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Emigración

Maltrato, persecución y hasta un indígena herido: migrantes cubanos en el Darién

Médicos y enfermeros cubanos que escaparon de la misión en Venezuela son devueltos a Colombia por guardias panameños.

Turbo
Migrantes en un campamento en Arquía.
Migrantes en un campamento en Arquía. Diario de Cuba

Maltrato, persecución y hasta un indígena herido por un disparo de fusil, denunciaron 80 migrantes que trataron de cruzar el Darién tras un intento anterior. Entre ellos había seis cubanos.

"Después de pasar la frontera, ya en lado panameño, nos topamos con la guardia panameña. Nos detuvieron, nos obligaron a tirarnos al suelo boca abajo. No llevábamos indígenas como guías, nos encontramos con ellos porque iban a mirar un kiosco que les quemaron. Los indígenas se asustaron, uno llevaba un machete en la mano y un guardia le disparó, no le importó que hubiera un niño a su lado", relató una cubana que escapó de la misión médica en Venezuela. "Es falso que el indígena iba a atacar el guardia. Nadie ver ser tan bruto de enfrentar con un machete a ocho hombres armados con fusiles", añadió sobre los hechos, ocurridos el 1 de diciembre.

La migrante dijo no entender por qué los guardias panameños dispararon contra civiles desarmados. De los indígenas "solo hemos recibido buen trato y respeto. En su comunidad estábamos mejor que en Cuba, teníamos energía 21 horas al día, agua constante y hasta internet".

Por otro lado, los migrantes denuncian que sufrieron tortura psicológica y maltrato físico y verbal. Tras los disparos, "un haitiano colapsó y no recibió atención de parte de la guardia, nosotros lo reanimamos", dijo la cubana. "Su cuerpo estaba frío y convulsionando. Empezamos a darle masajes y reanimarlo. Los guardias panameños ni se inmutaron", explicó.

El grupo de migrantes fue obligado a retornar a territorio colombiano por segunda vez, violando sus derechos, convenios internacionales y acuerdos suscritos entre Colombia y Panamá. Ya habían vivido un episodio similar a finales de noviembre.

El fenómeno migratorio en el Darién lleva más de 30 años. DIARIO DE CUBA lo cubre desde hace seis años, cuando aumentó el flujo de cubanos por la zona.

Los gobiernos de Colombia y Panamá han dejado a los migrantes a su suerte. Lo conseguido para "humanizar" el paso por la llamada Ruta de la Muerte ha sido gracias a las comunidades afro e indígenas de un lado otro de la frontera.

Los encuentros entre funcionarios de Colombia y Panamá para aliviar el drama de los migrantes que pasan por la frontera común han quedado en palabras. El pasado 2 de noviembre se dio la última. En ella se reunieron, en Ciudad de Panamá, autoridades migratorias y las defensorías del pueblo de Colombia, Panamá y Costa Rica. También estuvo un delgado de EEUU, como observador.

Las autoridades de las tres naciones decidieron crear corredores humanitarios para el paso de los migrantes por el Darién, con el objetivo de "proteger al migrante, mientras se combate a las redes de tráfico de migrantes y trata de personas". También se comprometieron a discutir "la viabilidad y ejecución de las ideas planteadas", algo que no ha ocurrido.

Seis tiros en ráfaga

En un comunicado, el Consejo Mayor de la comunidad Indígena Guna Dule de Arquia denunció que el incidente en el que fue herido uno de sus miembros ocurrió en el lado colombiano de la frontera.

"Los guardias panameños se presentaron como miembros de grupos paramilitares. Un miembro de la comunidad (…) escucho seis tiros en ráfaga, (hechos) por las patrullas fronterizas del SENAFRONT (Servicio Nacional de Fronteras de Panamá), y observo a sus compañeros amarrados", indicó la comunidad en el comunicado.

Confirmó que los indígenas se dirigían a arreglar el kiosco comunitario que fue quemado por miembros del SENAFRONT en noviembre, con el pretexto de que había sido utilizado por migrantes como albergue.

El kiosco había sido construido por las comunidades Paya, Pucuro (ubicadas del lado panameño) y Arquia (en el lado colombiano). Era "un lugar sagrado para el pueblo Guna Dule", indicó el comunicado.

Anuar Fernando Tapias, alcalde de Unguía, municipio colombiano fronterizo con Panamá, expresó a DIARIO DE CUBA indignación por lo ocurrido con los indígenas de su territorio.

"La administración municipal de Unguía-Chocó rechaza de manera vehemente y contundente estos actos violentos por parte de guardias panameños contra los miembros de nuestra comunidad de Arquia. Esperamos que el vecino país realice las investigaciones pertinentes a estos hechos violentos, con el fin que no se repitan".

En su cuenta de Twitter, el SENAFRONT dijo que "según los migrantes, los detenidos (los indígenas) les cobraban 1.400 dólares a cada uno por cruzar la selva del Darién". Esto fue desmentido por migrantes entrevistados por DIARIO DE CUBA.

"Somos tratados como mercancía"

Entre los seis cubanos parte del grupo de migrantes devueltos dos veces por Panamá se encontraban médicos y enfermeros que cumplían "misión" en Venezuela.

Ante las malas condiciones de las viviendas que les fueron asignadas, la explotación laboral y las amenazas por denunciar los vejámenes sufridos en Venezuela, los profesionales de la salud decidieron escapar hacia Estados Unidos.

"Somos tratados como mercancía. Somos el principal rubro de exportación de Cuba. No le importamos a la dictadura, solo nos ven como dólares", dijo uno de los médicos y calificó de migajas el salario que reciben.

El Gobierno cubano se queda como mínimo con el 75% de lo que pagan en salario los países que contratan profesionales de la Isla.

"Los que recibíamos para alimentarnos, vestirnos y algo de diversión eran 700 bolívares al mes, que son solo 70 dólares. Eso no alcanza para nada", dijo una médica cubana.

Otro migrante dijo que los enfermeros reciben 180 dólares al mes y los médicos 220 para su familia en Cuba. "Esa miseria no alcanza para nada. Mire, un kilo de azúcar está valiendo en Cuba cuatro dólares", expresó.

"Mi corazón me dicta que debo salvar vidas, la vida antes que el dinero, pero tampoco es justo que nuestras familias aguanten hambre y a nosotros nos exploten con hasta 120 horas de trabajo a la semana", dijo el enfermero. "El conflicto ético es grande, nos obligaban a poner vacunas vencidas, medicamentos caducos y, cuando nos quejamos, nos amenazaron con virarnos para Cuba", añadió.

Advirtió que, si son devueltos a Cuba tras haber escapado de la misión médica, pueden terminar en cárcel o, en el mejor de los casos, pierden cualquier oportunidad de trabajo.

"Somos esclavos de régimen cubano, el mundo tiene que saber eso", dijo la médica.

En el momento de escribir esta nota, los cubanos y el resto de los migrantes, intentaban por tercera vez, cruzar el Darién, en esa ocasión por la ruta de Acandí.

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