Las libertades económicas en Cuba han dado un paso atrás. Lo peor es que las medidas adoptadas por el régimen, anunciadas en la Mesa Redonda de Randy Alonso, no van a servir para enderezar el deficiente rumbo de la economía y tampoco van a proporcionar las divisas que se quieren conquistar a la población. Por el contrario, pueden hacer mucho daño a la maltrecha economía y, en contra de lo que afirman los dirigentes comunistas, no van a mejorar "los servicios y la adquisición en plaza de productos y artículos de uso duradero para el hogar".
Al final lo hicieron. Ahora las personas naturales que habían conseguido un pasaporte español por la llamada ley de nietos, y podían salir libremente del país hacia Panamá, República Dominicana e incluso España para llenar sus maletas con mercancías que después se vendían dentro de la Isla a otras personas, ya no podrán dedicarse a esta tarea, al menos en lo relativo a bienes de equipo. Uno de los pocos espacios para el ejercicio de las libertades económicas ha tocado a su fin.
El régimen declara que las medidas anunciadas quieren lograr una ordenación de las "importaciones de mercancías con fines no comerciales para garantizar que las personas puedan comprar en el país equipos de calidad con precios competitivos", y ello, según dicen, con el objetivo de "impulsar la economía".
Ni lo uno, ni lo otro. El régimen ataca y elimina todo vestigio de libertad económica, creación y acumulación de riqueza, por primitivo y rudimentario que sea. Detesta el enriquecimiento de las personas. Quiere a los cubanos pobres, dependientes de la canasta normada del Gobierno y sometidos al poder político comunista. No quiere agentes económicos fuertes en la sociedad civil, amparados en el funcionamiento del mercado libre, los derechos de propiedad privada y la libertad de elección.
Quien ha puesto fin a esta actividad inaugurada en tiempos de Raúl Castro ha sido Díaz-Canel, quien tendrá que hacer frente al malestar que esta decisión pueda suponer y, sobre todo, a la paralización de numerosos servicios y actividades que dependían de las mercancías suministradas por las llamadas "mulas". Y lo ha hecho creando una fantasmagórica comisión gubernamental integrada por representantes de 14 organismos estatales que, durante unos meses, ha realizado un diagnóstico del asunto, desde la perspectiva comunista y totalitaria.
Esta comisión de sabios comprobó lo evidente. Las "mulas" tenían éxito en sus funciones porque aprovechaban las decisiones erróneas de los planificadores de la economía para ocupar espacios de atención a las necesidades sociales. Eso que precisamente desprecia el régimen, pero que es la base del funcionamiento de las economías.
Mientras que el Gobierno dedicaba cuantiosos recursos económicos (llámese subsidios a empresas ineficientes) para asegurar —con escaso éxito— a la población productos básicos de alimentación, aseo personal y limpieza, las "mulas" empezaron a traer electrodomésticos del exterior, básicamente porque habían desaparecido de las tiendas en Cuba y, pese a su elevado precio, resultaba necesario comprarlos. Detrás de esta actividad había negocio. Investigar las cuentas de los bancos del Estado era fácil. Obtener información de delatores, también. Si se añade a esta situación la escasez estructural de divisas de la economía, el Gobierno entonó la guaracha de Carlos Puebla, tantas veces escuchada en estos 60 años y "se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar". Más de lo mismo.
Los dirigentes comunistas quieren hacerse con el control de las divisas que salen del país como consecuencia de esta actividad de las "mulas", y quieren destinarlo a las importaciones de materias primas para la industria (tratar de comprar petróleo a precios de mercado y no depender de Venezuela) y a las empresas ineficientes dependientes del Estado, que han mostrado en numerosas ocasiones su incapacidad para atender la demanda de manera sostenible. La cuestión es cómo hacer que el flujo circular de la economía funcione de este modo. El problema es que al trasladar la actividad comercial a las tiendas estatales ineficientes llegarán menos clientes a comprar, y se recaudará también menor cantidad. La gente está acostumbrada a ello.
Además, se equivocan si creen que esta medida sirve para potenciar la industria cubana. La industria y los consumidores se benefician cuando pueden comprar los artículos que les suministran las "mulas", logran más productividad y eficiencia en la atención a los clientes o, en el caso de los consumidores, pueden disfrutar de alimentos conservados en frío.
No existe forma de potenciar industria alguna cuando hay que esperar de manera indefinida a que el Estado proporcione lo que se necesita. Que le pregunten a los agricultores independientes qué va a pasar ahora cuando sus aperos o suministros dependan de las decisiones de los planificadores de turno. Ya veremos qué pasa con las próximas cosechas. La visión autárquica de la economía tiene un recorrido limitado, y la cubana no es una excepción.
Resolver el problema concediendo más subsidios y exenciones arancelarias a la importación de las materias primas e insumos, no es la solución tampoco. Es una medida equivalente a topar precios, lo que supone que se vacíen los mercados y la urgencia de imponer el racionamiento. El presupuesto del Estado se encuentra prácticamente agotado, con un déficit que se encarama por encima del 11% del PIB y que deja poco espacio para este tipo de aventuras. Si algo necesita la economía cubana no es protección o subsidios, sino una progresiva apertura al mundo, y con este tipo de medidas no se consigue este objetivo prioritario.
Las importaciones realizadas por las "mulas" pasarán a partir de ahora a manos del aparato del Estado, en concreto de las empresas importadoras designadas por el Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, y se comercializarán a la población a través de otras entidades estatales, como Servicios Automotores Sociedad Anónima (SASA), CIMEX y otras. Todo el negocio queda en manos del Estado e insisto, una actividad que venía siendo realizada por la iniciativa privada, se elimina de raíz.
Después, a modo de comparsa, los funcionarios han anunciado el intento de "impulsar al máximo las variantes del comercio electrónico como las tiendas virtuales, las ventas online y las pasarelas de pagos nacionales e internacionales", para introducir las tarjetas magnéticas en todas las ventas. Una tarea que igualmente quiere poner al servicio del primitivo sistema bancario cubano todos los recursos posibles para canalizarlos a las arcas estatales.
No creo, como dicen las autoridades, que este tipo de medidas estén justificadas por "mejorar el servicio de posventa (garantía) de los electrodomésticos vendidos en el mercado nacional así como la reparación y mantenimiento", aludiendo que los equipos importados por las "mulas" no tienen estos beneficios. Poco importa cuando se trata de equipos que funcionan correctamente y que no plantean problema alguno a los usuarios. El problema vendrá cuando tan solo en 70 establecimientos de la red de tiendas ya existentes en todos los territorios se realice la venta de los artículos que más se importan. Eso sí que será un problema para muchos cubanos, que volverán de nuevo a padecer las colas, las largas esperas, la desidia y, en fin, el peor rostro del sistema comercial existente en el país. Una lástima.
Las autoridades no han querido prohibir completamente la actividad de las "mulas" y al parecer han dejado algunos resquicios, estableciendo como único objetivo que "los precios ofertados sean competitivos con los existentes en el mercado minorista de los países de nuestra área geográfica", en la amplia gama de productos que se comercializan como equipos electrodomésticos, ciclomotores eléctricos, televisores de pantalla plana, aires acondicionados, así como partes y piezas de automotores. Ya se verá cómo la sociedad cubana digiere estas medidas que eliminan pequeños resquicios para la libertad económica.
Este texto apareció originalmente en el blog Cubaeconomía. Se reproduce con autorización del autor.
Mas de lo mismo. Ahora es cuando el CUC (y el peso cubano ni se diga) va a coger a 40 o 50 por USD y que se va a vender entonces en las TRD? Si el pueblo cubano no gana en USD su anemic salario como va a poder "comprar" en esas tiendas? Sera que esperan que la gusanera miamense les mande los dolares a chorro para que compren? hahahaha. Ese es el objetivo; que los emigrados le manden dinero a sus familiares y asi el gobierno que no tiene creditos ni nadie que los garantice (ni China, ni Rusia, ni bancos internacionales) pues deben hasta la madre de los tomates y quieren "reflotar" la economia vendiendo 4 frigidaires y 3 split? mas pacotilla revolucionaria???? Estan jodios como quieran que lo pongan? Y la gente (sobre todo muchos en el gobierno) que tiene en su poder miles de CUC que haran? cambiarlos a CUC? como lo haran 1 a 1? ahora es cuando es y se va a disparar el cambio. Lo mejor del caso es como odian al imperio pero como les gustan los dolares y la pacotilla.
// Ni MULAS ni tiendas VENDIENDO EN DIVISAS //
- - La importación con "mulas" es gastar innecesariamente.
- - Las tiendas vendiendo es divisas es para TRATAR (???) de COGER MÁS DINERO MANDADO POR LOS EMIGRADOS. Es dolarización de la economía, el truco de sacar divisas cambiándolas por chavitos no les funcionó porque DE TODAS FORMAS MALGASTAN LAS DIVISAS.
- - Para ser próspero un país la gente tiene que poder TRABAJAR, PRODUCIR y **EXPORTAR**.
- - Que el que produce sea dueño del fruto de su trabajo. Que no haya parásitos en la sociedad, como el PCC.
Es una practica ancestral de la familia Castro alla en la finca de Biran, Don Angel Castro le pagaba a los jornaleros con vouchers, lo que es hoy día el CUC y luego se los acaballaba otra vez, porque estos solo valían en su bodeguita.
Otra ''iniciativa'' de la desastroza administración centralizada , explotadora y bárbara que se enfriará más rápido que un cafecito cubano.
El tiburón castrista se baña, pero no salpica.