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Vivienda

Compraventa de casas en Prado y Colón, otra 'atracción turística' de La Habana

Un italiano asegura ver 'arte' en los anuncios rústicos colocados por los cubanos en un árbol.

La Habana

"Es grande, con dos habitaciones. No se va el agua ni la luz y nunca falta el gas". Mabel Piña quiere vender su apartamento, situado en Consulado y Virtudes, en 15.000CUC. Asegura que está en muy buen estado y tiene balcón a la calle.

Es parte de la masa de cubanos que acude al punto capitalino de permutas, venta y compra de viviendas, en la calle Prado.

Decenas de personas deambulan entre los carteles que exhiben las ofertas, la mayoría son "corredores" (intermediarios) de casas. Intercambian informaciones y concretan negocios, un suceso que no pasa desapercibido a los turistas que recorren la calle.

El italiano Mateo Fabini, un curador de Nápoles, compara los anuncios colocados en un árbol de Prado esquina Colón con las obras de la reciente Bienal de La Habana.

"Es una propuesta excelente, fenomenal", dice en un español machacado, pero entendible.

Para otros visitantes resulta "pintoresco" este cara a cara entre vendedores, compradores e intermediarios, en un mundo en el que internet y las agencias inmobiliarias agilizan las transacciones.

El apartamento de Mabel tiene varios pretendientes. Anotan su teléfono y prometen visitarlo. Pero Mario tiene poca suerte. Vende una finca con buena tierra en Bauta y lleva cuatro meses yendo todos los días al punto con su cartel al hombro, sin conseguir interesados.

"Parece que nadie quiere vivir en el campo", se queja.

Michel es corredor de casas. En una libreta muestra direcciones y teléfonos de una docena de apartamentos. Según dice, sus ventas van bien y cobra un 10% por su trabajo.

"La Policía una vez prohibió el punto, pero a la larga tuvieron que ceder, es la única forma de que la gente converja en un mismo sitio, los que quieren mudarse y los que necesiten vender y comprar en otra parte".

A la pregunta de cómo empezó en el negocio, Michel responde que es "un oficio de generación espontánea".

"De pronto te caen cuatro o cinco clientes y encuentras a los necesitados, y ya estás corriendo ventas", añade.

"Tenemos abogados que trabajan con nosotros y agilizan los trámites", confiesa. Pero "todos los papeles siempre salen en regla, una garantía que nos respalda", aclara para intentar evitar suspicacias. "Aquí no puede haber fraude o estafa porque nosotros mismos los denunciamos".

En Gervasio y San Miguel se ofertan dos apartamentos con una propiedad. La dueña, Elizabeth, explica que son construcciones capitalistas, con muy buena estructura y en un primer piso. A Mayda le interesa el lugar y se lamenta. Se acaba de divorciar y está buscando dos casas, pero no esas.

"Imposible que sean juntas. Lo quiero bien lejos, por lo menos en Machurrucutu", dice refiriéndose a su expareja.

Nidia Rivas, de Luyanó, es artesana y también se interesa por los apartamentos de Gervasio y San Miguel, pero la oferta tiene la limitación de una sola propiedad. Elizabeth le sugiere que quien se haga propietario solicite un desglose para obtener la segunda propiedad, pero Nidia no quiere saber nada de esa idea.

"Ya pasé por ese trámite cuando me fui a vivir a Luyanó; es la muerte en bicicleta. Primero una agonía para el certificado de habitable y, después, un martirio para el Dictamen Técnico. Por último la angustia de esperar por la entrega de la propiedad. Cada trámite es una caterva de sellos y de viajes a la dirección de Vivienda. Cuando terminé aquello me habían caído arriba 20 años".

El italiano Mateo sigue viendo arte aunque siente la desazón. Para él, el árbol de Prado y Colón significa "el sustento de la vida" y, los anuncios que cuelgan, son trozos de poemas en los que los artistas exponen de manera descarnada los jirones de su existencia.

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