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Abraham Jiménez Enoa: 'Se está creando ese vacío informativo de la Cuba que está adentro'

El periodista cubano, quien recientemente presentó en Madrid su libro de crónicas 'La isla oculta', conversó con DIARIO DE CUBA sobre su libro, el periodismo en Cuba y el status quo del país.

Madrid
Entrevista a Abraham Jiménez Enoa, ganador del premio a la Excelencia Periodística 2022. DDC TV
Abraham Jiménez Enoa.
Abraham Jiménez Enoa. Cortesía del entrevistado

Abraham Jiménez Enoa tiene 34 años. Estudió y ejerció Periodismo en Cuba y sufrió las consecuencias. Jiménez atesora algunos de los galardones más importantes del mundo de la prensa. En otro país quizás estuviese impartiendo clases en una Universidad. Pero en Cuba, ejercer la profesión es suicida y al periodista no le ha quedado más remedio que emigrar. 

Abraham vive en Barcelona con su hijo pequeño y su esposa. Dice que se sorprende cuando se reúne con cubanos que bajan la voz para decir Fidel Castro o Díaz-Canel. ¡Caballero, bajito! Se puede emigrar, pero el terror sigue en el cuerpo aunque esté el Atlántico de por medio.

Recientemente, el periodista presentó en Madrid su libro de crónicas La isla oculta. A propósito, DIARIO DE CUBA conversó con él.

¿Por qué la isla oculta?   

Quería mostrar el país que no está en los medios públicos internacionales y en media stream. Romper con esos clichés de Cuba socialista, las playas, las mulatas, el son, la música, el mojito. Y contar un poco lo que estaba aconteciendo en los últimos cinco o seis años que, de alguna manera, había configurado toda la fisionomía del país.

La intención mía fue poner una cámara durante todo ese tiempo: la comunidad LBGTI, el activismo político, el tema de los medicamentos atravesado por el tema de la farmacia, la prostitución. Yo intenté encontrar personajes e historias que le dieran voz a todo lo que había pasado en Cuba. 

En la presentación de La isla oculta en Madrid dijiste que uno de tus objetivos era reflejar hablar de la Cuba que había fuera de La Habana. ¿Podrías poner un ejemplo de alguna crónica que contraponga la mirada capitalina de Cuba?

La crónica más mítica y la más comentada en las reseñas es la de los acuáticos. Esta comunidad que está en el extremo occidental del país, en Viñales, y es una especie de secta religiosa que cree tener los poderes curativos del agua. Esa comunidad, junto a la base naval de Guantánamo, son los dos únicos lugares dentro del territorio nacional que el Gobierno no ha podido allanar. También está el tema de un barrio marginal en Santa Clara, al lado de la esfinge de Ernesto Che Guevara. Ahí hay un barrio que no ha sido contemplado en en los últimos censos de población del país y que, por tanto, sus habitantes no existen para el país. 

También tenemos la de los deportados. En La Habana, los que no son de allí solo pueden permanecer 72 horas de manera legal. Mucha gente no sabe que eso ocurre. Hay dentro del Código Penal un decreto que hace que expulsen a estas personas hacia sus provincias. Los detienen, los ponen en una especie de cárcel y luego los deportan en trenes y en autobuses.

A propósito de la salida del país del periodismo independiente, ¿cuáles son las desventajas que crees que tenga contar un país en el que no se está?

Cuba está donde quiera que esté un cubano. Uno puede estar fuera y seguir contando Cuba. Lo que pasa es que la narrativa del que está afuera gira en torno a los motivos por los cuales salió y su nueva vida, que, por más que sea diferente en Australia, en Miami o en Madrid tiene el mismo patrón.

Pero se está creando ese vacío informativo de la Cuba que está adentro. Hay muy pocas personas que están dentro y a la vez tienen la disposición de seguir contando ese país. Eso trae como consecuencia que los que están afuera tengan que seguir contando lo de adentro.

Se puede seguir contando gracias a las facilidades que da internet y a las facilidades que da seguir conectado con la gente de adentro. Pero, hay un problema, tú para contar algo de una manera más profunda, más ensayística, más analítica tienes que estar en el terreno y esto trae una contraposición directa con la profesión de contrarrestar, de permanecer, de ver. Yo no tengo la solución, no tengo respuesta para eso. En ese sentido el régimen ha salido ganando a la hora de expulsar a los periodistas y dejar el vacío. 

¿Cómo ves la realidad cubana en diez años? ¿Consideras que puede existir una transición democrática?

Creo que, ahora mismo, no hay manera posible de que ese tránsito se dé a corto o mediano plazo. Habrá que esperar a la muerte de Raúl Castro. Eso va a desencadenar, en mi criterio, una lucha de poderes internos donde el máximo liderazgo militar del país no va a estar. Cuando falleció Fidel, quedó en los hombros de Raúl. Raúl tiene 91 años, este año cumpliría 92 y todos sus compinches también están falleciendo. Su supuesto gran relevo, que formaba parte de su familia, también ya falleció, López Calleja. Yo creo que al final los Díaz-Canel y compañía, que son hijos del aparato comunista del Partido cubano pero que son civiles, y que forman parte de otra generación, sin tener las manos encadenadas, pueden comenzar a hacer reformas. 

Las reformas no significan un alejamiento del autoritarismo ni del status quo de la nación actual, pero, sí puedan solucionar algunos problemas. Eso va a generar como un cataclismo, un sismo al interior del sistema cubano y puede provocar que se tambalee y se caiga y brote con mucha mayor fuerza el capitalismo que está en Cuba hoy solapado.

Ese escenario significa, al menos como yo lo entiendo, no un final feliz para el pueblo cubano. Los que están en el poder se van a repartir lo que hay, se formarán pequeñas oligarquías, los militares se quedarán con lo que ya tienen y el pueblo seguirá desvencijado.

En ese contexto, ¿volverías a Cuba?

Sí, totalmente. A mí me duele mucho no estar allí y no estar contando esa etapa final del castrismo. El relato de ese final, si no hay nadie allí se va a perder. Si se da la oportunidad, yo iría porque soy cubano, me interesa y es lo único que hecho toda mi vida. Otra cosa es si tuviera la oportunidad de regresar de manera perpetua. Tengo una familia, tengo un hijo y habrá que ver las condiciones en que quede ese país. A nivel profesional obviamente iría. Otra cosa sería ir a vivir.

¿Cómo es un día normal en la vida de Abraham el emigrante?

Cuando llegué tenía 33 años, ya tengo 34 y nunca había salido de Cuba. Fue muy difícil ver no solo el cambio geográfico sino chocar con el capitalismo. Percatarme de lo secuestrado que había estado. Incluso sabiendo que más allá de la frontera de Cuba hay una realidad próspera, uno no tiene la idea de en lo que vive. Yo todo el tiempo pongo el ejemplo de no saber siquiera entrar a un metro, entrar a los mercados y no saber qué elegir. Pasas de no tener nada, de ponerte la ropa que hay, de comer lo que aparezca al otro extremo que es la abundancia y los conflictos con ese consumo. 

Un día normal me levanto, desayuno con mi bebé, y ya ahí hay una diferencia notable con Cuba. Hay comida: queso, yogurt, zumo de naranja. Luego lo llevo a la guardería en un metro. En un metro que puede ir atestado de personas o no, pero pasa, como mucho, cada dos minutos y en Cuba uno ni sabe cada qué tiempo pasa la guagua. Luego regreso, trabajo y en la tarde voy a algún parque, juego con mi bebé, a veces salgo, voy a jugar fútbol de noche. Puedo quedar con personas, he retomado la interacción social. En Cuba yo llegué a un nivel de asfixia que no tenía ni siquiera con quien relacionarme, porque los que se relacionaban conmigo tenían que abstenerse a las consecuencias y a las represalias de la Seguridad del Estado. Una vida que ha empezado a colorearse de nuevo porque en Cuba perdió todo el color que tenía.

Un mensaje para los estudiantes de periodismo en Cuba.

Yo tengo un gran tema con eso, contrario a lo que se estila sobre todo en el exilio, que es exigir a la gente que está dentro de Cuba, incluso fuera, unas posturas políticas. Yo estoy de acuerdo con que la gente quiera y decida hacer con su vida lo que desee. Pero, que sepan que, dentro del oficialismo es imposible hacer Periodismo, que ahí lo que se hace es propaganda. Que vean todo lo que ha acontecido en los últimos años. Que si realmente quieren contar un verdadero país va a tener que ser fuera de los medios oficiales; y hacer Periodismo fuera de los medios oficiales tiene un precio y un saldo. Entrar en esa habitación tiene un precio y que lo tengan bien claro antes de entrar. Mucha mucha gente luego se arrepiente y después no hay marcha atrás.

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1 comentario

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Profile picture for user EL BOBO DE LA YUCA

Buena entrevista!