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Sociedad

¿Para qué le sirvió al barrio ilegal La Cantera tener como 'padrinos' a Castro y Chávez?

Así recuerdan a los difuntos los cubanos residentes en este caserío marginal, vecino de Punto Cero.

La Habana

La Cantera está situada a tres kilómetros de Jaimanitas, cerca de los límites de Punto Cero, antigua residencia del difunto Fidel Castro, quien en los últimos años de vida se autodesignó padrino del barrio, junto con su amigo el también fallecido presidente venezolano Hugo Chávez.

"Fidel pasaba todas las mañanas por aquí", cuenta Esteban, quien vive en una casucha de ladrillos con techo de zinc frente a la carretera principal. "A veces venía a pie, con sus escoltas, haciendo ejercicios, y otras veces en auto; pero siempre se detenía a conversar con la gente, a proponer proyectos para mejorías. Algunos llegaron a realizarse. Otros, con su muerte, quedaron en el olvido".

Claudio Bonaza, uno de los fundadores del barrio, cuenta que llegó en 1990 junto a otras familias de Oriente y levantaron casuchas de madera, cartón y zinc. Al principio, dice, recibieron el hostigamiento de la Dirección Municipal de la Vivienda.

"El nombre del barrio proviene de la antigua cantera de piedras Jaimanitas, que existió en el sitio. En los 90 creció rápidamente. No teníamos agua, ni electricidad, las calles eran de tierra y se anegaban con las crecidas del río", recuerda Bonaza.

"La misión cristiana de Jaimanitas nos apadrinaba y convirtió a casi todo el barrio al cristianismo. Nos bautizaron con el nombre 'Monte de Sión', pero en el año 2000 la iglesia fue clausurada por el Gobierno y el barrio se convirtió en territorio del mercado negro y el delito. Entonces la Policía nos cayó arriba".

"Pero sucedió que un día Hugo Chávez llegó con Fidel al barrio y decidieron apadrinarlo", continúa Bonaza. "Caminaron toda una tarde por los callejones, hablaron con la gente. Chávez le propuso a Fidel pavimentarlo y ponerle electricidad. El comandante prometió que también construirían una escuela y, de verdad, todo lo que dijeron se hizo".

Lizet, madre de tres niños, comenta que todos estaban alelados ese día, sobre todo cuando Chávez le preguntó a Castro si era posible poner una tienda y un consultorio, y este le respondió: "¡Claro, Hugo, se puede!".

"Las madres de La Cantera teníamos que llevar los niños a la escuela de Jaimanitas, que está a varios kilómetros", cuenta Lizet. "El trayecto era a pie, un verdadero martirio. La construcción de la escuela, el desvío del río para evitar las inundaciones, la electricidad y el agua potable, fueron tal vez el cumplimiento de las profecías de aquel pastor cristiano, que una noche en un culto aseguró que este pueblo sería bendecido".

Pero según los habitantes en La Cantera, con la muerte de Chávez y Castro acabó el bienestar del caserío.

Hortensia, de 80 años, dice que es una pena que, a pesar de tener grandes padrinos, La Cantera continúa hoy siendo un barrio de ilegales.

"Aquí nadie tiene cambio de dirección, ni propiedad de la vivienda, ni Libreta de Abastecimiento (racionamiento). Tampoco se construyó el consultorio médico prometido; no hay farmacia, ni bodega. Todo aquí hay que comprarlo en la bolsa negra".

"La moringa está cerca de aquí", apunta Misael, agricultor, refiriéndose a los sembrados estatales de la planta que obsesionó a Fidel Castro. "Muchos hombres de La Cantera trabajan allí, otros se dedican a la cría de puercos u otros oficios; pero estoy de acuerdo con Hortensia, este lugar continúa siendo un barrio clandestino", dice. "Considero que se pudo haber hecho más con tan poderosos padrinos".

En la escuela, llamada Vilma Espín Gillois, la subdirectora Gisela cuenta que el pueblo estaba muy esperanzado con las promesas. "Hasta nos pusieron una ruta de guagua, pero luego de que murieron los líderes no se hizo nada más".

En el barrio la disparidad es notable. Hay algunas casas confortables que contrastan con bajareques y bohíos muy pobres.

"Incluso nos iban a dar subsidios y préstamos en el banco para mejorar las casas en mal estado", cuenta Milton, zapatero natural de Gibara que lleva 30 años viviendo en una choza de La Cantera. "Pero como no teníamos cambio de dirección, ni propiedad, no se pudieron aprobar".

"Pertenecemos a una circunscripción de Jaimanitas", dice Milton. "Sé que la delegada del Poder Popular es una mujer, pero no la conozco. La pobre, no puede hacer nada, es solo un cargo decorativo".

Venancio Rivas asegura que habló muchas veces con Fidel Castro y con Chávez, y está convencido de que ambos tenían deseos de ayudar.

"Recuerdo que mi vecina, la difunta Nancy, le dijo a Chávez que lo que más deseaba en el mundo era tener la propiedad de su casa, para que la asentaran en la OFICODA y acceder a la Libreta de Abastecimiento, porque su cambio de dirección estaba en Diez de Octubre, en casa de unos parientes, y tenía que ir todas las semanas a buscar los mandados hasta ese municipio", dice Rivas.

"Fue cómico porque Chávez no entendió nada de aquel trabalenguas y Fidel le explicó que eran los beneficios de la Revolución. Juntos se comprometieron con Nancy a resolver ese problema, pero después murieron y nada se hizo", lamenta.

"Seguimos en las mismas, sin propiedad, sin libreta, sin cambio de dirección, sin bodega. Vamos para 40 años siendo ilegales y clandestinos. Y eso que éramos nada menos que los ahijados de Hugo Chávez y Fidel Castro".

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