"Me da lástima con el caballo, pero no hay otra opción ni de transporte ni de buscarse la vida". El que así habla es Javier, uno de los cocheros de Mayarí, Holguín.
Caballos y bueyes tienen una importancia vital en el transporte de pasajeros y carga, y en el trabajo agrícola en el interior de Cuba, con o sin "crisis coyuntural". Con frecuencia estos animales son víctimas de sobreexplotación, abusos físicos y de las malas condiciones de vías y caminos.
"Los baches en la ruta de los coches son un calvario", afirma con pesar Javier. "Uno no halla por dónde coger, sale de un bache y entra en otro. Es un crimen para los caballos y para los pasajeros. Pero principalmente para los animales, que sufren más con tantos baches".
"No se puede coger impulso, todo el tiempo tienen que hacer mucha fuerza para sacar el coche de los huecos o hay que obligarlos a disminuir la velocidad para no brincar tanto", añade.
"Llevamos años así. Hacen una reparación de mala calidad y, al mes, cuando llueve dos o tres veces, se pone peor. El impuesto de circulación no lo dejan de cobrar, eso sí, pero nadie sabe para qué lo utilizan".
La preocupación principal de los cocheros es poder ejecutar su trabajo y a los pasajeros lo que más les preocupa es llegar. Lo que sufre el animal se convierte solo en una cuestión coste-beneficio. Eso preocupa a activistas que abogan por una ley de protección para penalizar los abusos que en ocasiones llegan a la crueldad.
Algunos cubanos se preguntan si la demora de tan reclamada legislación se deba al temor del Gobierno a verse comprometido en la solución de otros problemas económicos y sociales que persiste 60 años después del triunfo de la revolución. La falta de maquinaria agrícola y la prevalencia del transporte tirado por animales en el interior del país están entre ellas.
A ello se suma también el comportamiento violento de muchas personas, que ven en el animal solo un medio de vida y lo someten a extenuantes jornadas de trabajo.
Ernesto, un cochero que asegura cuidar muy bien de sus caballos, contó a DIARIO DE CUBA que un vecino suyo "tiene una yegua buenísima, que le da el sustento a su familia con un carretón".
"Hace poco la soltó ya de noche y la pobre bestia, cansada después de una larga jornada, parió en menos de 15 minutos. El hombre tenía la cuenta perdida. Fue abusivo, pero pasa con más frecuencia de lo que uno se imagina", lamentó.
Además de las largas jornadas son comunes las golpizas desenfrenadas cuando los caballos "se niegan" a trabajar.
"Los cocheros y carretoneros lo consideran una vergüenza. Además, el caballo se desprestigia y pierde su valor en el mercado. Por eso pierden la cabeza cuando el se niega y lo golpean con un tubo, o con lo que tengan a mano, con todas sus fuerzas, hasta que el animal camina o se cae al piso desfallecido. A veces mueren por ello. Es horrible", dice una joven veterinaria.
Es inaudito que en el país se carezca de una legislación que convierta en delito el "maltrato animal". Según un reciente reportaje de la Revista Bohemia, "actualmente el Ministerio de la Agricultura (MINAG) coordina la comisión nacional encargada de concebir la primera ley de bienestar animal en Cuba".
Sin embargo, los activistas de la sociedad civil que realizan su sensible trabajo sin apoyos oficiales hasta hoy, abogan por una ley que sea enfocada más bien como "de protección" e incluya las acciones que debe realizar el ser humano para garantizar el bienestar animal.
¡A mi no me da ninguna lástima con el caballo! ¡¡ESTÁ BIEN MUERTO Y ENTERRADO!! Digo, prensado dentro de un seboruco.