Choques diplomáticos, un accidente aéreo, baños de masas, gestión de catástrofes, una reforma constitucional para no reformar, declaraciones desafortunadas, retos de los artistas y los cuentapropistas... el primer año de Miguel Díaz-Canel frente al Gobierno de Cuba termina.
El 19 de abril de 2018 el régimen cubano escenificó la sucesión de Raúl Castro en la presidencia de los Consejos de Estado y de Ministros. El designado Díaz-Canel, "elegido" por la Asamblea Nacional con el 99,83% de los votos, dedicó su "primer pensamiento" a la llamada "generación histórica" y en su discurso prometió ser guardián del legado del castrismo.
A partir de ese momento no ha cesado de repetir su consigna: "Somos continuidad". Aquí recogemos algunos de los momentos destacables de estos 12 meses:
—En su primer Consejo de Ministro, habla de deudas e "irregularidades" comerciales. Estrena un formato de reuniones que mantendrá desde entonces, y que incluye a los principales organismos estatales y la cobertura edulcorada de la prensa oficial.
—En mayo el gobernante enfrenta su primera crisis de importancia, con el accidente del avión de Cubana de Aviación en La Habana. Hoy todavía se esperan los resultados de la investigación de la catástrofe que dejó 112 personas fallecidas. También se espera que su Gobierno señale responsables de un desastre a todas luces evitable.
—En su primer viaje al extranjero como mandatario no hay sorpresas: va a visitar a su aliado Nicolás Maduro, que lo obsequia con la Orden Libertadores.
—Inicia recorridos por el país que incluyen baños de masas. Es otra faceta de su "estilo", que presenta como "gobernar en contacto con el pueblo". La prensa oficial lo sigue a todas partes y le regala titulares del tipo: "Las damas querían besarlo, los caballeros abrazarlo".
—Además de "gobernar en contacto con el pueblo", Díaz-Canel quiere parecer del pueblo, así que asiste con su esposa a espectáculos como el de Laura Pausini y Gente de Zona en La Habana, y hasta baila.
—Coherente con su promesa de continuidad, ratifica a la mayoría de los ministros de Raúl Castro y reafirma que "en Cuba no habrá giros capitalistas ni concesiones".
—En su primer viaje a Estados Unidos como gobernante, pisa Nueva York recordando a Fidel Castro y su antiimperialismo, pero no desperdicia oportunidad para reunirse con ejecutivos de empresas que representan lo más exitoso del capitalismo. También con la comunidad cubana, pero solo con la parte que no tiene nada que objetar al régimen. "Los cubanos viajamos de manera creciente, no emigramos de manera masiva", dice, y se marca otro baile con su esposa.
—Desembarca en las redes sociales, sobre todo en Twitter, y hace que todo el oficialismo se abra cuentas, para asombro y diversión de la comunidad tuitera, que no pierde oportunidad de criticar las faltas de ortografía, errores de redacción y salidas de tono de los funcionarios.
—Inaugura oficialmente el lujoso Hotel Grand Packard en La Habana. Pero lo que parece un espaldarazo turismo y a los inversores extranjeros es también un aplauso los militares, dueños de esa instalación y de los más lucrativos negocios del sector.
—En medio de la polémica por el Decreto 349, aprovecha la Primera Conferencia de los Trabajadores de la Cultura para apelar a las políticas culturales de Fidel Castro y acusar a quienes se oponen a ellas de buscar la "mercantilización en el arte".
—Ni se molesta en variar el discurso de los Castro y califica de fracasado "show anticubano" un encuentro en la ONU en favor de los presos políticos cubanos. En el evento, la delegación de la misión diplomática cubana ante Naciones Unidas despliega una chusmería que deja perplejos a los funcionarios de otros países.
—Los otros viajes de Díaz-Canel este año incluyen visita a aliados poderosos y tradicionales como Putin, Xi Jinping, Kim Jong-un y otros que, a medida que se profundiza la crisis venezolana, son cada vez más vitales para La Habana.
—Decide sacar a los médicos cubanos de Brasil a toda velocidad, después de que el en ese momento presidente electo, Jair Bolsonaro, advirtiera que exigiría que los profesionales recibieran el 100% de sus salarios y no la exigua parte que les dejaba La Habana. Díaz-Canel promete a los médicos que retornan a Cuba "otras misiones". Aun así, al menos 836 deciden permanecer en Brasil.
—Ante la presión de los trabajadores privados y los artistas, recula y dice que rectifica con un paquete de medidas dirigidas a controlar el "trabajo por cuenta propia". El polémico Decreto 349 entra en vigor, pero el Ministerio de Cultura se ve obligado a prometer disposiciones complementarias.
—Aunque ya es tuitero, el gobernante dice que creará sus propios canales de comunicación para "intercambiar con los cubanos": un programa televisivo, una página web y un canal de YouTube.
—Y eso que las redes sociales ya le dan suficientes disgustos. El gobernante recibe un aluvión de críticas por llamar "mal nacidos por error en Cuba" a algunos cubanos. El exministro de Cultura Abel Prieto acude en su ayuda: "chusma" son quienes critican el tuit de Díaz-Canel, dice.
—De espaldas a la parte de la comunidad internacional y a los venezolanos que consideran ilegítima la reelección de Maduro, Díaz-Canel es uno de los solo cinco presidentes que lo acompaña en su investidura.
—Enfrenta uno de sus retos más importantes con la presentación en el Senado de EEUU de una resolución que busca reactivar el programa de refugio a médicos cubanos. "Tratan de imponer un perverso recurso para estimular el robo de cerebros", dice el gobernante, que ve peligrar el principal negocio de su régimen: la explotación de los profesionales de la salud en misiones en el exterior.
—Un tornado devasta varios barrios de La Habana y pone a Díaz-Canel en medio de un "baño de masas" diferente, el de cubanos hartos de décadas de promesas e irritados por la torpeza del Gobierno, que pese al desastre y la necesidad de ayuda de los damnificados gasta recursos en su propaganda política con la tradicional Marcha de las Antorchas.
—Diaz-Canel comprueba la ira de los damnificados en una visita a Regla, una de las zonas más afectadas por el tornado, de la que su comitiva tiene que salir "chillando gomas". La prensa oficial intenta aplacar el revuelo y dice que todo es una "manipulación, aunque no lo parezca".
—Tras una abusiva campaña en la prensa oficial y el espacio público, sin posibilidades de participación para los defensores del No, el Gobierno de Díaz-Canel celebra el referendo para "aprobar" la Constitución que blinda el postcastrismo. Entre críticas de expertos y observadores independientes por las irregularidades, la Comisión Nacional Electoral anuncia un 86,85% de respaldo al Sí.
—El "honor" de proclamar la nueva Constitución del régimen no corresponde a Díaz-Canel, sino a su mentor Raúl Castro. También corresponde al general decir lo que ya todos los cubanos saben tras observar durante meses agudizarse el desabastecimiento de alimentos y otros productos: "tenemos que estar preparados para la peor variante".
—Y la peor variante podría incluir menos inversiones extranjeras y menos remesas desde el exterior: dos días antes del cumpleaños de Díaz-Canel en el poder, Washington anuncia la activación de la parte de la Ley Helms-Burton que permite demandar en cortes estadounidenses a empresas beneficiadas con propiedades confiscadas por el castrismo en Cuba. También la restricción del envío de remesas a 1.000 dólares por persona en un trimestre.