¿Hay algún plan en Cuba para cuando se supere la pandemia y la economía tenga que volver a funcionar? De momento —con excepción del Consejo de Ministros censurado ayer, tal y como reportó DIARIO DE CUBA— las autoridades mantienen los enfoques basados en el cumplimiento de los "lineamientos" del Partido y en ese plan estratégico 2030, documentos obsoletos a la vista del nuevo escenario que se abre a la Isla, y que tienen unos objetivos difíciles de implementar, por no calificarlos de imposibles
A corto plazo, no se conoce otra cosa que las medidas fiscales y laborales adoptadas para paliar los efectos de la pandemia y garantizar el confinamiento de la población; del día después, poco se ha dicho. Más bien nada.
Sorprende este silencio en un país acostumbrado a situar la "planificación" en el centro de las decisiones económicas y a justificar, año tras año, los fracasos de las previsiones de los burócratas convencidos de que suplantar al mercado en su rol social como instrumento de asignación de recursos, es mejor, más justo y más eficiente.
Sorprende que nadie haya dicho nada sobre el día después, cómo se va a poner en funcionamiento de nuevo la economía tras la hibernación que aconsejan los expertos, a causa del confinamiento para evitar la propagación del Covid-19.
Se me ocurre que puede haber varias razones.
Primero, que no se tiene información de qué puede acabar ocurriendo con la pandemia. Y lo puedo entender. Todos los países se han visto obligados a improvisar sobre la marcha programas, medidas y ayudas, porque nadie recordaba algo parecido desde tiempos remotos. En Cuba las autoridades empezaron a afrontar la pandemia con un enfoque y han acabado con otro, conforme la situación iba cambiando. Hasta que todo esto acabe, pueden ocurrir muchas cosas.
Segundo, que el horizonte futuro es complicado, y también lo puedo comprender. La pandemia va a dejar un agujero impresionante en las cuentas públicas de las economías, y las posibilidades de la economía cubana para obtener financiación en los mercados internacionales para atender sus necesidades de gasto público, son nulas. Nadie quiere prestar a quien debe, y no paga, y además lanza duras críticas ideológicas a los prestamistas. Por lo tanto, la amenaza del default puede llevar a las autoridades a no pensar más allá de un trimestre.
Tercero, porque se sabe qué se tiene que hacer, pero nadie tiene el valor de decirlo. Esto sí que sería más grave, porque supone, en definitiva, dejación de funciones por parte de los dirigentes políticos. Precisamente en los tiempos difíciles se requieren soluciones valientes.
Estoy convencido que esta última alternativa es la más probable. Personas como Díaz-Canel, Murillo, Alejandro Díaz o Malmierca saben qué se tiene que hacer. Saben que el viejo cascarón social comunista de la llamada revolución no aguanta más, que su tiempo ha llegado al fin, y que detrás de la pandemia, hay una oportunidad única en 61 años para dar el carpetazo al sistema y retornar a la ortodoxia económica. Pero de la misma forma que están convencidos que eso es lo único que se puede hacer, tienen miedo siquiera de decirlo.
Temen al ejército y la Seguridad del Estado, cuyas empresas no están a salvo en la actual coyuntura y pasarán momentos difíciles en los que habrá que financiar pérdidas con el presupuesto estatal, algo que no estaba previsto. Temen a las bases comunistas, a las organizaciones de masas y los recalcitrantes del régimen que siguen esperando con ilusión e inasequibles al desaliento, al "hombre nuevo del Che", representado por personajes como Yusuam o la gritona y recién destituida Sucely Morfa.
Pero Díaz Canel et al están esperando a alguien más para dar el paso. Lo malo es que no saben qué hacer, y necesitan que se les tire un capote. Ese capote debería servir para que Cuba, una vez tomada la decisión correcta, tenga el apoyo internacional que necesita para encender de nuevo la maquina de su deteriorada economía. Saben que la solución no está en los hoteleros españoles, que están atravesando su vía crucis particular con la caída del turismo, ni en los mineros canadienses y holandeses, porque los precios de las materias primas se han hundido en los mercados.
La solución está mucho más cerca y puede ser relativamente fácil si se toman las primeras decisiones que resultan necesarias para ganar en confianza y credibilidad internacional. Nadie da nada gratis, que no se equivoquen. El regalo vietnamita de unas cuantas toneladas de arroz o el dinero recibido de China tiene un alto precio. Y se acaba pagando. Tal vez la elección de los socios ha sido una de las asignaturas fallidas del régimen de La Habana, pero en las circunstancias actuales, tienen una oportunidad de oro para cambiar todo eso. Lo único que deben hacer es mostrar voluntad, actuar, mover ficha. Ser valientes. El resto vendrá solo. ¿A qué esperan?
Díaz-Canel, Murillo, Alejandro Díaz o Malmierca le temen a Yusuam Palacios o Sucely Morfa???
Hombre Elías! Me dejaste con la miel en los labios! Es el momento adecuado para proponer el camino que usted crea es el mejor para salir de esta catástrofe, no le perdono que pierda esta oportunidad en su acertado escrito.
Yo voy a proponer el mio:
1- Solicitud de ayuda internacional, económica y técnica.
2- Disolución del parlamento y formación de un gobierno de transición.
3- Legalización de los partidos políticos.
4- 6 meses después convocatoria para la redacción de una nueva constitución.
5- Elecciones libres y plurales.
A ver Días Canel, llénate de valor!
"¿Hay algún plan en Cuba para cuando se supere la pandemia?" se pregunta el autor para luego responder: "La solución está mucho más cerca y puede ser relativamente fácil " Y no cita un unico ejemplo de aquello que seria facil. ¿Sera que penso que la unica solucion es "ahorcarse"? Pero... ?de dónde sacaremos la soga?