Durante la reciente celebración del VII Pleno del Comité Nacional del Sindicato de los Trabajadores del Comercio, la Gastronomía y los Servicios, la ministra de Comercio Interior (MINCIN), Betsy Díaz Velázquez, informó que su organismo tenía 30 días de atraso en el cumplimiento del plan de ventas a la población.
Si tomamos en cuenta que el MINCIN es el organismo rector de buena parte de los productos alimenticios e industriales que se comercializan en moneda nacional por parte del Estado, nos llevamos una idea de lo poco que se ha satisfecho la demanda minorista en los últimos tiempos.
Según una información aparecida en el periódico oficialista Trabajadores, en su edición del lunes 26 de noviembre, la ministra, después de afirmar que el referido atraso obligaba a un análisis económico más integral en los territorios con mayores dificultades, apuntó que se necesitaba "profundizar en la estructura de surtidos, los inventarios existentes, el rendimiento posible de cada producto, y el control de los depósitos diarios de las ventas".
Por supuesto que algunos de los elementos mencionados por Betsy Díaz Velázquez pueden haber influido en la disminución de las ventas minoristas. Para nadie es un secreto que, debido al escaso estudio de mercado que realizan las entidades productoras cubanas, muchos establecimientos comerciales están llenos de productos rechazados por la población, lo que provoca un exceso de inventario que no encuentra salida.
Por otra parte, cada vez son más los casos detectados por Gladys Bejerano y los funcionarios de la Contraloría General de la República, en los que las entidades dedicadas al comercio minorista no depositan en los bancos el importe de sus ventas. Entonces, desde el punto de vista contable, esa mercancía pudiera aparecer como no vendida.
Sin embargo, la ministra Díaz Velázquez no mencionó la que muchos consideran como la causa fundamental de que su organismo no cumpla con el plan de ventas a la población: el desabastecimiento que exhiben los establecimientos comerciales de la Isla. Han sido notorias, por ejemplo, las carencias de frazadas de piso, detergente líquido, desodorante y jabón de baño.
Últimamente la población no encuentra arroz brasileño en ningún comercio. Este tipo de arroz es el preferido de los cubanos, y se adquiría en cantidades apreciables tanto para el consumo en los hogares como por los propietarios de cafeterías y restaurantes particulares. Y por supuesto que es una mala noticia para las estadísticas de ventas del MINCIN que las relaciones entre Cuba y el gigante suramericano empeoren, y en consecuencia no entre más arroz brasileño en la Isla.
Capítulo aparte para la crítica situación que por estos días muestra la existencia del pan en las panaderías habaneras, y casi seguro en todo el país. Un importante déficit de harina ha obligado a restringir la venta de pan liberado en las denominadas Cadenas Cubanas del Pan. Establecimientos que ofertaban pan durante las 24 horas, últimamente solo confeccionan el producto en determinados momentos, y en cantidades que no satisfacen la demanda. Lo anterior con el consiguiente malestar de la población y los trabajadores por cuenta propia, quienes al no contar con un mercado mayorista, deben hacer también largas colas para adquirir el pan.
De continuar la escasez de harina podría verse afectada de igual forma la oferta gastronómica de los establecimientos adscriptos al MINCIN, lo cual también incidiría en la disminución de sus ventas.
Como puede apreciarse, si el presente se ha presentado nada favorable para la gestión del MINCIN, el futuro parece sombrío para sus estadísticas acerca de la circulación mercantil minorista. Y, a la postre, nada halagüeño para el cubano de a pie.