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Opinión

Editorial: La nueva Ley Electoral y los reclamos de la ciudadanía

¿Qué cambia con lo anunciado por el régimen hasta ahora?

Madrid

Disminuyen en un par de centenas los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular, según el proyecto de Ley Electoral que acaba de publicarse. Esa disminución no obedece a diseño electoral, sino a lo reducido del espacio de su nueva sede, el republicano Capitolio Nacional.

En un sistema electoral donde la representatividad vale muy poco, y donde históricamente se han nombrado diputados sin relación con los municipios que representan, esta reducción de la asamblea traerá escasos cambios. Simplemente, las unanimidades serán más reducidas.

Los diputados reunidos en el antiguo Capitolio serán los únicos en votar por la presidencia, vicepresidencia y secretaría de la Asamblea Nacional, así como por la presidencia y vicepresidencia de la República, y los miembros del Consejo de Estado.

Este último órgano se reduciría también en algunos miembros, con un efecto semejante al de la Asamblea Nacional.

Otra novedad, la creación de una Comisión Electoral Nacional, constituirá un instrumento de disimulo y, en el fondo, restricción. Los ciudadanos podrán supervisar los comicios, pero habrán de ser autorizados por dicha comisión.

Tal como quedó estipulado en la Constitución en vigor desde abril, el Partido Comunista de Cuba (PCC) dirige y orienta a las organizaciones de masas, y estas tienen a cargo las Comisiones de Candidaturas.

En resumen: el esquema ha sido diseñado, antes que para la representatividad y democratización, para perpetuar la cerrazón del régimen. No para abrir vía a los reclamos de la ciudadanía, sino para acallar esos reclamos y desentenderse de ellos a conveniencia. Para seguir en el poder, de espaldas al país y al pueblo.

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