El Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegeta (INISAV) emitió el miércoles indicaciones para que la población forme parte del control y eliminación del caracol gigante africano (CGA), entre las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo y que ha convertido en preocupación medioambiental en la Isla.
Una de las medidas propuestas consiste en la destrucción de la concha y encerrarla herméticamente en una bolsa que pudiera enterrarse, dijo a la oficial Agencia Cubana de Noticias el Máster en Ciencias Michel Matamoros Torres, de Entomología y Malacología Agrícola, del Departamento de Zoología y Herbología del INISAV.
Añadió que de forma alternativa puede quemarse, siempre de manera segura, o sumergirla en una solución de sal o cal al 3% (3 cucharadas por Litro de agua) por 24 horas y luego sepultarla.
Por el contrario, advirtió, estos caracoles no deben ser arrojados vivos en ríos, solares yermos, calles o en la basura que recoge el servicio de comunales.
Tampoco se pueden consumir, comercializar, dispersarlos o usarlos como carnada, ofrenda a deidades afrocubanas u otros usos, y en caso de tener contacto directo con la baba del caracol, lavarse con abundante agua y jabón la zona expuesta.
Recomendó también no consumir alimentos sin lavar, especialmente aquellos por el cual el caracol haya pasado.
El caracol gigante africano (Lissachatina fulica) es oriundo de África del Este, desde donde se ha dispersado a gran parte de los países de la franja tropical y subtropical del planeta y actualmente está presente en todos los continentes, según especialistas en la materia.
La especie se detectó en Cuba en 2014, actualmente ha aparecido en 13 provincias y solo no ha sido reportada su presencia en Guantánamo, Pinar del Río y Cienfuegos.
Para el humano esta especie reviste gran importancia, porque puede impactar negativamente el medio ambiente, la salud humana y la agricultura. Esta especie posee una alta tasa de reproducción, capacidad de adaptación al medio y diversas fuentes de alimentación.
Además, puede desplazar especies de moluscos endémicos, porque compite por el espacio y el alimento donde se encuentra.
El CGA puede ser hospedero de larvas del nemátodo Angiostrongylus cantonensis, un parásito pulmonar de las ratas; estas se infectan al ingerir las larvas que portan algunos moluscos como el CGA y también pueden accidentalmente infectar al hombre y provocarle meningoencefalitis eosinofílica.
Una situación de este tipo ocurre cuando los humanos ingieren larvas de tercer estadio, al llevarse las manos a la boca después de tocar los moluscos o por la ingestión cruda o mal cocinada de productos vegetales frescos contaminados por las secreciones de los caracoles.
Hasta el momento no se ha podido relacionar el CGA con ningún paciente de meningitis en Cuba, según la ACN.
Se ha comprobado que L. fulica puede llegar a consumir al menos 250 plantas y muchas de ellas son especies que se cultivan con fines económicos, e incluso el CGA puede llegar a transmitir enfermedades patógenas a los cultivos.
En Cuba, aunque se tienen informes de plantas consumidas por esta especie, no se reportan pérdidas considerables a los cultivos.
Para su control se ha demostrado que el método físico y el saneamiento son los que más garantías ofrecen y una vez confirmado el hallazgo, para recogerlos es imprescindible proteger las manos con una bolsa de nailon.