La 'reafirmación revolucionaria' exigida por el régimen divide otra vez a las familias cubanas

Las divisiones en el interior de las familias cubanas por razones ideológicas y políticas retornaron con fuerza después de que Miguel Díaz-Canel instigara la semana pasada la violencia entre ciudadanos, como respuesta a la oleada de manifestaciones pacíficas contra el Gobierno que se expandió el domingo 11 de julio por decenas de ciudades y pueblos del país.

Tras la violencia contra los manifestantes, a cargo de elementos de las Fuerzas Armadas, la Policía y brigadas paramilitares, decenas de familias habaneras han vivido discusiones que evidenciaron los efectos de la intolerancia política y el adoctrinamiento ideológico, también las diferencias de pensamiento entre generaciones.

"La discusión con mi padre fue áspera, bastante fea, como ninguna otra en nuestra relación, pues él considera que es legítimo usar la represión violenta contra el pueblo para defender la Revolución", dijo René Aportela, quien no participó en las protestas ciudadanas, pero está a favor de un cambio definitivo en la Isla y de tomar las calles pacíficamente para exigirlo.

"Cuba sí necesita cambiar todo, incluyendo al Gobierno. Contrario a lo que hicieron creer a mi padre durante toda su vida, los cubanos en general nunca han pedido una invasión o intervención militar a Cuba. Tampoco termina por darse cuenta de que el embargo no tiene nada que ver con la falta de derechos y libertades, ni con las pésimas decisiones económicas que siempre terminan por asfixiarnos aún más a los cubanos de a pie", añadió Aportela, hijo de un veterano de la guerra en Angola miembro del Partido Comunista.

"Apalear, disparar y encarcelar a quienes de forma pacífica están protestando no tiene absolutamente ninguna justificación", consideró.

El relato de tres madres jóvenes habaneras dejó en evidencia que las discrepancias por razones de pensamiento continúan lacerando a las familias, azuzadas por la intensa propaganda política del régimen.

"Mi madre dice que es fidelista, que nació con la Revolución, incluso después de ver sangre desde la puerta de su casa, cómo le daban golpe al pueblo, duro, con palos", dijo Patricia Armenteros.

"Llamaron a mi hermana mayor para que fuera a dar palos al Capitolio, y a mi cuñado lo mandaron a hacer palos para golpear a los manifestantes, pero él se negó", relató. "Mi hermana fue porque peligra su casa. En fin, que después de todo esto mi madre está muy triste y decepcionada. Solo dice que ella no es ninguna confundida". compartió Armenteros.

Por su parte, Amanda Cabrera describió el conflicto con sus padres. "Están aferrados a lo único que tienen y a lo que les han entrenado para hacer, y ni siquiera comprenden cuando les digo que los acepto con sus miedos, que lo vamos a resolver juntos".

"Lo más duro de nuestra división está desde la base, en nuestras familias, en nuestros amigos amados de un bando y otro. Solo puedes decir 'bendiciones' y abrazarlos, y ver con tristeza la realidad y decir 'bendiciones' otra vez", explicó Cabrera.

Adriana Corzo responsabilizó directamente a Díaz-Canel "por provocar el mayor desorden de todos los tiempos en esta tierra con la belicosidad de su convocatoria".

"No había calculado el dolor que se experimentaría dentro de las familias: los mayores contra los jóvenes y el miedo reinando. Introducir el término 'confundidos' ha provocado una nebulosa en las personas que les impide ver con claridad, y con ello ha sembrado confusión al interior de los hogares, donde la reafirmación revolucionaria es interpretada tal como lo describe el panorama actual: la Policía, el Ejército y las 'brigadas de respuesta rápida' masacrando a la población", cuestionó Corzo.

En su intervención en el "acto de reafirmación revolucionaria" organizado por el régimen en horas tempranas del pasado 17 de julio, Díaz-Canel insistió en tergiversar la naturaleza de las protestas que se iniciaron en San Antonio de los Baños y se extendieron por varias provincias. El gobernante calificó las manifestaciones de "vandalismos" organizados, promovidos y financiados desde los Estados Unidos.

Al mismo tiempo negó, a pesar de las pruebas que recorren el mundo, numerosos episodios de represión violenta contra la población civil y desarmada. Asimismo, rechazó que haya convocado a una guerra civil con su llamado a los revolucionarios a enfrentar a los manifestantes.

"La 'reafirmación revolucionaria' solo divide a las familias, y eso no es una novedad en Cuba: lo vivimos en los 60, en los 70 y en los 80 del pasado siglo", dijo Mario Esquivel Santana.

En su familia el conflicto escaló casi a niveles de tragedia. Su padre fue convocado, por el núcleo del Partido Comunista en su comunidad, para integrar las brigadas de choque contra los manifestantes. Ambos, padre e hijo, se encontraron cara a cara durante los eventos que ocurrieron en las intersecciones de Saldo y Ayestarán, cuando los manifestantes intentaban llegar a la Plaza de la Revolución.

"Tuve que irme de casa con mi esposa e hijo. Estoy en casa de unas amistades hasta que logremos encontrar un alquiler. Literalmente, me expulsó de la casa donde nací y donde él me crio y donde estaba viendo crecer a su propio nieto", lamentó Esquivel Santana.

"Eso es lo que ha provocado Díaz-Canel con su llamado 'al combate' y a que los comunistas salieran a defender la Revolución en las calles. Ese llamado lo introdujo en los hogares, lacerando la institución más sagrada: la familia. En mi opinión, esto es odio instigado por el Estado".