La eliminación del visado por cinco años que el Gobierno de Estados Unidos ofrecía a los cubanos ha robado el protagonismo a las facilidades implementadas por Panamá y Nicaragua, que provocaron entusiasmo en la Isla en las últimas semanas.
La reducción a tres meses y una sola entrada de la validez de la visa B-2 ha sido un jarro de agua fría para los cubanos con familiares en Estados Unidos y para quienes viajan a ese país a comprar mercancías.
Ángel Ernesto Oviedo tienen desde hace diez años dos negocios de venta de prendas de vestir y accesorios. Uno de sus locales lo abastece con mercancía que importa desde Panamá a través de dos "mulas", y el otro con mercancía que él mismo compra en Estados Unidos, donde vive parte de su familia, gracias a que tiene estampada en su pasaporte la visa B-2.
"No entiendo esta medida de quitar los beneficios que ofrecía la B-2 para nosotros. Es insólito que, mientras Nicaragua y Panamá se abren a los cubanos, Estados Unidos nos cierra la puerta", lamentó Oviedo, para quien la decisión de Washington solo perjudica al pueblo y no al Gobierno de la Isla.
Habaneros con visas B-2 estampadas en sus pasaportes coincidieron con él y señalaron que la medida, en vigor desde el 18 de marzo, perjudica a miles de cubanos que, por disímiles razones, no quieren radicarse en Estados Unidos de forma definitiva.
"El pueblo cubano está en medio de un choque político, y quizá Estados Unidos tenga sus razones en ese sentido, pero en la práctica esta decisión es otro duro golpe a las esperanzas del cubano, que todavía no se ha recuperado del shock causado por (Barack) Obama", cuestionó Oviedo.
Se refería a la eliminación de la política "pies secos/pies mojado" en enero de 2017, solo una semana antes de que Obama dejara la Casa Blanca a su sucesor, Donald Trump.
La nota de prensa divulgada por la Embajada de Estados Unidos en La Habana puntualizaba que la reducción de la validez de la visa B-2 se aplica "para igualar la validez inferior concedida por el Gobierno de Cuba a los ciudadanos de Estados Unidos en categorías similares", en tanto La Habana concede a los estadounidenses visas de una entrada para una estancia de dos meses, prorrogable por otros 30 días, para un total de tres meses.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones (MINREX) cubano acusó al Gobierno de Estados Unidos de incrementar "los obstáculos para las visas familiares y con otros propósitos", y cuestionó que la decisión de Washington siga un criterio de reciprocidad.
Además de las afectaciones que la eliminación del visado por cinco años y entradas múltiples implicará para el sector privado en la Isla, Oviedo consideró que "mayores serán los perjuicios para quienes iban a Estados Unidos a visitar a sus familiares".
"Se incrementarán los costos de la tramitación", advirtió, por la obligación de realizar viajes a un tercer país cada vez que haya que solicitar visa, ya que la embajada estadounidense no ofrece actualmente ese servicio.
"Quitar la B-2 es casi contribuir a otro Período Especial"
Daniela Nápoles Izquierdo, joven de 34 años de edad, graduada en Contabilidad y oriunda de Camagüey, ha expandido su negocio. Además del salón de belleza que administra, añadió una "mini boutique", como le llama a una de las habitaciones de su apartamento, donde comercia "ropa fina para una clientela selecta".
Su madre y dos de sus tres hermanos viven en Estados Unidos. En 2016 le otorgaron la visa B-2 y desde entonces ha mejorado su negocio porque los productos y mercancías que ha podido conseguir son "de mejor calidad".
"Una boutique no puedes sostenerla con la mercancía al por mayor que encuentras en la Zona Libre de Panamá o en las candongas de Guyana", explicó.
"No veo una explicación lógica en la decisión de eliminar el visado por cinco años con entrada múltiple que, aunque poco, genera turismo de compras, como en Panamá y ahora en Nicaragua", alegó Nápoles Izquierdo, quien viajaba dos o tres veces al año a Estados Unidos a adquirir productos para sus negocios y ver a su familia.
La visa por cinco años fue establecida en agosto de 2013. "Quitarla es casi contribuir a otro Período Especial en Cuba, además de distanciar a las familias. No se puede obviar que, junto a las remesas familiares, en alguna medida es gracias al sector privado que este país no se ha ido a bolina", señaló Nápoles Izquierdo y vaticinó que tendrá que cerrar uno de sus dos negocios.
La visa B-2, que se otorgaba por una tarifa de 160 dólares, es para turismo, visitas familiares, tratamiento médico, participación en eventos culturales y deportivos. Durante el año fiscal 2016, de los 14.291 cubanos que recibieron visas estadounidenses, a 7.583 les fue otorgada la visa B-2.
"Los cuentapropistas que estamos intentando prosperar aquí no lo hacemos por beneficiar al Gobierno cubano, tenemos razones que deben ser respetadas, dijo Nápoles Izquierdo.
"Si Estados Unidos realmente dice querer la libertad y la democracia en Cuba, esta medida está muy lejos de apoyarlo", opinó.