A sala casi llena en el cine habanero Chaplin tuvo su estreno el pasado sábado 20 de octubre la nueva película de Arturo Sotto: Nido de mantis. Todavía el domingo fue posible verla en una sesión abierta al público, como adelanto de lo que en materia de filmes nacionales podrá verse en la próxima edición del Festival Internacional de Cine Latinoamericano.
Escogida por el ICAIC para homenajear el Día de la Cultura Cubana, la expectativa de los asistentes quedó al parecer cumplida con creces: mucho aplauso y comentarios favorables, síntoma de que el público se marchaba complacido con lo visto, a pesar de que la copia empleada en el estreno no era muy satisfactoria que digamos.
Entre el thriller, el suspenso y la comedia, Arturo Sotto, director y guionista del filme, nos cuenta una historia que tiene como epicentro un crimen pasional. El fiscal Fernando Montenegro (Yadier Fernández) y su bella asistente (Claudia Álvarez) serán los encargados de descifrar el dilema del asesinato de Elena (Yara Masiel) y sus amantes Emilio (Caleb Casas) y Tomás (Armando Miguel) que ha conmocionado a los habitantes de Siboney, un poblado rural en el interior del país.
Con saltos en retrospectiva para complementar información al espectador, la historia de Elena y la tumultuosa pasión de sus amantes, será apenas pretexto para que este filme emprenda un viaje extenso, de casi dos horas, por la historia de Cuba, desde los años 50 hasta la crisis de los balseros, entre hilarantes situaciones de enredos, encuentros y desencuentros amorosos, incontables puñetazos y decisiones que constantemente se tambalean por las oscilaciones del amor.
Nido de mantis pretende homenajear el legado de Tomás Gutiérrez Alea con alusiones a algunos de sus filmes emblemáticos —Historias de la Revolución, Memorias del subdesarrollo, por ejemplo—, pero sin exigirle mucho al espectador. A fin de cuentas lo que se trata es de pasar un rato entretenido con buena dosis de choteo, chiste fácil —algunos no muy felices, por cierto— y el típico enredo de comedia de costumbres que caracterizó al cine cubano de los 80 y 90.
Quizá en esto radique el encanto del filme, en el modo con que Arturo Sotto se aventura por caminos trillados con una historia que atrapa en su concepción visual y discursiva, y ahuyenta cualquier sombra de tedio.
Nido de mantis rompe el récord de convocatoria de actores para conformar el elenco de una película cubana. Con 50 actores, algunos de primera línea y otros no tanto, se estructura esta comedia romántica de enredos amorosos que no siempre resulta bien lograda. Yadier Fernández y Claudia Álvarez, por ejemplo, no consiguen ir más allá de un tinte caricaturesco, sobre todo el primero, y ciertos parlamentos en sus escenas que deslucen por su vena literaria y declamatoria. Sin embargo, los protagonistas Caleb Casas y Armando Miguel consiguen convencer en sus personajes que establecen una batalla campal por el amor de Elena.
Yara Masiel, en su primer papel en el cine, tiene un discreto encanto que logra salvar a su personaje, y en Luis Alberto García y Patricio Wood, dos que se roban el filme, tiene la trama sus mejores cartas de triunfo.
No obstante, habría que pensar si era necesario esa avalancha de personajes para una historia que bien pudo prescindir de buena parte de ellos. Ya sabemos que el cine nacional anda bastante deprimido y que los actores cubanos tienen que comer, pero cómo no dolerse ante tanto talento desperdiciado en apenas unos pequeños bocadillos, en personajes insignificantes que nada aportan a la estructura narrativa del filme. En esa línea, Mario Guerra, Jorge Molina, Osvaldo Doimeadiós, Maickel Amelia, Néstor Jiménez, Denis Ramos y otros que ahora se me escapan, eran perfectamente prescindibles en papeles tan triviales.
Este filme de Arturo Sotto corrobora cuán enraizada está en los realizadores cubanos, al menos en ese grupo que representa el rostro "oficial" del cine en la Isla, esa tradición de comedia costumbrista plagada de situaciones absurdas, choteo criollo, sexo picante y un largo etcétera que empantana la producción cinematográfica nacional. Es ese lastre lo que consigue que esta sea una película más, hojarasca con un empaque diferente.
Por lo pronto, es la clase de película que el público siempre desea ver, y contra eso muy poco puede hacerse. Nido de mantis es la película que el espectador cubano merece, y otra cosa sería crear, inevitablemente, un ruido "molesto" en el sistema.