Un médico cubano que atendió a Fidel Castro y a Juan Pablo II trabaja como socorrista en España

Un médico cubano de 67 años que atendió a Fidel Castro y al papa Juan Pablo II lleva más de una década intentando ejercer su profesión en España, pero no lo ha conseguido, reportó el periódico Canarias7.

José Manuel Martín Dieppa logró el título de médico en 1982 y de anestesiólogo en 1985. Ejerció durante décadas, pero ahora, en España trabaja en la piscina de un complejo turístico como socorrista, porque no tiene autorización para ejercer la Medicina.

Actualmente, el cubano sigue luchando para que alguien le reconozca su formación, como suelen hace los médicos de la Isla en España sin demasiados contratiempos. Como no le reconocen sus títulos de doctor, le dieron la opción de estudiar los tres últimos cursos de la carrera. Lo intentó, pero desistió tras un primer examen.

"30 años de experiencia tirados al desprecio en un país necesitado de profesionales de la salud y anestesiólogos, principalmente. Sin reconocer recursos extraordinarios de todo tipo y, como respuesta, el silencio. No digo más; solo pido el aval público de todos aquellos que me conocen o por referencia saben de mi historial", dijo Martín en sus redes sociales en junio pasado.

Al terminar su especialidad en los años 80, Martín entró a formar parte del equipo médico que atendía a Fidel Castro. "Éramos cuatro anestesiólogos y, como es lógico, pertenecía al Ministerio del Interior por las medidas que hay en Cuba de discreción y toda la seguridad que había alrededor de Fidel. Éramos los responsables de su seguridad allá por donde fuera y, dependiendo del lugar, nos escogían a uno o a otro", dijo Martín.

Martín trabajaba en la conocida como "Clínica de 43"."Está en el centro de La Habana, en un barrio lujoso (municipio Playa), rodeada de casas de generales, con guardias y ahí había dos mansiones, una de ellas había sido del Gobierno de Batista. Unieron dos edificios e hicieron una unidad quirúrgica muy selectiva. Solo para personal de Fidel y su familia", dijo el médico sobre el sitio donde, aseguró, llegó a atender Juan Pablo II durante su visita a Cuba.

Lo cierto es que ese pasado suyo que lo vinculaba profesionalmente al núcleo duro del régimen cubano, lejos de beneficiar a Martín, le ha complicado su situación en España. "No tenía los papeles legalizados", eso le dijeron al anestesiólogo cuando intentó convalidar sus estudios de Medicina en el Ministerio de Educación español. La obtención y legalización de documentos docentes en Cuba es un requisito indispensable cuando se requiere que estos surtan efecto fuera del territorio cubano.

"Tienes que tener un cuño de Relaciones Exteriores y Consultoría Jurídica para cuando llevas esos documentos al extranjero —explicó el doctor—. Para la legalización de los papeles y llevarlos a Consultoría Jurídica se te exige en Cuba una autorización del ministro. En el caso de los médicos que son civiles, te la da el ministro de Salud Pública. Yo, en cambio, necesitaba una autorización del Ministro del Interior. Ese aval no se lo dan a ningún militar porque saben que puede desertar, que fue lo que sucedió."

Martín se quedó en España durante una de sus estadías de adiestramiento. En la clínica de alta seguridad a la que pertenecía, era el jefe de docencia, el responsable de los que salían a formarse a España. Su primera salida fue en 1992, al Hospital La Paz, en Madrid, donde trabajó en investigaciones sobre la reposición de sangre en las unidades quirúrgicas en pacientes operados. Posteriormente, en 2003, 2005 y 2008 fue a Sevilla, primero al Virgen Macarena y después al Virgen de Valme. Allí lo hicieron miembro de la Sociedad Andaluza del Dolor y Asistencia Continuada. En 2011 lo invitaron a un evento en Ceuta y se quedó.

De allí se fue a Madrid, donde empezaron sus intentos de convalidación, pero el primer obstáculo fue la legalización de sus documentos docentes. Presentó los originales, pero no bastaba. No tardaron en darle el pasaporte de protección internacional, pero su verdadero objetivo se atascaba. Ni siquiera fue posible la mediación del Centro Nacional de Inteligencia, que lo investigó unos meses por su pasado y sabía de sus méritos profesionales, entre los cuales siempre subraya que formó parte del equipo que hizo la primera colecistectomía laparoscópica pediátrica en Cuba, hito del que acaban de cumplirse 30 años.

Ante el escollo de que no tenía los papeles legalizados, el Ministerio de Salud español le ofreció entonces una salida: hacer una prueba de aptitud. Le dijeron que a lo mejor era más fácil legalizar sus papeles en Canarias, a donde llegó en 2012. En Gran Canaria buscó que le hicieran esa prueba de aptitud en la Facultad de Medicina de la Universidad de Las Palmas, pero la prueba consistía casi en volver a hacer la carrera. Más de una veintena de asignaturas de cuarto, quinto y sexto año de Medicina.

En 2015, el cubano llegó incluso a conseguir la legalización de sus documentos en La Habana, pero llegaban tarde. La resolución del Ministerio de Educación español sobre su caso ya era firme. Luego le buscaron una salida a través de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), y cuando ya estaba encaminada, logró la ciudadanía española y no pudo continuar por esa vía.

Martín ya tiene 67 años y su físico, aún en buenas condiciones, le permite ejercer de socorrista. Por la edad, tras 41 años trabajados, podría jubilarse o al menos ir pensando en hacerlo, pero las circunstancias en los últimos años se lo impiden. Lleva trabajando en el mismo sitio desde 2013, diez años, pero aún le quedan cinco más para los 15 necesarios que le darían derecho a una pensión jubilatoria.