El Gobierno cubano anunció que las fronteras del país abrirían gradualmente a partir del próximo 15 de noviembre. El principal argumento gubernamental para este paso es la necesidad de hacer despegar la economía y el peso que tiene en esta el turismo internacional. Los habaneros, sin embargo, tienen poca fe en que la medida beneficie a la población.
"Al menos en La Habana no han informado si habrá flexibilización en las medidas restrictivas para una población que lleva más de un semestre viendo, o haciendo, enormes colas como único entretenimiento", señala a DIARIO DE CUBA María de la Caridad Argüelles, trabajadora privada y vecina de La Lisa.
"Si sacamos cuentas y activamos la memoria, es fácil concluir que la apertura de las fronteras solo tendrá beneficio para el Estado. Miles de personas no tienen empleo regular desde que se anunció el último rebrote de Covid-19 y se decretó el toque de queda con grandísimas afectaciones para los negocios privados, especialmente aquellos relacionados directamente con el turismo extranjero. Nadie cuestiona que el Estado garantice sus ganancias, pero no puede ser a expensas de que los cubanos sigamos llevando a cuestas un saco vacío", subraya Argüelles, quien además llama la atención respecto a que el Gobierno permitirá "mayor movilidad de los visitantes y la posibilidad de realizar excursiones citadinas".
Carmen Aguilera, dueña de un pequeño hostal en la zona de Habana del Este, no confía en que la apertura sea positiva para el sector privado, "al menos no aquí en La Habana", en tanto se especificó que "la flexibilización" solo sería para aquellos negocios que tenían contrato con el Ministerio de Turismo.
"Para sobrevivir todos estos meses, muchos tuvimos que alquilar a cubanos de manera oculta y prácticamente a cuenta gotas, porque no todos pueden pagar los precios que obligatoriamente tuvimos que incrementar luego del reordenamiento monetario. No tengo ninguna fe en que el Estado nos permita una tajada del pastel con esta apertura que promocionaron con bombo y platillo. La propia realidad se impone", arguye Aguilera en referencia directa a que el Gobierno de La Habana impuso, entre los días 2 de agosto y 10 de septiembre, un total de 1.731 multas de 2.000 o 3.000 pesos por indisciplina social, a los ciudadanos que se bañaban en las aguas del litoral.
El primer secretario del Partido en la provincia, Luis Antonio Torres Iríbar, y el gobernador Reinaldo García Zapata, exigieron mayor rigor tanto a los representantes gubernamentales de los municipios costeros, como a los órganos de inspección y autoridades del orden. Además, hicieron un llamado a la ciudadanía a respetar las medidas y normas sanitarias que, según ambos funcionarios, es la única forma de vencer al Covid-19 y de que "podamos disfrutar de las bondades de la naturaleza".
"Una exigencia cínica y descarada, en el contexto de la apertura de las fronteras al turismo extranjero, que envía un mensaje claro: el sector privado es un utensilio, y no parte indispensable en el 'despegue' de la economía nacional", ataja la doctora Sonia Carballo, que abandonó su profesión, hace cinco años, para dedicarse a la actividad privada.
"Si observamos el patrón de las estadísticas que el propio Gobierno expone cada mañana respecto a los contagios, puede deducirse que las mismas circunstancias pandémicas persistirán en noviembre a pesar de la justificación de que, para esa fecha, el 90% de la población estaría vacunada. Es totalmente contraproducente lo que expresa Salud Pública y lo que proyecta el Ministerio de Turismo. Por tanto, lo que ocurrirá es que la población seguirá confinada, con toque de queda y las mismas restricciones para evitar empeorar el panorama pandémico ante la avalancha de turistas, aunque la situación epidemiológica en La Habana sea menos crítica, en comparación con otras provincias o regiones del país", recalca Carballo.
Otros habaneros propietarios de negocios privados se muestran optimistas ante la reapertura de fronteras y confían en que el Gobierno tome medidas para flexibilizar las actividades del sector privado, que genera el 30% de los empleos en Cuba.
Pero no cifran sus esperanzas tanto la buena voluntad gubernamental como en la presión de cubanos que llevan dos años sin obtener ingresos fijos e incurriendo incluso en actividades ilegales para sobrevivir.
"La presión ciudadana podría marcar la diferencia en este sentido. Los hostales y restaurantes generan mucho empleo directa e indirectamente, y la situación económica para el cubano de a pie es sumamente tensa. Al Gobierno no le conviene una protesta masiva ante los ojos del turista", especuló José Antonio Roldán, administrador de dos hostales en las cercanías del casco histórico de la Habana Vieja.
"No se trata de un entusiasmo gratuito, sino de que el Gobierno no puede darse el lujo de llenar el país de turistas mientras el pueblo se queda de mero espectador. Los precios de la sobrevida son de espanto por toda la escasez y por una crisis económica que no se arreglará ni con un milagro. Una participación del cubano de a pie, que podría drenar la presión a través de los empleos que genera el sector privado, no sería la solución al drama del país, pero al menos retrasaría el caos en el que estamos once millones de personas", concluyó Roldán.
La dictadura hace lo que le sale de sus pelo_as y no pasa "na", hasta que el pueblo se llene de valor y la aplaste.
De seguro el pueblo va a hacer menos colas porque los abastecimientos
se derivarán para los hoteles, ventaja: más tiempo para jugar dominó
Quienes quieran vacacionar en Cuba se exponen a:
contraer COVID, dengue o venéreo,
caer preso por un simple comentario,
ser víctima de robo por ladrones callejeros,
ser víctima de estafa por el gobierno,
No se exponga. Hay muchos lugares en el mundo donde vacacionar sin riesgos.
¿Qué son 1 millón de incineraciones para SingA0 ...?
No se dan cuenta allá que el estado de un régimen totalitario está representado por una mafia reducida de gangsters. Alejandro, López Callejas y los parásitos herederos son el estado de la isla.
Ellos hacen lo que les da la gana porque su objetivo es seguir enriqueciéndose por sus inversiones hoteleras o el tráfico de drogas, y para seguir haciéndolo deben controlar con palos y hambre a los esclavos.
El pueblo siempre ha sido un espectador de la prosperidad de los líderes de Punto Cero y un protagonista de las penurias.