El trovador oficialista cubano Fernando Bécquer, encontrado culpable de abusos sexuales en octubre último, habría apelado su condena de cinco años privación de libertad, subsidiada por limitación de libertad, que muchas activistas y ciudadanos dentro y fuera de la Isla consideraron demasiado leve.
La cubana Claudia Expósito, una de las denunciantes de Bécquer, afirmó en una publicación en Facebook tener "preocupación" y "bronca", "al saber que Fernando Bécquer apeló, que irá al Tribunal Provincial el caso".
"Y sigue la revictimización de las denunciantes y sobrevivientes todas, el proceso empieza de nuevo", añadió.
En uno de los comentarios a la publicación de Expósito, la escritora Elaine Vilar Madruga, otra víctima de los abusos sexuales de Bécquer, expresó la aspiración de que Fernando Bécquer reciba un castigo más severo.
"Pues si apeló, espero que ahora la ley se le aplique con toda la dureza necesaria. Empezamos de nuevo, no importa. Nadie nos va a callar", escribió
La sanción de limitación de libertad impuesta a Fernando Bécquer no implica internamiento. Como explicó recientemente la columnista de DIARIO DE CUBA Lucía Alfonso Mirabal en un análisis, en la práctica judicial, dicha sanción suele aplicarse a condenados muy mayores o con una discapacidad física que les impide trabajar. Con esta sanción se evita que luego la persona solicite una licencia extrapenal, ante la incompatibilidad de sus condiciones físicas o de salud con el régimen penitenciario.
La limitación de libertad significa que Bécquer no podrá, en principio, salir del territorio nacional. Pero puede solicitar permiso para hacerlo, por razones justificadas, y recibirlo. De igual forma, podría viajar por las provincias para ofrecer conciertos, si pide autorización y la recibe. En La Habana, donde reside, podrá continuar actuando en lugares públicos.
Sí pierde, como cualquier sancionado, el derecho a votar en elecciones y referendos, y a ocupar cargos públicos, mientras extingue su sentencia, como sanción accesoria de privación de derechos.
Bécquer no está ni siquiera obligado a trabajar; o sea, puede cumplir la sanción de "limitación de libertad" sentadito en su casa, a diferencia de opositores cubanos que reciben una sanción que no implica internamiento, por ejemplo, el trabajo correccional sin internamiento, que, como el nombre indica, implica la obligación de trabajar.
Al conocerse que la sanción impuesta fue de limitación de libertad, las reacciones en redes sociales de activistas y ciudadanos residentes dentro y fuera de Cuba reflejaron una inconformidad generalizada. Por otro lado, resultó inevitable para muchos cubanos comparar el castigo de limitación de libertad para este hombre, hallado culpable de abusar de mujeres, con las largas penas de prisión e incluso la aplicación de medida cautelar de prisión provisional (la más severa de las medidas cautelares) para quienes participaron en las protestas del 11J, incluidos menores de edad.
En el análisis publicado antes, Alfonso Mirabal interpretó la benevolencia del tribunal como un intento de dar por zanjado un asunto que ha causado revuelo en las redes sociales, proporcionar alguna satisfacción a las víctimas y vender la imagen de que el Gobierno cubano protege a las mujeres de la violencia machista. Todo ello, sin castigar con demasiada severidad —aunque lo merezca— a un defensor de la Revolución, al que más adelante se podría encaramar en una tribuna para que les cante a las bondades del régimen y al difunto Fidel Castro.
Ante la falta de proporcionalidad entre la gravedad de la imputación fiscal, las consecuencias lesivas a las mujeres y la pena, Alfonso Mirabal recomendó apelación por parte del fiscal. Resulta irónico que sea Fernando Bécquer, beneficiado con una sanción evidentemente leve, haya decidido, presuntamente, apelar.
Si lo cometido por este hombre es deleznable, ver su foto en este diario es un suplicio.