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Ciencia

SOS: las ciencias en Cuba

Diversas autoridades cientifícas cubanas describen el estado de las ciencias en el país en un reciente número de la revista 'Temas'.

La Habana

En su artículo "Conexión entre ciencia e innovación y los modelos de políticas", el profesor e investigador de la Universidad de La Habana Jorge Núñez Jover celebra que el número 93-94 de la revista Temas (enero-julio de 2018) esté dedicado a explorar diversas miradas sobre el uso social de las ciencias y las particularidades que hoy afectan al desarrollo científico y tecnológico en Cuba.

Afirma Núñez Jover: "Es curioso que, en nuestro país, donde tanta atención se ha prestado a su desarrollo, existan tan pocas publicaciones con el perfil de este volumen […] Esos estudios podrían, entre otras cosas, ayudarnos a entender mejor las virtudes y carencias de nuestras prácticas científicas y tecnológicas y el problema, muchas veces mencionado, de la insuficiente utilización del potencial de que disponemos".  

Desconozco si las repercusiones de este número han sido satisfactorias, pero lo cierto es que el dossier que propone merece atención, y merece discutirse en los grupos científicos de las distintas áreas del conocimiento, tanto en centros académicos como investigativos, y por los interesados sobre el futuro científico y económico de Cuba en la actual coyuntura nacional.

Además del dossier con artículos de analistas de EEUU, Inglaterra y Cuba, la revista contiene un panel dedicado a la actual situación de la literatura cubana y otros temas de interés en la sección "Lectura sucesiva".

Del dossier, salvo el lamentable comentario de Agustín Lage Dávila (BioCubaFarma) para quien el "Periodo Especial" en Cuba terminó ya y de él emergió un pueblo "triunfante", me interesa recomendar la lectura de algunos textos que ofrecen una perspectiva crítica, ajustada al contexto insular.

El propio Núñez Jover advierte el empleo frecuente de "políticas inadecuadas" que obstaculizan la solución de problemas de la práctica social, en tanto Luis A. Montero (Universidad de La Habana), más agudo en "La ciencia y la tecnología en Cuba: una década después", encuentra un declive en la actividad científica en la Isla.

Este es, a mi juicio, el más interesante de todos los trabajos. La crítica a las políticas desajustadas, apoyándose en informaciones respecto a la Zona Especial de Desarrollo del Mariel y el más reciente anuncio del financiamiento ruso para modernizar el sistema ferroviario cubano, son algunos de los argumentos que esgrime en su trabajo.

Montero califica de confusas y contradictorias las estadísticas cubanas sobre el actual potencial científico en la Isla, datos que dificultan "cualquier análisis serio". A partir de 2014, un comportamiento negativo coloca a Cuba en desventaja, si se compara con otros países. "Eso es lo que dicen las cifras, añade, pero el que está en el día a día en su puesto de trabajo científico puede relatar una imagen más desoladora", afirma.

El autor lamenta la incapacidad de retención y asimilación de los potenciales científicos "para las metas que probablemente harían de Cuba un país envidiable por muchos". El éxodo masivo de profesionales hacia otras áreas más lucrativas ajenas a la labor científica, o a otros países, continúa siendo uno de los principales problemas en el país.

"Cada día más el potencial humano que formamos para la ciencia se convierte en una donación unilateral a otras naciones, a costa del desmembramiento, completo o parcial, de muchas de nuestras instituciones de investigación. Este es un fenómeno que también se manifiesta globalmente, pero es particularmente grave en nuestro caso, porque carecemos de política o acción alguna para recuperar ese potencial o utilizarlo desde el extranjero", reconoce Montero.  

Una aplicación más competitiva de la ciencia, la tecnología y la innovación como fórmula para lograr el progreso, la incorporación de todas las esferas de la sociedad desde la iniciativa y el éxito, la retribución económica justa a la creación de conocimientos, la inventiva y la innovación rentables para alcanzar un adecuado nivel de vida, en correspondencia con el rendimiento y la restructuración de la actividad científica en el país, sobre la base de la gestión y la facilitación, son algunas de sus propuestas para paliar estas dificultades.

"La ciencia cubana a través de sus publicaciones en revistas arbitradas", de Lila Castellanos Serra, Carlos Rodríguez y Pedro Valdés, estudia la evolución de la producción de artículos científicos cubanos, la ubicación de la Isla respecto a Latinoamérica, la situación relativa de las diferentes disciplinas y ramas del conocimiento, así como la relación entre el número de doctores en ciencias y artículos publicados. Los autores manifiestan un retroceso notable de la producción de artículos nacionales, además del debate crítico de la situación acompañado de acciones que pueden revertir esas tendencias.

También "Las ciencias básicas en Cuba en el siglo XXI", de un equipo de autores cubanos, aduce las dificultades relativas a esta esfera, todavía muy subvalorada, salvo el caso de la biotecnología. La poca confianza en la capacidad de producción de nuevos conocimientos, y por otro lado, la exigencia de generar aplicaciones con beneficios económicos por encima de sus capacidades de realización son las principales problemáticas de las ciencias básicas en el país.

Los analistas coinciden con Montero en que los bajos salarios y la carencia de recursos en las instituciones para realizar las investigaciones, repercuten en la pérdida de los denominados líderes científicos que emigran con sus líneas completas de investigación, las cuales demoran muchos años en consolidarse.

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