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Transporte

Batalla diaria contra la Policía: así se conduce un bicitaxi en La Habana

'Los policías te siguen por la calle, esperando que cometas un fallo. De esa forma no hay quien viva'.

La Habana

"Aquí en La Habana Vieja no tenemos vida", dice Yunior, un joven dueño de un bicitaxi grande, al que da mantenimiento todos los días. Aunque la nueva Constitución del Gobierno cubano dice que el Estado apoya la iniciativa privada, a su gremio parece no llegar esa protección.

Pese al insuficiente transporte en la capital, las prohibiciones y el acoso policial impiden a los bicitaxistas trabajar sin constantes sobresaltos y prosperar.

"Uno de los problemas más agobiantes es el de las calles prohibidas. Es cierto que en algunas vías, como la que circunda la Capitolio, la calle Monte y otras consideradas rápidas, no debemos circular; pero los policías, para fastidiarnos, lo extienden a más calles. Es como un cerco en el que nos cazan con facilidad", se queja Yunior.

Otro dueño de bicitaxi es Cesar, quien vive en un solar de O'Reilly y Teniente Rey, y lleva más de una década en el giro.

"Desde 2012 estoy trabajando sin licencia porque no la dan, solo tengo esta tarjeta azul que dieron que es como la propiedad del equipo. Ahora aprobaron la licencia de ayudante, una persona que trabaja el bicitaxi en otro horario para sacarle mayor provecho, pero los dueños piden 200CUC para que trabajes, es lo más parecido que he visto a un trabajo esclavo", dice.

"La Policía nos multa, pero no como multa de tránsito sino como contravención, que es más alta. No tengo otro oficio que bicitaxear y, si no trabajo, el jefe de sector me va arriba con la Ley de Peligrosidad, que me puede llevar a prisión".

"Me ofrecieron chapeo. Les respondí que yo no soy campesino, que vivo desde que nací en la calle Picota; por tanto, no estoy ilegal en la capital, que es lo que primero que piensan de todos nosotros", añade.

Cesar conoce las leyes de tránsito porque fue chofer y dice que los policías te siguen por la calle, esperando que cometas un fallo.

"Así no hay quien viva. Si no tienes los papeles del bicitaxi, te encierran en la unidad y te aplican una cosa nueva que no entendemos, que es pagar la multa en la unidad para poder salir en libertad. Ponen a la familia a correr buscando la plata para sacarte. Una tragedia".

Las principales calles del Casco Histórico están inundadas de turistas que deambulan con los bicitaxistas entre ellos como una atracción más, sorteando personas, autos estacionados y baches. Carlitos tiene un bicitaxi chiquito pero dinámico. No para buscando clientes. Se queja de las tantas calles prohibidas y de cómo tiene que ingeniárselas para descubrir al policía y esquivarlo.

"Dijeron que en la calle Monte iban a situar una ciclo vía, pero no han hecho nada. Para llevar gente a Cuatro Caminos tenemos que subir por Águila, que es una loma que nos revienta. Nos impusieron el troquelado del equipo como la propiedad, lo hicieron en un taller en Bauta, que es en el fin del mundo. Había que ir pedaleando hasta allá como prueba del buen estado del bicitaxi. Un abuso. Todos los bicitaxistas que estamos legales deberíamos unirnos de una forma pacífica y exigir nuestros derechos. Vencer el miedo".

Cesar se para en medio de la calle, frente al bar El Floridita donde tiene su piquera; abre los brazos y parece como si en ese momento se sintiera libre. Recuerda con nostalgia la única vez en que se unieron y marcharon a la Plaza de la Revolución en los bicitaxis.

"Aquello sonó, aún guardo el vídeo. Con aquella acción alcanzamos pequeñas victorias, reconocieron algunas de nuestras peticiones, pero tomaron otras medidas peores, como subir los impuestos o no poder salir de los límites del municipio", señala.

"Un ejemplo: Belascoaín es un destino con mucha demanda, al igual que Infanta, Neptuno, Galiano, pero están fuera de La Habana Vieja y arriesgarse a pasar la raya es exponerse a una multa, así que mejor no lo intentamos. Eso nos afecta el bolsillo. Otra cosa es el tamaño de las multas que parecen cosa de locos… 2.000 o 3.000 pesos. ¿De dónde vamos a sacar ese dinero? Y hay que pagarlo obligado o pierdes el bicitaxi".

Alexander Elizastegui pertenece también a la piquera del bar El Floridita y llega de una carrera desde La Catedral. Dice que conducir un bicitaxi en La Habana es como salir a una batalla diaria contra la Policía.

"Reconozco que el Casco Histórico es una zona especial que debe tener regulaciones para mantener el buen orden, y que algunos bicitaxistas a veces no cumplen las leyes, pero hay normativas que nos resultan anormales y entorpecen nuestro trabajo", critica.

"La marcha a la Plaza fue un ejemplo de reclamo y de lucha pacífica. Habíamos utilizado los canales establecidos para protestar, pero no nos contestaban. Entonces, decidimos utilizar las redes sociales como bocina y organizamos aquella protesta. Nos vio mucha gente que reconoció nuestra proeza de cuentapropistas que trabajan con el esfuerzo de sus piernas y mantienen a sus familias, pero con una realidad adversa que contradice el supuesto apoyo a los emprendedores", añade Elizastegui.

"Organizarnos ahora es más difícil porque de alguna forma nos han declarado 'clandestinos' al no renovarnos la licencia, y por la persecución constante y las multas; pero no es imposible".

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