Marcelo Rivas se aplastó un mosquito en la cara y, aunque el insecto murió al instante, antes consiguió picarlo. Está seguro de que ese fue el momento en que contrajo el dengue.
A los pocos días comenzó a sentir decaimiento, dolor en todas las articulaciones y mareos, hasta el punto de que no pudo levantarse y atender la venta de helados que tiene en el garaje. Durante la semana que estuvo en cama pensó que se iba a morir.
"Yo vi al moquito acercarse. Tenía patas rayadas larguísimas y me pareció que me miraba. Luego no lo vi más hasta sentirlo, pasado un rato, picándome la cara. Le di fuerte, pero ya era tarde".
En la cuadra de Marcelo hay otros tres casos de dengue. Esa manzana de Jaimanitas está considerada por el policlínico como la de más alta incidencia.
Los mosquitos están "picando a gusto", dice Rafael Delfín. "Hay que exterminarlos inmediatamente, para evitar la propagación del virus".
El Ministerio de Salud Pública tiene desde hace años una campaña para exterminar al Aedes aegypty, transmisor del dengue, pero no ha dado resultados. La baja disponibilidad de "bazucas" para la fumigación, el incumplimiento del ciclo de tres días de humo y de la inspección a las viviendas en busca de los focos de incubación, son algunas de las causas.
Carlos Abel Santana es de Las Tunas y construyó una casita en la cantera. Se metió a fumigador porque es el único empleo que no exige cambio de dirección hacia La Habana. Confiesa que la indisciplina de las brigadas ayuda a que el mosquito no se acabe.
"Muchos fumigadores vendían a 20 pesos, en la calle, el veneno utilizado para el humo de la fumigación", dice.
"Lo anunciaban como veneno contra las garrapata, pulgas, cucarachas, y lo que echaban en las casas era solo humo. También se quedaban con el petróleo, que compraban los boteros. Daban servicio a domicilio, extra laboral, por 30 pesos. Todo eso se acabó. Están puestos para el control".
Luisito es otro fumigador. En Santiago de Cuba era poeta. Posee el cambio de dirección y en la 'campaña' tiene merienda y almuerzo asegurados. Cuenta que el primer día de trabajo casi se vuelve loco.
"De repente me vi entrando a cien casas en una sola mañana, viendo cien salas, cien cocinas, cien baños, doscientos cuartos... ahí fue que descubrí la desigualdad con que se vive en Cuba, del lujo a la pobreza extrema. Terminé ese día enfermo. Por eso y porque no me dieron medios de protección y el humo me sacó por el techo".
Luisito asegura que hay dengue, y bastante. Que los hospitales están abarrotados y que es verdad que ha muerto gente.
"Por eso ahora andamos con pie de plomo. En cualquier momento dejó la fumigación y me busco otro trabajo. La epidemia continuará y nosotros pagaremos los platos rotos. De la brigada aquella solo quedo yo, los demás son muchachos del Ejército Juvenil del Trabajo y gente a la que mezclan con nosotros y uno no sabe quién es".
Luisa Valdés, vecina de Jaimanitas, estuvo con dengue y no lo supo. Pasó tres días muy mal en su casa y pensó que era catarro. Cuando le salió el rash cutáneo, la doctora del consultorio le dijo que esa era la fase final, pero tenía que realizarse un conteo de plaquetas y reportarlo al policlínico.
La convaleciente se queja que la inspección de focos es inefectiva.
"A veces ni entran a inspeccionar la vivienda. Te piden el visto, lo anotan en su tablilla, lo firman, te preguntan cuántos tanques hay y luego se marchan. Y si tienes focos, ahí se quedan", dice Luisa.
En Jaimanitas también hay casos de dengue hemorrágico, que es la variante más agresiva del virus. Sunilda Bello estuvo tres días cuidando a su sobrina en el hospital pediátrico. Su hermana también tenía dengue y no se podía levantar de la cama.
"Mi sobrina vomitaba y defecaba sangre. Estuvo mal, por suerte se salvó. Ahora estamos en la búsqueda de dos mosquiteros al precio que sea, pero no aparecen ni en los centros espirituales".
"Me explicaron los médicos del pediátrico que es mientras las personas duermen cuando los mosquitos suelen picar. Una se acuesta bien por la noche y se levanta por la mañana con dengue".
Es solo cuestión de tiempo que brote el cólera asesino; y brutal.
En estos días ha llovido en La Habana, los charcos de agua que se forman en los múltiples baches de la vía pública y alrededor de los enormes basureros urbanos constituyen focos mucho más peligrosos que los que se puedan crear en una vivienda
Es una lastima que los Cubanos no ponen REPELENTE en la lista para controlar enfermedades propagadas por mosquitos. Aca en Canada no se puede caminar en el bosque en el verano sin repelente, hay milliones de mosquitos y eso no se puede controlar, es la responsiblidad de cada uno protegerse con repelente. pero en Cuba, casi no se puede conseguir ni DEET ni otro repelente.
Varios allegados me comentan que al interior de país la situación epidemiológica es un desastre mayúsculo, existe dengue, existe zika y lo que queda del sistema sanitario esta totalmente colapsado.