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Sociedad

La solidaridad 'por cuenta propia', movilizada tras el tornado

Dueños y trabajadores de negocios privados de La Habana cuentan cómo se han organizado para ayudar a los damnificados.

La Habana

La tienda de diseño 99% cubano Clandestina abrió como cada día el lunes 28 de enero, a la mañana siguiente del paso del tornado que causó graves destrozos en varios municipios habaneros, entre ellos Regla.

Allí vive Félix, un trabajador de Clandestina. Cuando Idania Álvarez, diseñadora principal; Lidia Romero, gestora de ventas y encargada de asuntos legales, y Leyre Fernández, también miembro del equipo, llegaron a la tienda, intentaron comunicarse con él para saber cómo estaba.

"Nos dijo que su casa perdió puertas interiores y ventanas, platos, cosas así. Pero no fueron grandes pérdidas. Le preguntamos qué le hacía falta y nos respondió: 'no vengan, esto es un campo de guerra'. Decidimos ir de todas formas. Compramos agua y comida, y fuimos en el carro de Idania", cuenta Lidia.

Al llegar, vieron que Félix tenía razón, aquello era realmente "un campo de guerra". Lidia vivió antes en ese municipio y quedó atónita al ver casas que antes eran "las mejores de Regla, con la planta de arriba barrida".

La vivencia que les contó Félix también fue impresionante, porque creyó que el tornado era un ataque y, como él, mucha gente.

Ese primer día recorrieron Regla y estuvieron al tanto, a través de las redes, de cómo los ciudadanos comunes se estaban organizando espontáneamente para ayudar.

Sobre la reacción estatal, Lidia relata que el mismo día 28 ya estaban los linieros en Regla, muchos trabajadores con sierras y recogiendo "el escombro duro". Cuenta que la gente se quejaba de que lo habían perdido todo y les cobraban la comida, y que incluso un peso (moneda nacional) era mucho en esas circunstancias.

"Quizás, debieron evaluar mejor eso; sin embargo, hablé con amigas damnificadas que me dijeron que a ellas sí les dieron comida gratis".

De regreso a Clandestina, empezaron a reunir artículos para donar: pulóveres que eran para la venta, muchos blúmers nuevos que habían comprado para imprimir y vender, bolsas para cargar, juguetes que habían comprado para decorar.

Trabajadores de otros negocios privados colaboraron llevando panes, agua y comida enlatada, entre otros artículos. Nelson, dueño de El Café, dice que cuando Leyre le contó que en Clandestina estaban reuniendo cosas para llevar a La Fábrica de Arte, se lo comunicó a sus trabajadores, para que quien estuviera interesado en enviar donaciones las entregara en la tienda.

El propio Nelson donó ropas, culeros desechables y artículos para adultos. "Mi esposa compró detergente y mandó unos juguetes".

Ese primer sábado, Lidia estuvo clasificando artículos en La Fábrica de Arte y, por la tarde, formó parte del grupo que los llevó a Regla. "En La Fábrica está todo muy bien organizado", afirma.

Clandestina, además, coordina y asume el costo del camión que traslada las donaciones. Durante la semana, algunos trabajadores van a La Fábrica a clasificar artículos para su distribución. Uno de ellos es Jonathan, un joven de 23 años graduado de Diseño.

"No he podido ir a Regla, pero ayer (jueves 7 de febrero) estuve todo el día en La Fábrica separando lo que es ropa de mujer, ropa de hombre, de niño, comida".

Su esposa Loliet, camarera de El Café, cuenta que él debutó recientemente con diabetes y donó muchísima insulina. Ambos, además, donaron ropas.

El colectivo del Estudio de Tatuaje La Marca, ubicado en La Habana Vieja, fue a Regla el lunes 4 de febrero. Ailed Duarte, licenciada en Comunicación Social, manager y creadora de proyectos de La Marca, explica que les quedaba más cerca para llevar las donaciones.

"No tenemos transporte propio. Un amigo nos llevó las cosas en carro; nosotros cruzamos en la lancha y después caminamos. Estaba preparada para lo que vi, porque las primeras imágenes que aparecieron en las redes y en la televisión eran más fuertes".

"Cuando llegué (4 de febrero) ya casi todas las personas tenían luz y aún se estaba trabajando. Se ha recuperado bastante de lo que se puede recuperar. Para las casas hay que ver qué solución se buscará", comenta Ailed.

"Llevamos ropas que trajeron personas que quisieron ayudar y preparamos 21 bolsas con detergente, papel sanitario, cepillos de dientes, jabones, íntimas para las mujeres, latas de sardinas, leche. Preparamos otras con cajas de leche y compotas para los niños. Llevamos 21 botellones de agua, porque todas las personas que iban decían que el agua era lo que más falta hacía. La de las pipas no la pueden beber, ni tienen donde hervirla", detalla.

"Fuimos al gobierno de Regla. Nos dieron la autorización para llegar. Te dan un papelito para que no tengas problemas", explica Ailed.

"No obstante, nos movimos más allá de la zona para la que teníamos permiso porque queríamos llegar a más lugares. Me di cuenta de que hay que ir directo a las casas, porque muchas personas están aprovechándose de la situación", lamenta. "Están por la calle a ver qué les toca. Realmente, los que están afectados no se están moviendo de sus casas, para que no les roben las cosas, para ver cómo resuelven y organizar lo poquito que les quedó".

La Marca planea otro viaje a Regla porque muchos paquetes no cupieron en el carro el 4 de febrero. El domingo 10, unos jóvenes mexicanos que siguen el trabajo de estos artistas del tatuaje les dejaron un paquete de donaciones.

Pese a lo terrible del evento, Lidia Romero, de Clandestina, considera positivo que las personas no esperaron orientaciones desde arriba para organizarse y ayudar a los damnificados. "Es algo que el Estado no debe perder de vista", opina.

El 9 de febrero, Lidia fue a clasificar artículos a La Fábrica de Arte. Notó que había muy poca gente, aunque llegaron muchos extranjeros residentes en Cuba. Por su parte piensa ir todos los sábados, que son sus días libres, mientras sea necesario.

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