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Sucesos

Jaimanitas, sacudido por varios hechos de sangre

Han dejado mutilados y consternación entre los habitantes de esta localidad cubana.

La Habana

El pueblo de Jaimanitas, al noroeste de La Habana, se ha visto sacudido en los últimos días por varios hechos violentos, que han dejado mutilados y consternación entre sus moradores.

Uno ocurrió en calle Tercera C y 230, cuando Yunesky, de 31 años, le propinó una puñalada a Yunior, de 17, y le atravesó un pulmón.

El móvil de la agresión fue la venganza. Anteriormente, Yunior le había dado un botellazo en la cara a Yunesky que le dejó un ojo ciego. Vivían en la misma cuadra y Yunior permaneció en la calle esperando el juicio. No se tomaron medidas preventivas ni por la Policía ni por los padres de Yunior para evitar la tragedia

Venus, esposa de Yunesky, cuenta que su marido se acomplejó por las burlas del propio Yunior y algunos vecinos. Otros "le dieron cuerda" para que se vengara.

"Eso llevó a la revancha", dice Venus. "Muchas personas en el pueblo justifican el hecho y concuerdan en que era obligado cobrar la agresión por haber perdido un ojo".

El hecho ocurrió por la mañana, frente a la puerta de la casa de Yunior, que se salvó de recibir más puñaladas gracias a que se escondió debajo de un auto hasta que apareció su padre. Yunesky se dio a la fuga, pero más tarde se entregó y ahora espera el juicio en la prisión Combinado del Este.

Venus lamenta que, aunque hubo testigos que presenciaron la agresión, ninguno intercedió para evitar la desgracia.

Otra riña con puñaladas ocurrió en la cola del gas, cuando un individuo apodado "El Nene", con un cuchillo, le sacó un ojo a Nelsito, custodio del círculo social obrero Los Marinos. El agresor se dio a la fuga.

Felipe, carretillero de la calle 240 y testigo del suceso, recuera que Jaimanitas siempre ha sido un pueblo tranquilo, que ha vivido bajo la lupa de la Seguridad Personal, por encontrarse en sus inmediaciones Punto Cero, la residencia de Fidel Castro y su familia. Muchos integrantes de sus unidades, algunos de alto rango, residen en el pueblo.

"La gente está como loca", dice Felipe, extrañado por la violencia de los últimas días. "Por cualquier cosa sacan un cuchillo y tiran a matar. Creo que se debe a lo dura que está la vida y la falta de perspectiva con que se vive".

"La otra madrugada, unos desconocidos apedrearon el kiosco en divisas y el cajero automático que están en la esquina de Tercera y 238. Los vecinos llamaron a la Policía, pero nunca llegó", relata. "Eso es vandalismo".

"La noticia más reciente del pueblo es la muerte de Lázaro, el dulcero, que vivía en el callejón y amaneció ahorcado en su cuarto. Era un hombre tranquilo, que a cada rato me predicaba el Evangelio y quería que yo me convirtiera al cristianismo. Nadie se explica por qué lo hizo, pero muy desesperado debió estar, y muy loco, cuando decidió echarse una soga al cuello y terminar de esa manera la película".

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