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Alimentación

Croquetas, hamburguesas, picadillo... así es el pescado al alcance de los cubanos

En Santiago de Cuba, el producto fresco prácticamente ha desaparecido de la canasta básica.

Santiago de Cuba

"Hace una semana que no llega nada", comentó un usuario disgustado al salir de la pescadería Mar Azul, en Santiago de Cuba. "Antes velábamos los camiones que surtían semanalmente, ahora no se sabe ni cuándo llegan".

Unos de los perennes problemas que padecen los cubanos es la inseguridad alimentaria, sobre todo en el oriente de la Isla. Pese a las medidas para aumentar la producción de alimentos, durante la gestión de Raúl Castro el suministro no mejoró. Por otra parte, productos como el pescado han desaparecido prácticamente de la canasta básica.

Parafraseando al popular personaje Pánfilo, parece que el mar se secó.

Por el sistema de racionamiento, el Estado distribuye pescado una vez al mes, pero solo para dietas de personas con problemas de colesterol y niños con bajo peso. Al resto de la población le aplica la fórmula del "pollo por pescado".

Los experimentos realizados en los 90, con la importación de especies como la claria y la implementación de criaderos de peces, se demuestran fracasados ante el vacío diario que encuentran los consumidores en la red de pescaderías estatales de Santiago de Cuba.

En un recorrido por cinco de las diez pescaderías de la ciudad encontramos establecimientos con mínimas ofertas y empleados somnolientos a la espera de los surtidos.

En la pescadería La Lisetta, la llegada del carro de distribución sumó la tenca y la hamburguesa de pescado a la masa de croquetas a la venta.

"No quiero saber de la hamburguesa. La compré hace como 15 días y qué cosa más mala, sabe Dios de qué pescado la hacen", dijo Gladys, vecina del local. Su falta de entusiasmo era similar a la de otros clientes.

La Empresa Pesquera de Santiago de Cuba (PESCASAN) parece especializarse en picadillos (de tilapia, marino condimentado, marino entomatado…), embutidos (chorizo), hamburguesas y croquetas de pescado, que es lo que prima en sus ofertas. El pescado, cuando surten, se acaba pronto.

"Nosotros no sabemos lo que traen los carros", dice un empleado de la pescadería El Patao ante la pregunta de un cliente. "Cuando viene el pescado, vuela, se acaba el mismo día y, la verdad, está viniendo bastante poco".

Para un empleado de la pescadería Mar Azul, el problema es que el carro "debe venir todos los días pero, como no hay nada, llega cuando llega y lo que trae se sabe en ese momento".

Para intentar suplir la ausencia del alimento, el Gobierno vende en las ferias alimentarias semanales latas de sardinas, que la vox populi señala como donaciones recibidas que no han sido entregadas a los destinatarios. Pero al menos resultan baratas, comparadas con las de atún de las tiendas en divisas, dicen compradores. De vez en cuando, a las ferias llegan también camiones con pescado "fresco" y se arman las consabidas colas y tumultos para comprarlo.

Una trabajadora de PESCASAN que quiso mantenerse en el anonimato explicó que "el pescado marino que se distribuye es poco, por eso hay que estar tempranito en las pescaderías, porque no se reparte mucho. La tenca es lo que más se ve. En la empresa, cuando no hay pescado, hacemos las croquetas de pollo".

Un vendedor exhibía su pescado sobre una tanqueta justo frente a la pescadería La Sierrita, que ofertaba "hamburguesas conformadas de pescado".

"Esto es mura, pescado de río. Está limpio y por 20 pesos te llevas tres", anunciaba. "Está fresco, lo pesqué está madrugada".

Comprarle a los particulares es la opción que tienen los santiagueros, si quieren comerse un buen pescado. En barrios como los Cangrejitos puedes encontrar pargos, camarones y langostas. Los altos precios, sin embargo, han determinado que la clientela sean casi exclusivamente las paladares y los extranjeros.

Henry, de 44 años, vive de la pesca desde hace nueve. En días alternos va a Baconao. Allí, en la desembocadura del río, amanece tirando su tarraya junto a otros pescadores.

"El pescado me vuela de las manos", dice. "Al principio caminaba por las calles con mi ensartada, pero después de nueve años los clientes me lo arrebatan".

Para él, como para muchos otros cubanos, es inconcebible que en una isla la proteína más ofertada por el Gobierno sea el pollo importado.

"Parece mentira que a los niños le guste más comer salchichas y pollo frito, a muchos le repugna el pescado porque apenas lo conocen. Yo no entiendo cómo el pueblo cubano no come pescado", concluye.

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