Back to top
Sociedad

Colas, falta de opciones y bolsillos vacíos, el rastro de una semana de receso escolar

Para la mayoría de los padres cubanos, las cortas vacaciones se convierten en un reto difícil de costear.

La Habana

Esta semana se reiniciaron en toda Cuba las clases, luego del receso docente que disfrutaron todos los estudiantes del 15 al 22 de abril. Aunque para los niños suele ser una semana feliz solo por el hecho de no tener clases, para los padres las vacaciones se convierten en un costoso reto, del que la mayoría se queja en los primeros días de regreso a las aulas.

"Empezó la escuela de nuevo y yo sin un peso", dice Ileana, madre de un niño de 5to grado. "Ni para la merienda del niño me quedó después de esta semanita".

Eneida, oficinista de la empresa Aguas de La Habana y residente del reparto Romerillo, cuenta que fue al zoológico dos veces, una de paseo, y la otra por más confituras para el cumpleaños de su hijo Pavel.

"Fui el miércoles y el viernes, dos días relativamente flojos, pues el fin de semana es imposible debido a la mucha afluencia de personas. En la primera visita vimos los animales, que cada día son menos y con poco atractivo; la segunda vez fuimos por las galleticas y los caramelos, que allí los venden más baratos. Obligatoriamente tienes que llevar al niño para comprar el ticket. Pavel colapsó de tantas colas y terminó aburrido".

Geikal, de Jaimanitas, padre de César, alumno de 4to grado, quiso convencer a su hijo para ir al acuario, "algo barato y cerca de la casa".

Pero el niño "confesó que soñaba con montarse en un Bus Tour, esos ómnibus de dos plantas, para turistas, que dan vueltas por la ciudad, y donde ahora se permite subir a los cubanos. Me electricé al escuchar su elección. El boleto cuesta cinco CUC ¡y yo solo tenía diez! ¿Y la merienda del camino? Era la semana de receso, no podía decirle que no".

Ya dentro del ómnibus, Geikal y César descubrieron que eran los únicos cubanos del grupo y que el boleto que habían comprado servía para el día entero y para cualquier ruta de Bus Tour.

"Subimos a uno que iba hasta Guanabo. Disfrutamos del aire de la playa y el azul del mar. Luego tuvimos hambre y le dije a Cesar '¡a jinetear!'. Lo instruí para que se hiciera amigo de los extranjeros que viajaban con nosotros. Le regalaron golosinas, nos compraron refrescos. A Pavel le regalaron una gorra de los Yankees y un pulóver que dice 'Kamikaze Man'. No sé qué significa, pero le queda bien. A medianoche nos bajamos en Playa. Le dijo a su madre que no olvidaría nunca ese día".

La ingeniera María Bell, operadora del acueducto de Vento, tuvo que llevarse a su hijo Wildito "desde el lunes hasta el viernes para el trabajo".

"Soy madre soltera, no tengo con quien dejarlo. El sábado fuimos al parque inflable. Todos los aparatos estaban desinflados excepto el barco, pero con una cantidad de churre tremenda. Wildito salió de allí que parecía un carbonero. Sin contar las horas de colas para entrar, las colas para comprar la confitura, la cola para subir al barco".

Caridad Verde, residente del bajo de Santa Fe, tiene dos hijas jimaguas de 5to grado y vio sus planes para la semana de receso truncados.

"Primero me carterearon en la guagua. No llevaba mucho, pero eran mis ahorros para la visita al Parque Lenin. Me di cuenta de la pérdida cuando fui a pagar los aparatos: me habían abierto el bolso y el monedero no estaba. No tuvimos más remedio que regresar pidiendo favores a los choferes. Las niñas pasaron un hambre terrible ese día. Para colmo, una de ellas dejó en la guagua el merendero de la escuela y esa sí que fue una pérdida grande porque me había costado 15CUC. Ahora no tiene donde llevar la merienda. Con el monedero también perdí la llave de la casa y tuve que romper la puerta. En fin, fue un desastre".

Para Aleyda, la mayor ganancia de la semana de vacaciones no fue el disfrute de su hijo, sino el descanso de la maestra.

"Yo no lo pude sacar a ningún lado por falta de dinero. Además, el transporte se pone tan malo que es una tortura salir con un niño a la calle en esos días. Pero esta semana de clases la maestra está de buen humor y con más deseos de trabajar bien. Se le nota que el receso le hacía tremenda falta. Si se siente mejor, las clases son buenas y los niños se benefician de su ánimo. A ver hasta cuándo le dura".

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.