Actos vandálicos y otras conductas delictivas exacerban la ya desesperante situación del transporte en Guantánamo, donde la prensa oficial admite que tal es "la apretazón" que "la relación cantidad de personas-espacio físico desafía las matemáticas".
Según recoge el periódico estatal Venceremos, para mover a los 200.000 habitantes de Guantánamo solo hay 73 ómnibus urbanos que cubren diez rutas.
Unas 40 Dianas enlazan a comunidades periféricas como Paraguay, Cecilia, Maqueicito, Maquey, La Jabilla, Ullao, Boquerón, Cayamo y Hatibonico, con capacidad cada una para 44 pasajeros (26 sentados y 16 de pie). El tamaño de las Dianas es precisamente uno de los factores que más afecta la movilidad, teniendo en cuenta su poca capacidad.
Según las cifras oficiales, suman 49.000 los pasajeros trasladados cada día y la percepción entre la población es que "el transporte no es suficiente, pues no trabaja el total de carros de manera simultánea".
En medio de este panorama, "las agresiones al transporte público llegan al vandalismo", según se quejó la especialista de seguridad automotor Magdalena Rodríguez Zamora, quien puso como algunos ejemplos de este problema "una multa impuesta a un infractor que rompió, en estado de embriaguez, el cristal de una ventanilla, mientras se han procesado a cuatro individuos por apedrear parabrisas de ómnibus, y en una ocasión, agrietarlo de un machetazo".
El medio señala que "los momentos más 'intensos' llegan en los horarios pico, de mayor demanda, y en proporción directa, aumenta la indisciplina de los pasajeros, quienes se atropellan para subir a los ómnibus o congestionan la circulación dentro de ellos".
Las escenas descritas van desde agresiones verbales de usuarios a conductores y viceversa; discusiones entre pasajeros que han llegado a la violencia física, gritos, conversaciones de una esquina a otra del vehículo, música alta, empujones para subir, estirones para bajar.
En las puertas traseras de vehículos se perciben espacios vacíos donde hubo cristales; los mecanismos de cierre dañados, pasamanos con desprendimientos; asientos plásticos rotos y comienzan a romperse en las Diana, por robo de los tornillos de acero, el espaldar y fondo.
El transporte público en Cuba sufre una crisis crónica desde hace décadas. Es uno de los problemas fundamentales de la cotidianidad del cubano que el Gobierno ha sido incapaz de solucionar.