Con su respuesta a las protestas populares del 11J el régimen cubano ha mostrado otra vez su verdadera cara: ha aumentado la represión tras intentar desvirtuar las manifestaciones para mostrarlas no como una confrontación pueblo-dictadura, sino como parte del diferendo con EEUU. Dentro de ese plan, ha tratado de instaurar la narrativa de que el 11J fue un brote delincuencial aupado por la CIA.
En lo concreto, el castrismo, incapaz de evolucionar en su decrepitud, trata de poner parches en las causas más directas del descontento ciudadano.
Apagones
Lo más urgente para el régimen es acabar con los apagones, pues desde los años 90 del siglo pasado sabe que estos son la gota que colma el vaso de la paciencia cubana. Por ello, por estos días hay en la prensa oficial constates noticias de reparaciones, inversiones, triunfos y desvelos estatales para garantizar la electricidad.
De hecho, ya los apagones están prácticamente erradicados, pero al costo de desviar hacia la producción energética recursos que eventualmente deberán retornar a su destino original. El precio del petróleo parece que se mantendrá alto y, aunque hoy la mayor cantidad de energía se genera en Cuba con crudo nacional, los picos de consumo se alimentan con combustibles refinados importados, algo que ya Venezuela no produce.
En el verano, que apenas comienza, se registra el máximo pico de consumo. No por gusto las dos mayores protestas que se han producido en Cuba —el reciente 11J y la de agosto de 1994, conocida como Maleconazo— han sucedido en los meses más calurosos. Veremos cuántos santos desvestirá el Gobierno con tal de vestir este.
Aduana
Otro parche es la ya conocida apertura y gratuidad temporal concedida a los pasajeros de vuelos comerciales para que importen alimentos, medicinas y productos de aseo.
Esta medida fue concebida hace mucho. El castrismo esperaba el momento que más le conviniera para aplicarla. Por supuesto que el Gobierno sabe que flexibilizar la Aduana es un bálsamo para un pueblo hambriento y sin medicinas, pero en su maldad habitual esperó a que Cuba convulsionara para entonces administrar la cura.
Además, esta medida está en sintonía con el velado propósito de instaurar la Moneda Libremente Convertible (MLC) como segunda circulante. Las mulas comprarán en el exterior en divisas y venderán en Cuba en MLC, así evitarán pasar efectivo por la Aduana o buscar dólares dentro de la Isla, mientras que los emigrados no tendrán que afanarse buscando cómo enviar efectivo a Cuba, ni tendrán que cambiarlo a euros o ingresarlo en cuentas de bancos estatales castristas, algo que a muchos repugna.
Lo más eficiente y hacia lo que se tenderá, es que los emigrados, en sus lugares de residencia, entreguen a las mulas sus dólares o rublos —muchos cubanos van de compras a Rusia—, a cambio de transferencias de MLC a sus familiares en la Isla.
En resumen, flexibilizar la Aduana alivia la situación, pero no mucho ni a la mayoría. Este modo de importación es muy caro con respecto a permitir que empresas privadas cubanas importen al por mayor, lo que podrían hacer incluso desde Estados Unidos.
Libreta de abastecimiento excepcional
Quizás la medida que más expone el cinismo del Gobierno y su desprecio por los cubanos es lo que los funcionarios denominan "libreta de abastecimiento excepcional", una habilitación transitoria para que los cubanos que viven ilegalmente dentro de su propio país —emigración interna, repatriados, barrios ilegales— puedan comprar los productos de lo que las autoridades llaman "canasta básica" en la bodega más cercana.
A causa de la falta de inversión en el oriente del país —esta se concentra en los enclaves turísticos de La Habana, Varadero y los cayos— y de las políticas discriminatorias —los mandados en Oriente son menos y de peor calidad que en La Habana, los apagones se concentran en aquella zona— se han profundizado las diferencias entre regiones, impulsando una migración interna característica de zonas de guerra, principalmente de orientales hacia el resto del país.
Como referencia, entre 1985 y 2015 el conflicto armado colombiano desplazó al 14,3% de la población, el segundo número más alto de desplazados internos en el mundo. En un periodo parecido, en la "pacífica" Cuba emigró internamente 11,2% de la población, fundamentalmente orientales.
Para detener esta hemorragia el Gobierno recurrió a la vileza de ilegalizar a cubanos en su propio país, con el agravante de negarles beneficios sociales como la "canasta básica" racionada o estudios superiores, y dejándolos además expuestos a ser detenidos y deportados.
Tras casi año y medio de pandemia, solo después del 11J el Gobierno concede este alivio de la miseria a esos cubanos "ilegales" en su patria, que ahora pueden comprar los pocos víveres que les vende el Estado cerca de donde residen.
¿Estará esto relacionado con que las manifestaciones se tornaron más violentas en los barrios más pobres, como el de La Güinera, donde la Policía asesinó a un manifestante, o La Palma, en Arroyo Naranjo, desde donde las protestas llegaron hasta el municipio 10 de Octubre? En los barrios desfavorecidos se concentra la población ilegalizada y marginalizada por el Gobierno.
La perversa limosna de conceder esa "libreta excepcional" a miles de cubanos "ilegales" los ayudará a sobrellevar este periodo de profunda crisis, pero no los sacará de la marginalidad a la que han sido condenados por las autoridades.
Salarios
De mayor calado económico es el nuevo cambio —el cuarto o quinto en menos de un año— del tratamiento salarial de los empleados de empresas estatales.
El castrismo sigue apostando por la distribución de la pobreza y no por la creación de riqueza; profundiza el error de la "Tarea Ordenamiento" intentando reanimar la economía con medidas monetaristas y de organización empresarial, sin atender a lo único que está comprobado que aumenta la productividad del trabajo, que es a su vez lo único que acrecienta la riqueza de un pueblo: el aumento de la cantidad de capital invertido por trabajador, el capitalismo.
El régimen rehúsa a tomar el camino de China o Vietnam —por hablar solo de dictaduras— liberalizando el mercado interno, poniendo a las empresas estatales a competir o perecer, y aceptando la inversión extranjera directa. Se niega porque sabe que su poder se basa en mantener al pueblo dependiente del Estado, es decir, pobre.
Pero el truco de pagar más cantidad de un dinero que se devalúa constantemente funciona cada vez menos. La gente quiere comer más, vestir mejor y pagarse unas vacaciones, no tener más papel en la billetera.
El maremoto que viene
A corto plazo, estas medidas pueden rendir los frutos esperados por el régimen, pero como el origen del mal es el sistema mismo, ese resultado será insostenible; además, el cínico oportunismo es notorio para una población que ahora no solo se informa con el Noticiero de la televisión estatal.
El 11J es una ola que vuelve a la calma. Después de la pleamar hay siempre un reflujo que el castrismo está aprovechando para sacar pecho y tomar estas medidas ruines y cortoplacistas, pero visto lo visto, Cuba debe prepararse, habrá maremoto.
"habrá maremoto" ... ojalá que arrastre al Coprolito de Santa Ifigenia al abismo de Bartlett ...
Por el lado de la oposición de postalita, digo: pacífica, tenemos lo mismo.
... y por su lado solo tenemos opiniones críticas desconstructivas ...
''Lo más urgente para el régimen es acabar con los apagones, pues desde los años 90 del siglo pasado sabe que estos son la gota que colma el vaso de la paciencia cubana.''
100% true
La familia Castro va a tener que tener su maletín detrás de la puerta, creo que a partir del 11j se les acabo la tranquilidad. El caracoquismo esta en una mala racha.
Muy buen articulo, en especial la analogia de a que santo van a desvestir para conseguir petroleo, porque si el regimen vitalicio de la familia Castro se atreve a meterle apagones a los mulatos en el verano, entonces hay que meterlos en Mazorra en la sala de suicide watch.
Muy bien por Rafaela. En ese país se acabó ya la tranquilidad.