"Con un diazepam y oxígeno se hubiera salvado", dijo a DIARIO DE CUBA Liudmila Ramírez, tía de la niña que murió este miércoles en Mella, Santiago de Cuba, después de tres horas de convulsiones.
"Nadie debería morirse por una convulsión", añadió Liudmila, tía paterna de la niña, desde Chile, donde vive con sus padres, que son abuelos de la pequeña Lisaira Ramírez Rodríguez.
Lisaira, de seis años, comenzó a convulsionar en su casa. Ni su abuela materna, que es médica, pudo hacer nada, porque no tuvo acceso a los medicamentos básicos.
Las llamadas de auxilio de su madre no tuvieron oídos: "ella agotó todos los medios pidiendo ambulancia, me imagino que sabían que si la transportaban en otro vehículo sin condiciones la niña no iba a soportar", afirmó Liudmila.
"Mi niña luchó por su vida tres horas convulsionado y en ese tiempo no apareció una ambulancia", denunció Layra Rodríguez, madre de la niña, en Facebook. "Se llamaron cientos de números y todos dieron timbre sin responder, y otros fueron colgados. Cuando por fin contestó alguien, gritando sin consuelo pedí que vinieran, que mi niña se me moría, y colgaron el teléfono sin ni siquiera dar instrucciones a los médicos que la estaban atendiendo de qué podían hacer o no".
"Mi esposo, desesperado, tocó las puestas del Partido buscando un rayo de esperanza y le respondieron que no podían ayudarlo. Mi niña murió, no pudo seguir luchando por su vida y, al tiempo de fallecida, fue que apareció ambulancia, dirección del hospital y Partido; ya para qué", relató la madre.
Según la versión de Liudmila Rodríguez, la niña murió en el hospital municipal de Mella, a donde la familia la habría trasladado finalmente "por medios propios".
Robert Duniert Rodríguez, primo de la niña, médico, y quien primero denunció en redes sociales el fallecimiento, dijo que "no apareció una ambulancia para ser trasladada a un hospital en Santiago de Cuba".
Dos meses atrás, Lisaira había tenido coronavirus, y entonces sufrió una convulsión, "pero ahí tenían el medicamento y la abuela se lo dio al momento, esa le duró una hora. No había tenido ninguna más", comentó Liudmila Rodríguez desde Chile. La familia cree que el estrés que sufría la niña por el maltrato físico de una maestra pudo haber ocasionado este nuevo evento. "Ese día habían llegado del psicólogo", recordó la tía de la pequeña.
Layra Rodríguez mencionó en su publicación en Facebook la visita a una psicóloga. La relación entre la convulsión y el maltrato físico en la escuela es una interrogante difícil de responder, entre otras cosas porque la madre prefirió que no se le hiciera la autopsia a su niña. "Fue su decisión y yo la respeto", dijo Liudmila.
"Mi tía, que vive en Baraguá, unos kilómetros más allá de donde vive la niña, cuando se enteró, rápidamente consiguió un diazepam y se lo envió con un muchacho en moto, pero al parecer ya era muy tarde", lamentó Liudmila. "Nosotros nos enteramos por ella, como a las 4:00 o 5:00 de la tarde. Ella nos dijo que la niña estaba convulsionando (…). Acto seguido, llamamos al marido de Layra, quien nos dijo que la niña había fallecido. Ahí se nos cayó el mundo. No lo podíamos creer. No pudimos hacer nada."
En su desgarrador mensaje en Facebook, Layra Rodríguez pidió justicia para su única hija. Miles de cubanos en las redes sociales han compartido el caso de Lisaira, han enviado mensajes de aliento y se han unido al clamor de justicia.
"Yo quiero justicia para mi niñita, y la única forma que tenemos es mediante las redes. Tienen que saber todos lo que ocurre en Cuba. Los que realmente tienen la culpa de que Cuba esté así están viviendo como reyes, y el pueblo muriéndose de hambre y miseria. Ya no les tengo miedo", dijo Liudmila.
Desgraciadamente, MUCHOS cubanos quieren--y merecen--justicia de muchos tipos y por muchas razones, y la "revolución" no está para eso ni tiene ninguna intención de estarlo. Y por supuesto, ni hablar de ponerle una demanda por nada al sistema gobernante que lo acuse de culpa, y mucho menos de crimen. La dictadura, digo, la "revolución" es sencillamente intocable.
En Cuba nunca han existido los servicios de urgencia extrahospitalaria. Si usted tiene un accidente en la carretera, no vendrá un helicóptero o una ambulancia a recogerlo. Si le da un infarto en la calle o en la casa, llegará al hospital porque algún buen samaritano lo lleve al hospital. Nada nuevo en este caso, sólo que ahora uno se entera porque hay Facebook. Esta triste historia es confusa: el padre tocó a las puertas del Partido, a la niña la maltrataban en la escuela, la maestra era mala, nunca había tenido convulsiones excepto una vez después del COVID. En fin, sin el resultado de la autopsia cuesta entenderlo. Desde luego, eso no cambia la realidad de que el socialismo es perverso. Tampoco eso es nuevo.