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Economía

Guantánamo tiene gas licuado cuando CUPET quiere

Además de lo caro que resulta el combustible por la libre, muchos guantanameros deben recorrer varios establecimientos para encontrarlo.

Guantánamo

Cocinar con el gas licuado que el Gobierno vende de forma "liberada" es un problema serio para muchos habitantes de Guantánamo, donde el suministro es inestable y los precios demasiado altos para los salarios locales, sobre todo en el caso de los jubilados.

En los últimos meses, las colas se han vuelto permanentes en los puntos de venta por las demoras en el abastecimiento.

"Hay que tener paciencia", dice Omilda Paz, resignada. "El problema es que se acaba", añade esta guantanamera jubilada, que vive en los Coquitos de Jaibo y tiene que recorrer los puntos de venta de otras localidades para conseguir el gas.

Desde su inicio, en junio de 2017, el servicio de venta de ese combustible en Guantánamo ha generado también críticas por el costo de las llamadas "balitas".

Para jubilados como Omilda, que dependen de una exigua chequera, comprar gas licuado liberado implica muchas veces renunciar a satisfacer otras necesidades.

Los cilindros de gas licuado liberado tienen un precio 110 pesos (moneda nacional) por diez kilogramos del producto, mientras los que se venden a través del sistema de racionamiento cuestan siete pesos.

Alquilar un cilindro vacío a la estatal Cuba Petróleos (CUPET), empresa encargada del suministro, cuesta 400 pesos.

"Mi marido era militar y se jubiló con 365 pesos. Él está enfermo de la columna, tiene que comprar medicinas, yo también tengo que comprar medicinas. ¿Usted cree que esos 365 pesos dan para comprar una 'bala' de 110 pesos? Para personas como nosotros no es fácil, pero bueno, uno va luchando. Cuándo se puede, se compra; cuando no, no se compra".

Yoandra Torres Molina, jefa del local de venta conocido como "Punto Siete Oeste", dice que, además de los problemas de abastecimiento, una de las causas de las colas en los locales de venta de Guantánamo es el tamaño del área que deben atender y la cantidad de clientes.

"Este punto atiende tres circunscripciones grandísimas, que abarcan desde Martí hasta la comunidad Primero de Mayo y Coquitos de Jaibo, y desde el 3 Norte hasta La Jabilla. Es un punto que tiene gran cantidad de clientes", señala. Al principio, "se trajo personal de la Empresa (Cuba-Petróleo, CUPET) a apoyar" en la venta y la firma de contratos con los clientes, pero esas personas ya "se tuvieron que incorporar a su trabajo y quedé yo sola nuevamente como jefe de punto y facturadora, además del almacenero".

Sobre el costo del combustible, la funcionaria coincide en que para muchas personas es alto.

"Además de ser la jefa de punto, soy clienta, y se entiende que hay personas jubiladas y otras que no pueden pagar ese servicio", declara.

A nivel nacional, CUPET está "haciendo entrevistas a los clientes para conocer el criterio acerca del servicio", afirma. "Pienso yo que evaluar los precios sería el objetivo de esas encuestas".

Saúl Herrera Garzón es cliente del Punto Siete Oeste. "A veces uno viene a hacer la cola aquí, están haciendo contratos y vendiendo balitas, hay un solo puestecito para las dos cosas y se demora mucho", se queja.

"Uno tiene que venir temprano y muchas veces perder un día de trabajo para hacer la cola de la balita", agrega. "Mucha gente viene desde las 6:00AM para cogerla temprano".

"El salario de un trabajador no está acorde con el precio que tiene la balita (de gas liberado), pero bueno, ese fue el precio que pusieron y uno tiene que hacer un esfuerzo y comprarla".

A veces hay que esperar que los camiones que trasnsportan los cilindros "vengan desde Santiago de Cuba", apunta Migdalis Heredia. Eso "demora todo el día y, en ocasiones, ni traen. La gente no lo sabe, hace la cola y esto se llena".

Heredia dice que una balita le dura "un máximo de 20 días, usándola para cocinar normalmente".

"Para que dure un mes, tiene que ser que la uses al mismo tiempo que gastes corriente y eso se suma a los 110 pesos que cuesta la balita", aclara.

Silvia Soto, jubilada, tiene que hacer malabares para administrarse.

"Tengo una chequera de 200 pesos y, si tengo que pagar ese dinero que ellos piden, ¿qué me queda para comer? Siempre estoy enferma y con esos 200 pesos es que vivo porque no tengo otro oficio y estoy solita", dice.

"Tengo una gastritis crónica y solamente en leche y malanga gasto mucho, eso sin contar la medicina. En el mes pago entre 10 y 30 pesos de corriente. Comparando el gas y la corriente con mi chequera, los dos me salen caros", calcula. "Ya no se puede ni vivir porque todo está caro y va a seguir caro".

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