En abril, según fuentes que solicitaron el anonimato, 32 choferes "pidieron la baja" en el paradero de Alamar, que tiene una plantilla de 128 conductores, pero antes de la estampida apenas 58 plazas estaban cubiertas.
El populoso barrio obrero tiene 28 zonas residenciales, una extensión de 15 kilómetros cuadrados y más de 90.000 habitantes.
El pasado 25 de marzo, el Noticiero de Televisión, en su emisión estelar, incluyó un reportaje del periodista Bernardo Espinosa, en el que el director del citado paradero declaró que "de los 58 emplantillados solo 44 podían sentarse al timón", números que ya mostraban la crisis existente.
El problema no fue calificado de grave por Espinosa, quien afirmó que en la capital diariamente se cumple al 90% el plan de salidas, transportándose un millón de pasajeros, con un saldo negativo por el déficit de choferes de 340 viajes.
Espinosa dijo que la Empresa Provincial de Transporte de La Habana (EPTH) necesita cubrir 200 vacantes de choferes; de ellas, 158 para ómnibus articulados o "rutas P", cuyos candidatos requieren una alta calificación, además de experiencia en el oficio y una edad tope de 45 años.
Las declaraciones del funcionario difirieron, sin embargo, de las que dio Juan Caballero Martínez, director general de EPTH, al portal oficial Cubadebate.
"Solo faltan 86 choferes", dijo Caballero Martínez, que limitaban la transportación diaria a 700.000 pasajeros, con pérdidas de 600.000 pesos al malograrse 500 viajes. Las terminales más afectadas por la estampida, apuntó, son Alamar, San Agustín, Guanabacoa y Diezmero.
A pesar de que "La Habana no aguanta más", como dice La Charanga, la solución "salomónica" trazada por los directivos del Ministerio del Transporte (MITRANS) consiste en hacer una convocatoria para choferes en las restantes provincias del país, para que presten sus servicios en la capital.
Paralelamente, estudian la elevación de los salarios hasta un monto de 2.500 pesos cubanos mensuales (100 CUC). En la actualidad el salario de los choferes está vinculado a las recaudaciones y oscila entre los 1.000 y 1.200 pesos cubanos (un máximo de 50 CUC).
Las causas del vacío en las plantillas, según la óptica oficial, apunta a sanciones por violaciones de las normativas del tránsito e indisciplinas laborales, así como el éxodo hacia otros empleos con incentivos superiores en las cooperativas de ómnibus ruteros, el sector cuentapropista y organismos estatales con puestos mejor remunerados.
La versión no oficial —por voz de los propios choferes— menciona también el temor a severos ajustes en las recaudaciones del pasaje y el inmediato aumento de controles con la instalación de localizadores GPS en los ómnibus.
Lo sorprendente es que no son la falta de ómnibus, piezas de repuesto, combustibles y el sempiterno embargo estadounidense las causales de la crisis —como citan los discursos—, sino los bajos salarios pagados por el Estado y la persecución del trapicheo.
En Cuba no existe el derecho de huelga, pero las medidas coercitivas tomadas por el Gobierno contra los choferes de ómnibus metropolitanos y porteadores privados solo han derivado en abandonos de empleos y paralizaciones del servicio, con una sola víctima colateral: la población.
Regreso a Alamar
A la merma de los viajes de ómnibus metropolitanos por falta de choferes, se suma que las cooperativas de ómnibus ruteros y transmetros rechazan las rutas que rinden viaje en la periférica barriada, pues las distancias son muy largas y en el trayecto hay pocas paradas, lo que desfavorece las recaudaciones.
Los almendroneros fueron autorizados a elevar las tarifas al doble (20 pesos) y los taxis ruteros (amarillos) concluyen las carreras en la Villa Panamericana (a la altura de Cojímar), aunque prefieren cazar turistas en los alrededores del Centro Histórico, como aseveran algunos usuarios. La ruta expreso Alamar/Vedado, una "innovación" de la Dirección General de Transporte en la capital, circula exclusivamente por la Vía Blanca y la Monumental, evadiendo el eje urbanístico del reparto.
Trasladarse desde cualquier escenario de Alamar a otros municipios de la capital y viceversa representa una rocambolesca cruzada.
Vivian Rodríguez, de 64 años y residente en el municipio, afirma: "para entrar o salir del barrio en los horarios picos, tienes que batallar para coger ruteros, almendrones o cualquier cosa con ruedas. Se forman molotes, discusiones, fajazones".
Carolina Gómez de 54 años dice que "la película Rápido y furioso, es un vídeo clip para lo que se ve en la Monumental, donde los choferes echan carreras para competir por el pasaje, incluso estuvieron a punto de chocar en el puente de Alamar. ¿Y la Policía?, bien, gracias".
José Antonio López, de 72 años, presenció una competencia entre un P-8 y un A-60, ambos se saltaron la parada donde había un inspector.
Rosa María Pérez, de 40 años, se queja de que "el reggaetón 'El palito presidiario' es el hit de la ruta C-7, lo ponen constantemente y a todo volumen".
"Lo peor es que los choferes, junto a sus compinches, se espantan los cañangazos de ron a la vista de los pasajeros… El fin de año pasado una A-26 se estrelló contra la baranda del puente de la Villa Panamericana. ¿El chofer estaba borracho?", especula.
"Ni la gente, ni los guagüeros, ni la Policía, ni el Gobierno, ni los barrigones que dirigen este país sirven", sentencia Lázaro Valdivieso, de 68 años.