El vicepresidente de EEUU, Mike Pence, dijo este jueves que Washington debería trabajar junto con Canadá para que el presidente Nicolás Maduro sea responsable por lo que ocurre en Venezuela y exponer la influencia de Cuba.
"Debemos continuar trabajando juntos para que Maduro será responsable por sus acciones, para exponer la influencia maligna de Cuba y apoyar al pueblo venezolano hasta que se restablezca la libertad y la democracia", dijo Pence a periodistas tras reunirse con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en Ottawa, según el reporte de Reuters.
Trudeau se ha acercado a Cuba, en nombre del Grupo de Lima, un bloque de países en su mayoría latinoamericanos que buscan una solución pacífica a la situación en Venezuela. "Cuba puede potencialmente desempeñar un papel muy positivo en el bienestar y la estabilidad futura de Venezuela", señaló.
A mediados de mayo, la canciller de Canadá, Chrystia Freeland, visitó La Habana para discutir asuntos bilaterales y la crisis política en Venezuela con su homólogo cubano.
Después del encuentro, el ministro de Exteriores de la Isla, Bruno Rodríguez, ratificó la disposición de su Gobierno a aportar "iniciativas que promuevan el diálogo respetuoso" con el Gobierno de Maduro.
No obstante, el funcionario matizó que su colaboración solo se produciría respetando la igualdad de los Estados, el derecho internacional y la proclamación de zona de paz en la región, y en concreto aludió al rechazo al uso de amenazas, fuerza o "medidas económicas coercitivas unilaterales", en referencia a las recientes sanciones de EEUU contra Maduro.
Canadá es uno de los países que reconoce el liderazgo del presidente de la Asamblea venezolana, Juan Guaidó, mientras Cuba respalda firmemente a Maduro, su principal aliado político y económico.
La visita de Freeland fue anunciada con solo un día de antelación, y se produjo pocas jornadas después de que Ottawa dedidiera el cierre casi total de su embajada en La Habana.
La medida respondió a que más de una decena de empleados de la sede diplomática canadiense y algunos de sus familiares presentaron problemas de salud similares a los que padeció parte del personal de la Embajada de EEUU en Cuba, la cual también pasó a funcionar bajo mínimos.