos, que no, que no nos entendemos.
Este artículo fue publicado inicialmente por Jorge Enrique Rodríguez en su página en Facebook. Se reproduce con autorización del autor.
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