Hija mía, odio las despedidas. No sé muy bien si odio es el mejor término para calificar lo que siento hoy. Fue una palabra que aprehendí de tanto escucharla, para reprobarme. Por eso la elijo, aunque no esté muy convencida de haber odiado alguna vez.
No creo que el odio sea lo contrario al amor, como intentan hacernos creer con la idea del amor romántico. Lo contrario al amor (con el apellido que sea) es el desamor. Quizá sí odie las despedidas. Ellas han sido una constante consciente desde la adolescencia, en la que vi partir a grandes amigos, incluso sin despedirse porque no podían decir que viajarían para siempre o para casi siempre en un mundo sin mensajería instantánea, sin Facebook, sin email.
La muerte me ha hecho también despedirme varias veces. La muerte a destiempo me ha arrebatado el amor equitativo para siempre. También odio la noción de siempre, jamás, nunca y la eternidad. Odio la eternidad, después de parecerme aburrida.
Con todas esas nociones rondando, hoy me despido de esta bitácora pública. Sé de lectores que se alegrarán y de los más, según sus ciberhuellas, que no serán felices. Por los dos grupos me despido agradecida a DIARIO DE CUBA, a Pablo, por ser un editor con el que cualquier periodista sueña; a Ponte, del que admiro hace mucho su pluma suelta; y a Lien, que me contactó y me acompañó en cada entrada, cada día, con todos los ánimos y con la que no he podido ser recíproca.
No todos los días, el periodismo más gonzo —con perdón del Hunter S. Thompson— de mamá encuentra espacio en medios tradicionales. No todos los días es incluido en una idea de país en el que también habito, cohabito. Eso se agradece, más allá de los egos profesionales.
Reconozco el esfuerzo de los tíos para que mamá pudiera dedicarse no solo a acompañarte, sino a escribirte cada día.
También es cierto que mamá está cansada. Este exorcismo diario ha sido agotador en medio de todo lo que ha generado esta cuarentena para nosotras, de mis triples jornadas. Escribir sobre una, exponerse, supone, además, el riesgo de que nunca me perdones, hija.
Yo seguiré dejándote noticas en papelitos, en grabaciones, como antes. Alguna que otra vez contaré de nosotras en mis redes sociales. Seguiré haciendo nuestra película de esta cuarentena que pretendo nos anime a hacer una gran película colaborativa cubana sobre la experiencia apocalíptica del Covid-19, los encierros, la supervivencia, la censura, la violencia machista...
Y, una vez por semana volveré a DIARIO DE CUBA. Contaré lo que veo. Me haré todas las preguntas. Careceré de muchas de las respuestas. Eso he prometido a Pablo hace dos días, cuando hablábamos del fin de esta "Bitácora de Cuarentena".
Ayer un lector me dejaba un comentario, a propósito de mis preguntas para mí y para las mujeres cubanas sobre el matiz de género de la violencia política. No puedo responderle como indican las normas porque accedo a DDC a través de un proxy que no me reconoce como usuaria. Por eso, a NARCO le responderé por aquí:
Estimado NARCO, considero un pecado la desinformación para personas como yo. Hasta hoy he renunciado a grandes placeres para estar informada porque aquí el acceso es bastante costoso en tiempos y dineros. Así que sí es mi responsabilidad (la culpa es una noción judeocristiana que trato de desterrar).
Sí conozco a las mujeres que citas y a otras por las que me he pronunciado, quizá con menos vehemencia, quizá con menos amplificación. Debe de haber rastros aún en mis redes sociales, en algún que otro artículo, en alguna que otra grabación, como con Laura Pollán, que mencionas. Ayer escribía a mi hija sobre Mónica Baró. Podría haber sido sobre Luz Escobar, Ileana Hernández, Camila Acosta, Omara Ruiz, Lynn Cruz o Tania Bruguera. Podría haberle escrito sobre mí. Le escribía a Nina sobre lo que veo desde esta prisión.
En mi experiencia y, a partir de las conversaciones que he sostenido con algunas mujeres víctimas de violencia política en los tres países que menciono, existen todavía diferencias con el nuestro. Y la condeno toda, aun con estas. Cuando quiera podemos conversar sobre esto en mis redes sociales.
Y me despido, hija. Duerme rico. Mamá ya va a abrazarte.
Gloriucha ha generado una visión distorsionada de la realidad, criminalizando la postura de quienes no estamos a gusto con la calidad de la narrativa de esta "Bitácora de Cuarentena" y opacando los 30 días de flagelación innecesaria a que hemos sido sometidos por la autora.
Todos y todas tenemos gustos diferentes, esto siempre ha sido así y siempre lo será.
Tratar de enfrentar a las mujeres contra los hombres desde la perspectiva de género, no es causa aquí.
La compañerita gloriucha y el 'aliade' de turno se mearon fuera del tibor, ese teque fuera de pico sobre 'heteropatriarcado' y 'machonguerías' tiene más polillas que el saco de Germán Pinelli. Los compañeritos adjudican estrecheces mentales a diestro y siniestro y no ven más allás de sus clichés victimistas y sus etiquetas precocinadas.
Parece que el compañerito guarapo desconoce el concepto de 'comentarios de los lectores'.
La bitacora de los purés y las teticas estaría bien en twitter, ahí tendría éxito entre panetelas y galleticas.
La bitacora tuvo dos o tres buenas entradas, el resto es un diario de cocina. Ya lo dijo el chismoso de Norberto Fuentes; el comunismo es lo mas aburrido que hay en este mundo. Y la vida en cuba es aburrida hasta el tuetano. Como escritor o escritora no puedes ser aburrido. Si no hay gancho en lo que escribes, pues no escribas.
Para mí no es asunto de feminismo o machismo, sino de calidad literaria. Lo que la autora considera necesario describir, para un lector --o lectora como yo-- no lo es. Y al ser además demasiado repetitivo provoca desespero, o hasta el alivio de la risa. De ahí que el mensaje no llegue como debiera; el propósito se recibe a la inversa. Como dijo "Amadeus", demasiadas veces se repitió el sueño de la niña, la teta, el sofá, y le faltó el horario de la recogida de basura (que dicho sea de paso, está establecido en muchos países). La cotidianidad puede ser muy tediosa, y en Cuba la de una madre sola y bajo el encierro de una pandemia, puede ser tétrica. Solo puede aliviarla el amor a los hijos, como sí demostró la autora. Pienso, además, que la terrible realidad cubana --y su denuncia-- trasciende géneros y razas, aunque se sufra el machismo o cualquier discriminación. Trasciende también casas con balcón a la calle.
Feminismo/Machismo aparte; resulta como mínimo curiosa la insistencia de algunos lectores de esta web en intentar el asalto a la redacción del periódico y ejercer de jefes decidiendo que se publica y que no.
Hey Gurapo____En ningún momento en tratado de influir en DDC ni criticar el ciiterio y decisiones en su política editorial. Eso sí, con todo el derecho que me asiste como lector, tengo el derecho soberano y meridional de expresar mi opinión sobre algo que leo. Faltaría más.
No se lo tome a modo personal, el comentario se realizo en plural.
Pues yo, sin comulgar excesivamente con el movimiento feminista, rompo una lanza aquí en favor de la autora al leer el tono mal educado, machongo y despectivo de todos los que la atacan. Leyéndolos, me vuelvo feminista radical. Estoy de acuerdo con gloriucha. Bravo.
Usted es otro que lee mal y oye campanas, pero no ubica la iglesia. No hay ningún tono ni machongo o despectivo. En todo caso ironía o sarcasmo. Lo que se cuestiona es la calidad literaria de las crónicas, ni más ni menos
Qué curioso que todos los que festejan el cierre de este segmento sean hombres. Qué curioso que no sientan ningún tipo de interés por este tipo de periodismo, que hablen despectivamente de “teticas” y “purés”. Señores...difícilmente algo de lo que escribe esta mujer pueda entrarles en sus estrechas cabecitas. Vuestro nivel no alcanza tal complejidad. Sigan pensando adentro de su frasquito y déjenos al resto imaginar que pronto la gente como ustedes estará obsoleta. Y con ella la misoginia, el machismo, el patriarcado, el bullying y todos esos desagradables flagelos que ustedes tan bien representan. Hasta pronto Marta María, gracias por tu vuelo y por sacarnos del monótono androcentrismo nuestro de cada día. Un placer leerte
Te faltó llamarnos facistas y hitlerianos.
Aunque cualquier cosa que digas no quita que la bitácora es una porquería...
gloriucha____Lo que es curioso es que ante las críticas a una mujer siempre sale una abanderada de guardia con el manido „machismo, misoginia y patriarcado“ como remedio santo para saldar la discusión, disparándole a todo lo que se mueve y sin razonar.
A ver, Gloria, lo que usted no entiende, porque tampoco tiene muchas luces, que de lo aquí se trata es de la calidad. En DDC escribe y reportan muchas mujeres cubanas, pero lo hacen sin el edulcoramiento, con imaginación, estilo y gracia, que no es el caso que nos ocupa, y de eso es lo que va, no que sea una mujer.
En el futuro la hija le reprochará haber escrito tanta basura en el pasado.
Es un gran alivio para los lectores y ojalá que no se le ocurra preparar una nueva bitácora.
Qué alivio! Ya estaba de las teticas, el sofá, la niña que no se duerme y el balcón…
La Habana no aguanta más de teticas y purés, a ver si ahora leemos algo de interés.
Menos mal!!! No había quien se lo leyera completo...
Ah, qué bien! Ya tenía la bitácora hasta los mismisimos!