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Economía

Planificación central de la economía, ¿pa' qué?

'Lo realmente preocupante es que se dediquen a jugar a este juego peligroso, tal y como están las cosas. La economía cubana no da para más y ha agotado sus motores de cola.'

Valencia

El régimen castrista anuncia el comienzo del proceso de elaboración del plan económico para 2020, el principal instrumento para intervenir en la economía estatal. La información en Trabajadores habla del comienzo de las asambleas de análisis con los trabajadores de la elaboración del plan de la economía y el presupuesto correspondiente al próximo año. Una iniciativa que pretende conseguir un plan más participativo y flexible, de acuerdo con los deseos del ministro de Economía y Planificación. La pregunta, parafraseando a Fidel Castro en referencia a las elecciones, es: ¿pa' qué?

La confianza en la planificación económica durante seis décadas es responsable directa del atraso y empobrecimiento general de la economía castrista. Y ahora, inasequibles al desaliento, se han lanzado a lo que llaman "identificación de las reservas internas y las fortalezas en cada territorio y empresa, explotar las potencialidades del encadenamiento productivo y exportar más, sin poner límites al crecimiento productivo". Ojalá lo consigan, pero lo veo complicado.

El comunismo introdujo la planificación central de la economía como alternativa al mercado en la asignación de recursos siempre escasos para los fines alternativos. Al sustituir el mecanismo de oferta y demanda, y el ajuste de los precios, por decisiones de burócratas planificadores casi siempre alejados de la realidad y enredados en dudosos cálculos de calorías, pesos y otras maldades, el sistema económico cubano se volcó patas arriba en cuestión de años.

Desde el primer momento, los economistas que todavía ejercían sus cargos al frente de las empresas que aún no habían sido confiscadas para pasar a la propiedad del Estado, se percataban que el modelo iba camino del desastre. Y así ha sido. La planificación de la economía castrista tiene como mérito no haber acertado ni un solo ejercicio en sus previsiones, y en concreto, desde 2006, con la apertura de pequeños espacios a la actividad privada, los resultados son cada vez peores.

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué a pesar de la insistencia de las autoridades y los esfuerzos realizados en la preparación de la dirección administrativa y de los trabajadores para mejorar los resultados de la planificación, los resultados son cada vez peores? ¿Estamos ante una exigencia de cambio real de la economía castrista?

Se puede pensar lo que se quiera, pero entiendo que sí. Por un lado, los burócratas continúan enfrascados en sus cálculos y estimaciones que parecen no acabar nunca, con cada vez mayor volumen de normas, regulaciones y disposiciones. Antes era fácil "planificar", con escuchar un largo y aburrido discurso de Fidel Castro, ya se sabía cómo había que cuadrar las cuentas. Ahora la cosa está peor.

Por lo pronto, hay que leerse, una panoplia de documentos tan aburridos como inservibles, como son la nueva Constitución, o la denominada Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista. Incluso los más optimistas deben leer las Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, y por último si aun quedan ganas, los llamados Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2016-2021.

Como dicen en Trabajadores, "a esos documentos deben unírseles discursos, intervenciones, indicaciones y artículos referidos al asunto, que servirían de fundamento para realizar propuestas con 'todos los hierros', con definiciones claras y carácter estratégico". Con tanta lectura, y tanto hierro, las decisiones económicas pierden esa espontaneidad y riqueza que les otorga el mercado cuando el objetivo es satisfacer al consumidor.

Al final, la planificación es un juego que acaba dando un mal resultado. Porque, si bien por un lado se quiere que todo el mundo participe, y tengo mis dudas que ello sea fácil de conseguir, por otro lado, desde el ministerio (antes la JUCEPLAN comunista) nada se deja a la improvisación, y se establecen las premisas para el plan, para que nadie se salga ni una sola coma del guion que interesa realmente a la cúpula dirigente.

Esto es lo que hay. Por desgracia la prioridad en la atención al cliente, se sustituye por unas indefinidas "potencialidades para contribuir más a las estrategias y prioridades de la economía", y al final acaba dando lo mismo.

Lo realmente preocupante es que se dediquen a jugar a este juego peligroso, tal y como están las cosas. La economía cubana no da para más y ha agotado sus motores de cola, por lo que habrá que pensar en ir cambiando sobre la marcha. Ya ha habido algunos sustos en forma de ausencia de productos en los mercados, pero llegarán tiempos peores.

No hace falta ser un estratega para saber que las cosas van a ir a peor, y que el año 2020 se va a caracterizar por una situación de falta de divisas, de endeudamiento externo insoportable que asfixiarán más aún a la empobrecida economía cubana, sin que nadie mueva un solo dedo.

El diseño del plan, si es que insisten en esta majadería comunista, debería ir orientado a potenciar al máximo lo que funciona en la economía cubana, pero las prioridades ideológicas y los complejos históricos impiden a las autoridades del régimen adoptar las decisiones fundamentales para situar a Cuba en un plano de igualdad con el resto de países de su entorno. Eso significaría más mercado, más derechos de propiedad, más libertades económicas, más sector privado empresarial. Un plan que permita que el sector privado asuma el funcionamiento global de la economía, concentrando el mayor porcentaje de recursos, y ello promovido por medio de una privatización acelerada del capital productivo y empresarial del país.

Los estudios confirman que las ganancias de productividad y la generación de valor en la economía cubana se encuentran en los pequeños negocios del trabajo por cuenta propia y las iniciativas emprendedoras. No tiene sentido continuar frenando a estos agentes económicos en beneficio de empresas estatales deficitarias y un sector presupuestado que ahoga el país. La planificación central de la economía se debe retirar para dejar al mercado que ocupe su espacio.

De nada sirve establecer prioridades como "incrementar las producciones o los servicios con destino a la exportación y satisfacer las demandas de las entidades exportadoras; lograr el máximo aprovechamiento de las capacidades existentes, y asegurar los procesos dirigidos a satisfacer las demandas de la economía interna, fundamentalmente de alimentos, transportación, informatización de la sociedad, vivienda, materiales de la construcción, fuentes renovables de energía, medicamentos y turismo", si los agentes económicos que están involucrados en ellos no son capaces de impulsar estos objetivos y se encuentran tan limitados y condicionados en su funcionamiento, que apenas pueden sobrevivir.


Este artículo apareció en el blog Cubaeconomía. Se reproduce con autorización del autor.

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